Mi esposo quiere ser cornudo
Bernardo y yo estábamos en la sala de espera de la consultorio de la sexóloga. Ambos estábamos un poco nerviosos, pero al mismo tiempo emocionados de poder hablar abiertamente sobre nuestros deseos y fantasías. Me había tomado tiempo para convencer a Bernardo de que necesitábamos ayuda profesional para lidiar con sus fantasías, pero finalmente aceptó y aquí estábamos.
Cuando nos llamaron a la consulta, la sexóloga nos recibió con una sonrisa amistosa y nos invitó a sentarnos. Empezamos a hablar sobre nuestras inquietudes y pronto llegamos a uno de los temas principales: la fantasía de Bernardo de verme con otra persona.
"¿Y cómo se siente usted al respecto, Sofia?", preguntó la sexóloga.
"Al principio me parecía un poco extraño, pero he aprendido a comprender sus deseos y fantasías", le dije. "Pero a veces me preocupa que pueda afectar nuestra relación".
La sexóloga asintió. "Es una preocupación válida, Sofia. Pero es importante recordar que la fantasía no necesariamente significa que alguien quiera llevarla a cabo en la vida real. ¿Bernardo ha expresado su deseo de que se convierta en realidad?"
"No, nunca lo ha hecho", dijo Bernardo.
"Entonces, ¿qué es lo que te excita de esa fantasía, Bernardo?", preguntó la sexóloga.
"Me excita la idea de que mi esposa pueda ser deseada por otros hombres y que ella pueda ser sexualmente activa con otra persona", explicó Bernardo. "Me gusta sentir que soy el hombre más deseado en su vida, y la idea de que otros hombres también la deseen es excitante para mí".
"Comprendo", dijo la sexóloga. "Pero es importante que sepas que la monogamia y el deseo por parte de otras personas no son mutuamente excluyentes. Es posible desear a alguien más sin necesidad de actuar en ello. ¿Qué te parece, Sofia?"
"Estoy de acuerdo", dije. "Pero todavía tengo algunas dudas sobre cómo podríamos hacer que esta fantasía funcione para ambos".
La sexóloga nos escuchó atentamente y nos ofreció algunas sugerencias prácticas sobre cómo explorar la fantasía de Bernardo de una manera segura y consensuada. También hablamos sobre la comunicación abierta y honesta como clave para mantener una relación saludable.
En general, nuestra sesión con la sexóloga nos ayudó a comprender mejor nuestras propias necesidades y deseos, y nos dio las herramientas para trabajar juntos en una forma segura y saludable para explorar las fantasías de Bernardo. Nos sentimos más cercanos y conectados después de la sesión, y ambos estábamos ansiosos por seguir explorando nuestra sexualidad juntos de una manera nueva y emocionante.
***
Llegamos a casa y le hice mandar un mensaje a su amigo Diego.
Sentí un cosquilleo en mi estómago ante sus palabras y le besé los labios con pasión, sintiendo su lengua jugar con la mía. Nos abrazamos fuertemente, entregándonos al momento, sabiendo que juntos podríamos hacer realidad nuestras fantasías más atrevidas.
Después de un rato, nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta de que algo había cambiado entre nosotros. Ya no éramos simplemente una pareja, sino un equipo, listo para enfrentar cualquier desafío que la vida nos pusiera por delante.
En ese momento, sonó el teléfono de Bernardo y vi su expresión iluminarse mientras respondía. Era Diego, el amigo del que acababa de hablarle. Hablaron durante unos minutos y Bernardo finalmente colgó, mirándome con una sonrisa traviesa.
¿Qué ha pasado? -pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
Diego está interesado en venir -dijo, acariciando mi mejilla-. ¿Te gustaría que venga? Podemos organizar algo esta misma noche.
Mi corazón latía con fuerza ante la idea, pero al mismo tiempo sentía una sensación de miedo. ¿Estaba lista para algo así? ¿Cómo sería ver a mi esposo con otra persona? Pero Bernardo estaba ahí, sosteniendo mi mano, y juntos podríamos enfrentar cualquier desafío.
Sí, quiero que venga-dije con determinación, sorprendiéndome a mí misma por lo fácil que fue tomar la decisión.
Bernardo me besó suavemente en los labios, su mano acariciando mi cabello.
Te amo -susurró, y yo sabía que todo estaría bien.
Bernardo y yo nos miramos a los ojos, y asentimos en silencio, sabiendo lo que estaba a punto de suceder. Diego llegó poco después, y al entrar en la habitación, noté cómo su mirada se posó en mí con una mezcla de sorpresa y deseo. Me sonrojé, sintiéndome un poco tonta por estar tan nerviosa.
Bernardo nos presentó formalmente, y luego nos sentamos en el sofá, bebiendo vino y charlando. La tensión sexual en la habitación era palpable, y sabía que no tardaríamos en pasar a la acción. Diego se acercó a mí, tomó mi mano y me llevó hacia la habitación contigua, donde ya nos esperaba Bernardo.
Me pareció más guapo de lo que recordaba, su cabello oscuro y sus ojos brillantes. Me acerqué y lo saludé con un beso en la mejilla, sintiendo un cosquilleo en mi estómago.
Nos sentamos juntos en el sofá y comenzamos a charlar, riendo y compartiendo historias. Pronto, sentí la mano de Bernardo en mi hombro, recordándome por qué estábamos allí. Le miré a los ojos, buscando su apoyo, y él me sonrió.
La tensión en el aire era palpable mientras todos nos mirábamos en silencio. Finalmente, Diego se acercó y me tomó la mano, acariciándola suavemente con su pulgar. Miré a Bernardo, buscando su aprobación, y él asintió con una sonrisa.
Entonces, Diego se inclinó y me besó con suavidad. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo mientras sus labios se movían contra los míos, su lengua explorando mi boca. Mi mente se nubló mientras las manos de Bernardo acariciaban mi espalda, su aliento cálido en mi cuello.
Los dos hombres se miraron con complicidad y se acercaron a mí con dulzura. Diego me tomó de la mano y me acercó a él, mientras Bernardo me besaba suavemente el cuello. Me dejé llevar por el momento y cerré los ojos, sintiendo las caricias de los dos hombres.
No había prisa ni presión, solo el deseo mutuo de explorar nuestros cuerpos y emociones. Diego me besó con pasión mientras Bernardo acariciaba mi cabello con ternura. Mis manos se movían por sus cuerpos, explorando cada curva y músculo.
Sentí a Bernardo detrás de mí, acariciando mi espalda y mi cabello mientras Diego besaba mi cuello. Cada caricia y beso de ellos me llevaba a un nuevo nivel de placer. Mis manos encontraron su camino hacia sus pantalones y comencé a desabrocharlos, deseando sentirlos aún más cerca de mí.
La excitación y la anticipación llenaban el aire mientras mis manos trabajaban en desabrochar los pantalones de ambos hombres. Una vez que los pantalones estaban abiertos, mi corazón latía con fuerza ante la idea de lo que estaba por venir. Tomé la mano de Bernardo y la puse en la cintura de Diego, invitándolo a acercarse aún más.
La tensión se podía cortar con un cuchillo mientras los tres nos acercábamos lentamente. Sentí los brazos de Bernardo rodeándome mientras los labios de Diego encontraban los míos en un beso apasionado. Mis manos se movían por sus cuerpos, explorando cada curva y músculo.
Mientras nos besábamos, sentí las manos de Diego moviéndose por mi cuerpo, deslizándose hacia abajo para acariciar mis muslos. Bernardo se unió a la acción, sus manos en mis pechos mientras mis dedos seguían explorando a Diego.
Con delicadeza, comencé a acariciarlos mientras me inclinaba para tomarlos en mi boca. Alterné entre los dos, sintiendo el placer que les causaba a ambos. Me deleité en la sensación de tener dos hombres a mi disposición, entregados a mi placer y al suyo propio. Mientras los acariciaba y los besaba, sentía la tensión construirse en sus cuerpos. Sabía que estaban a punto de llegar al acabar y me emocionaba la idea de que me bañen en leche. Continué con mi ritmo y presión hasta que finalmente, ambos hombres alcanzaron el clímax al mismo tiempo. Los gritos de placer llenaron la habitación y me senti abrumada por la emoción y la satisfacción.
Me sentí abrumada por una sensación de conexión y amor hacia los dos hombres que estaban abrazándome, aun estando toda pegoteada de semen. Nunca antes había sentido algo así y me di cuenta de que este encuentro no solo había sido sobre el placer físico, sino también sobre el amor y la confianza que compartíamos juntos.
Nos quedamos abrazados por un rato, disfrutando el momento y hablando en voz baja sobre lo que acababa de suceder. Me sentí agradecida por el hecho de que Bernardo y Diego hubieran estado dispuestos a explorar sus fantasías conmigo y de que hubiéramos sido capaces de hacerlo juntos con amor y respeto mutuo.
Finalmente, nos levantamos para arreglarnos y salir de la habitación. Mientras lo hacíamos, me di cuenta de que esta experiencia había fortalecido nuestra relación y nos había unido aún más. Sabía que tendríamos que hablar más sobre lo que había sucedido y sobre cómo nos sentíamos al respecto, pero por el momento, simplemente disfruté del amor y la conexión que compartíamos.
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