Maria viaja a Usuahia, capitulo 5 - Viedma
María camina por las calles de Viedma, disfrutando del sol y del ambiente de la ciudad. Llega a la Plaza San Martín, un hermoso parque ubicado en el corazón de la ciudad. La plaza está rodeada de edificios históricos y árboles frondosos que brindan sombra y frescura en los días de calor.
María camina por los senderos de la plaza, admirando la fuente central y los monumentos dedicados a los héroes locales. Se detiene en un banco y observa a la gente que pasa, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del lugar.
Decide dar un paseo por los alrededores y descubre una serie de tiendas y restaurantes encantadores que la invitan a explorar más. Sin embargo, decide volver a la plaza para disfrutar de una tarde relajante bajo los árboles y leer un libro.
La plaza se llena de gente en el transcurso de la tarde, y María se siente feliz de estar rodeada de la energía positiva y el espíritu comunitario que caracteriza a Viedma.
Debido a que su presupuesto es limitado, busca opciones económicas y encuentra un hostal modesto en el centro de la ciudad. A pesar de que no es el lugar más lujoso, María está agradecida de tener un techo sobre su cabeza y un lugar cómodo para descansar después de su largo viaje.
Al llegar al hostal, María es recibida por el dueño, un hombre amable que le muestra su habitación. Aunque es simple y modesta, cuenta con una cama cómoda y un baño limpio. Después de instalarse, María se da cuenta de que el hostal cuenta con una cocina compartida donde los huéspedes pueden preparar sus propias comidas, lo cual le parece una gran ventaja.
María decide aprovechar la cocina y va al supermercado a comprar algunos ingredientes para preparar una cena sencilla. Al regresar al hostal, se encuentra con otros huéspedes que también están preparando sus comidas y comienza a conversar con ellos, intercambiando historias y consejos de viaje.
En la cocina, conove a dos parejas de Alemanes. Su español es casi nulo, solo una de las chicas lo habla con muchas limitaciones, pero logran hacerse entender e invitan a Maria a tomar una cerveza mientras todos cocinan.
Maria se siente un poco nerviosa al encontrarse con los alemanes, pero rápidamente se da cuenta de que son personas amables y dispuestas a socializar. A pesar de las diferencias lingüísticas, logran comunicarse y compartir algunos momentos agradables en la cocina del hostal mientras cocinan.
Durante la cena, Maria se divierte con las historias que las parejas de alemanes comparten con ella, y aunque su español es limitado, todos hacen un esfuerzo por entenderse y disfrutar de la velada. Después de comer, deciden tomar una cerveza juntos y continúan charlando hasta altas horas de la noche.
Maria se siente feliz de haber conocido a estas personas amables y decididas a compartir con ella su tiempo y su cultura. Comparten historias de viajes, de sus hogares y de sus sueños para el futuro. La conversación fluye naturalmente, a pesar de las barreras lingüísticas.
Emma sugiere que salgan a caminar juntos y explorar la ciudad. A Maria le parece una excelente idea, ya que no ha tenido la oportunidad de ver mucho de Viedma. Los cinco caminan por la ciudad, visitan museos y galerías de arte, y disfrutan de la comida local en pequeños restaurantes. Wolfgang y Karl se divierten aprendiendo palabras y frases en español, mientras que Emma y Franziska practican las que ya saben.
Después de una larga caminata, los cinco vuelven al hostel, donde comparten una cena casera preparada por ellos mismos. La comida es deliciosa y la compañía es cálida y amistosa. Después de la cena, deciden sentarse en la sala común y charlar un rato más antes de retirarse a sus habitaciones.
Mientras se sientan juntos en el sofá, Maria se siente agradecida por haber encontrado a estas personas amables y generosas. Se da cuenta de que, aunque su viaje comenzó como una aventura solitaria, ha conocido a algunas personas increíbles en el camino. Y tal vez, en lugar de buscar algo más, lo que realmente necesitaba era la simple compañía y amistad de otros seres humanos.
María y sus nuevos amigos alemanes se dirigen a la habitación compartida del hostel, encontrándose con la sorpresa de que una de las camas ya está ocupada por alguien desconocido. Deciden no hacer caso y se preparan para pasar la noche, conversando animadamente mientras se turnan para cocinar y disfrutar de una cerveza fría.
Mientras María y sus nuevos amigos alemanes conversan y se preparan para pasar la noche en la habitación compartida del hostel, escuchan un ruido en la puerta y ven entrar a una mujer mayor, visiblemente ebria, que se tambalea mientras camina hacia una de las camas. Los demás huéspedes la observan con curiosidad y cierta preocupación, pero deciden respetar su privacidad y no entablar conversación.
La mujer se desviste rápidamente y se acuesta en la cama, dando un profundo suspiro antes de dormirse rápidamente. María y sus amigos se acomodan en sus camas, tratando de no hacer ruido mientras la mujer sigue durmiendo plácidamente.
A la mañana siguiente, María y sus amigos se levantan temprano y se preparan para un nuevo día de aventuras. Al despertar, se encuentran con la mujer que llegó la noche anterior, quien ahora está despierta y luciendo un poco mejor, aunque todavía un poco mareada.
María se presenta y la mujer se presenta como Céline, una mochilera francesa que ha estado viajando por Sudamérica durante varios meses. A pesar de la resaca de la noche anterior, Céline es muy educada y conversadora, y pronto se une al grupo de amigos en su desayuno y planificación de actividades.
Durante el desayuno, Céline comenta que ha traído una carpa y una bolsa de dormir, pero aún no las ha utilizado. Los demás huéspedes asienten y coinciden en que también han traído equipo de camping pero no lo han utilizado aún. Comienzan a hablar sobre las posibilidades de acampar en los alrededores del hostel y explorar la naturaleza de la región.
Después del desayuno, deciden salir a dar un paseo y buscar un buen lugar para acampar. Céline se une a ellos, y juntos caminan por el hermoso paisaje de la región, disfrutando del sol y el aire fresco. Durante el paseo, se ríen y charlan animadamente, compartiendo historias y anécdotas sobre sus viajes y experiencias.
Finalmente, encuentran un lugar ideal para acampar, con una vista impresionante del río y las montañas circundantes. Pasan el día explorando la zona y disfrutando de la naturaleza, y por la noche, montan las carpas y se reúnen alrededor de una fogata para cenar y compartir más historias.
A medida que la noche avanza, la conversación se vuelve más íntima y personal, y Céline confiesa que está pasando por un momento difícil en su vida. Los demás huéspedes la escuchan atentamente y le brindan su apoyo y solidaridad. Juntos, comparten una noche mágica bajo las estrellas, sintiéndose unidos y conectados por la aventura y la camaradería.
Después de la cena, Céline saca una botella de whisky del interior de su mochila y la comparte con todos los presentes. Las llamas de la fogata iluminan sus rostros mientras ríen y hablan animadamente.
"Este whisky es una delicia", dice Karl, saboreando su trago. "¿De dónde lo has conseguido, Céline?"
"Oh, lo compré en una tienda local", responde ella, pasando la botella a Emma. "Pensé que sería agradable compartirlo con ustedes".
"¡Y vaya que lo es!", dice Emma, riendo mientras toma un sorbo. "Nunca he probado un whisky tan suave y aromático".
Mientras la noche avanza, la conversación se vuelve más personal y sensual. Céline cuenta historias de sus viajes por el mundo, y las parejas se toman de las manos y se miran con ojos llenos de amor y deseo.
María siente un calor que le sube por la espalda al escuchar a Céline describir su experiencia en una playa nudista de la costa francesa. "Fue una experiencia liberadora", dice Céline, mirando a María con una sonrisa. "Sentir el sol y la brisa en mi piel sin ningún tipo de prejuicio o vergüenza fue algo mágico".
María no puede evitar sentirse atraída por la sensualidad y la libertad que emana Céline. "Debe de haber sido una experiencia increíble", responde María, tratando de sonar casual. "Siempre he querido visitar una playa nudista, pero nunca me he atrevido".
"Deberías intentarlo algún día", responde Céline, mientras destapa la botella de whisky y convida a todos los huéspedes. "La libertad que se siente al dejar atrás los prejuicios y la ropa es incomparable".
Los demás huéspedes asienten con entusiasmo, y poco a poco se van relajando y compartiendo sus propias experiencias y deseos. "Yo siempre he querido hacer un trío", confiesa uno de los alemanes, mirando a su pareja con una sonrisa traviesa.
Céline ríe, aparentemente sin sorpresa. "¡Yo he tenido varios tríos! Es una experiencia muy interesante, pero solo si todos están cómodos y de acuerdo".
María sonríe, sintiéndose cada vez más atraída por Céline y su aura de libertad. "Suena como algo increíble", responde María, acercándose un poco más a Céline. "Yo nunca he tenido la oportunidad de probar algo así".
Céline se inclina hacia María y le susurra al oído: "No tienes que ir a ninguna playa para sentirte libre y cómoda con tu cuerpo". María siente un cosquilleo en su estómago y se estremece ligeramente al sentir la cercanía de Céline.
Mientras tanto, las dos parejas de alemanes continúan bebiendo y charlando, sin darse cuenta de la tensión sensual que se está desarrollando entre María y Céline. Sin embargo, la atmósfera en la fogata es cada vez más cargada y sugerente, y todos parecen estar esperando algo que aún no ha sucedido.
Después de la cena, Céline y María deciden dar un paseo por los alrededores del campamento, alejándose un poco del ruido de las risas y las charlas de los demás huéspedes. La noche es fresca y las estrellas brillan en el cielo, creando un ambiente mágico y romántico.
Céline toma la mano de María mientras caminan por un sendero rodeado de árboles y arbustos. "¿Te gusta este lugar?", pregunta Céline, sonriendo dulcemente.
"Es hermoso", responde María, mirando a su alrededor y luego a Céline. "Gracias por traerme aquí".
Céline se detiene y se acerca a María, mirándola fijamente a los ojos. "No te agradezcas a mí", dice en voz baja. "Eres tú quien ha hecho que esta noche sea especial para mí".
María siente cómo su corazón late más rápido mientras se acerca aún más a Céline. "¿Cómo puede ser esto especial para ti?", pregunta, sintiéndose tímida y vulnerable.
Céline le sonríe suavemente y le acaricia el pelo. "Porque estás aquí conmigo", dice. "Porque eres hermosa y dulce y me haces sentir viva".
María siente que su cuerpo se calienta con las palabras de Céline y se acerca un poco más a ella. "Tú también me haces sentir viva", dice en voz baja.
Céline se inclina y le da un suave beso en los labios, luego se aleja un poco para mirarla. "Me gustas mucho, María", dice con ternura. "Me gustaría besarte de nuevo, si eso está bien para ti".
María siente un escalofrío recorrer su cuerpo y asiente lentamente con la cabeza. Céline se acerca de nuevo y la besa con más intensidad esta vez, su lengua explorando la boca de María mientras la abraza fuertemente.
Después de un rato, se separan y se miran a los ojos, sonriendo. "Eso fue increíble", dice Céline. "Me encantaría seguir besándote toda la noche".
María se siente un poco aturdida pero emocionada, y se acerca de nuevo a Céline para unirse a otro beso apasionado.
María y Céline caminan de regreso hacia el campamento, disfrutando de la brisa fresca de la noche. Mientras caminan, Céline le pregunta a María acerca de su vida en su país de origen.
"La verdad es que me siento un poco perdida", admite María. "Estoy tratando de descubrir lo que quiero hacer con mi vida, pero siento que no tengo una dirección clara".
Céline asiente comprensivamente. "Entiendo lo que quieres decir. Yo también he estado en ese lugar. Pero aprendí que lo importante es disfrutar del momento presente y no preocuparse tanto por el futuro. A veces las cosas simplemente caen en su lugar".
María asiente, agradecida por las palabras de aliento de Céline. A medida que se acercan al campamento, pueden escuchar el sonido de las risas y la música en la distancia.
"Parece que nuestros amigos están pasándola bien", comenta Céline con una sonrisa. "Y con esa botella de whisky, ¡seguro que están en una fiesta!"
Céline, que ha estado muy abierta sobre su vida sexual y experiencias pasadas, continúa la conversación en un tono más íntimo y seductor. "¿Alguna vez han tenido un encuentro sexual casual y liberador?", pregunta, mientras mira a los demás con una sonrisa coqueta.
María se siente un poco intimidada por la pregunta, pero también intrigada. Karl y Franziska intercambian una mirada y una sonrisa antes de que Karl hable. "Bueno, en realidad sí. Hace unos años, mientras estábamos de vacaciones en Tailandia, conocimos a una pareja y terminamos teniendo una noche muy divertida juntos".
Los demás huéspedes escuchan con atención y Céline toma la palabra. "Creo que ese tipo de experiencias pueden ser muy liberadoras y emocionantes. Nos permiten explorar nuestra sexualidad de una manera segura y consensuada".
Wolfgang y Emma parecen un poco más reservados en la conversación, pero están disfrutando de la compañía y la energía en el grupo. La noche continúa con conversaciones íntimas y reveladoras, mientras la botella de whisky sigue circulando entre los huéspedes.
Finalmente, todos se retiran a sus carpas, sintiéndose unidos por la experiencia compartida y la intimidad emocional que han creado juntos. Mientras María se acomoda en su saco de dormir, no puede evitar pensar en las palabras de Céline.
María se siente un poco sola en su carpa, pero se permite disfrutar de la tranquilidad y la belleza de la noche estrellada. En un momento, escucha unos pasos acercándose y una voz susurrando su nombre: "María, ¿estás despierta?", pregunta Céline.
María se siente emocionada al oír la voz de Céline, pero también un poco nerviosa. "Sí, estoy despierta", responde ella, abriendo el cierre de su carpa y encontrando a Céline agachada frente a ella, sonriendo con dulzura.
Celine se desliza suavemente por la entrada de la carpa de María, cerrando la cremallera detrás de ella. La luz de la luna llena brilla en el interior, iluminando apenas lo suficiente para que pueda ver a María acostada en su saco de dormir. Celine se acerca lentamente, con una sonrisa en los labios.
"¿Puedo acurrucarme contigo un rato?", pregunta Celine en un susurro. María se da la vuelta para mirarla, sorprendida por su presencia. "Por supuesto", responde, abriendo espacio para que Celine se acueste junto a ella.
Celine se acurruca contra el cuerpo de María, sintiendo el calor de su piel a través de la ropa de dormir. Las dos mujeres se quedan en silencio por un momento, disfrutando del contacto físico. Celine rompe el silencio: "Me siento tan conectada contigo, María. Me gusta mucho pasar tiempo contigo".
La noche transcurre lentamente, y a medida que pasan las horas, la energía entre Céline y María se intensifica. A pesar del frío, la carpa se siente caliente y acogedora gracias a la cercanía de sus cuerpos. Sin decir una palabra, Céline se mueve más cerca de María y acaricia su cabello con delicadeza. María siente un escalofrío recorrer su cuerpo, y su corazón late con fuerza en su pecho.
Con los ojos cerrados, María se permite entregarse a las sensaciones que Céline le provoca. Siente su piel caliente y suave, y el aroma dulce de su perfume la envuelve por completo. Sin poder resistirse más, María coloca su mano en el muslo de Céline y comienza a acariciarlo con suavidad.
Céline se estremece ante el contacto, y suspira con placer. Con movimientos lentos y sensuales, Céline desliza su mano por el cuello de María, y acaricia suavemente su mejilla. Sus ojos se encuentran, y en ese momento, María sabe que no puede resistirse a la tentación que Céline le ofrece.
Con un gesto suave, Céline se acerca a los labios de María, y las dos mujeres se funden en un beso apasionado. El tiempo se detiene en ese momento, y ambas mujeres se entregan por completo a la pasión que las consume.
Luego, acarició suavemente su entrepierna por encima de la ropa interior, haciendo que María gimió de nuevo. "Te quiero tanto", susurró Céline en su oído, mientras seguía tocándola. "Eres tan hermosa y sensual". María se sintió tan amada y deseada en ese momento, que no pudo evitar sentirse aún más excitada.
Céline se movió aún más cerca de María, frotando su cuerpo contra el suyo. Luego, deslizó su mano dentro de la ropa interior de María, explorando con delicadeza su sexo. María se arqueó de nuevo, esta vez más fuerte, y dejó escapar un gemido ahogado. "Oh, Céline... eres increíble", susurró, mientras se abrazaba más fuerte a ella.
María gimió suavemente al sentir la mano de Céline en su entrepierna. "Céline... esto es tan intenso", susurró, mientras su respiración se hacía más pesada.
Céline respondió con una sonrisa, "Lo sé, María. Disfruta, preciosa". Sus labios se encontraron de nuevo en un beso ardiente, mientras Céline continuaba acariciando el sexo de María con movimientos cada vez más rápidos y precisos.
Céline sonrió, sabiendo que estaba haciendo sentir a María muy bien. Continuó acariciándola, moviendo sus dedos de manera experta y suave. María cerró los ojos, dejando que la ola de placer la envolviera completamente. Se sintió como si nada más importara en ese momento, excepto el intenso placer que Céline estaba haciendo que sintiera.
María no pudo evitar gemir más fuerte, mientras su cuerpo comenzaba a arquearse con el placer. "Oh, Céline... no puedo aguantar más", susurró.
Céline sonrió con ternura y deslizó su mano más profundo debajo de los pantalones de María, encontrando su lugar más sensible. "No tienes que aguantar más, mi amor", susurró mientras continuaba acariciando. "Solo déjate ir y déjame cuidar de ti".
María se dejó llevar por el placer, permitiendo que los movimientos expertos de Céline la llevaran al borde del éxtasis. Sus manos se aferraron a los hombros de Céline mientras su respiración se volvía más rápida y entrecortada. Finalmente, su cuerpo estalló en un orgasmo poderoso, haciendo que gemidos ruidosos escaparan de sus labios.
Céline la sostuvo suavemente mientras María recuperaba el aliento. "¿Estás bien, mi amor?", preguntó con ternura.
María sonrió y asintió. "Sí, estoy bien. Eso fue increíble", dijo, todavía jadeando un poco.
Maria deslizó sus manos por el cuerpo de Céline, desabotonando su camisa y deslizándola suavemente de sus hombros. Con un gesto de complicidad, Céline se inclinó hacia ella, permitiendo que María la despojara de su ropa. María admiró la belleza desnuda de Céline por un momento antes de inclinarse y comenzar a besar y lamer suavemente los pezones endurecidos de Céline.
Céline gimió suavemente mientras María continuaba su exploración, deslizando sus manos por el cuerpo de Céline y acariciando suavemente su clítoris con los dedos. Finalmente, María se movió hacia abajo, deslizando su lengua a lo largo de los labios de Céline y explorando su interior con habilidad y pasión.
Céline arqueó la espalda, su respiración acelerándose mientras María la llevaba al borde del éxtasis una y otra vez, hasta que finalmente se rindió al placer abrumador que la consumió por completo. Mientras Céline se recuperaba, María la abrazó, sintiéndose agradecida por haber tenido la oportunidad de experimentar tanta pasión y amor con alguien tan especial.
Las dos mujeres se quedaron abrazadas desnudas dentro de la bolsa de dormir, disfrutando de la cercanía y el calor mutuo. Céline acariciaba suavemente la piel de María mientras esta descansaba su cabeza en su hombro, satisfecha y feliz después de haber compartido una noche tan íntima y apasionada.
"Mmmm...esto ha sido increíble", susurró María con una sonrisa. "Nunca había sentido tanta pasión y conexión con alguien".
Céline le besó suavemente la frente y le acarició el cabello. "Yo tampoco, María. Esta noche ha sido mágica para mí también".
Se quedaron en silencio durante unos momentos, disfrutando del calor y la cercanía del otro. Finalmente, Céline rompió el silencio: "Creo que ha llegado el momento de levantarnos y prepararnos para el día. ¿No crees?"
María asintió, y las dos mujeres comenzaron a vestirse lentamente, disfrutando de la cercanía y el contacto físico a medida que se ayudaban mutuamente a ponerse la ropa. Cuando estuvieron listas, salieron juntas de la carpa y se encontraron con el sol brillante y el aire fresco de la mañana.
"¡Buenos días, chicas!", exclamó Franziska mientras se acercaba. "¿Listas para un día lleno de aventuras?"
Céline y María se miraron el uno al otro, sonriendo ampliamente, sabiendo que habían vivido una aventura muy diferente a la que esperaba Franziska. Pero por ahora, estaban contentas de mantener su secreto entre ellas dos, saboreando los recuerdos de una noche apasionada y romántica bajo las estrellas.
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