Maria se aplica un enema
Maria entró en la farmacia, nerviosa por lo que le había recetado su médico. Sabía que necesitaba un enema, y recordaba que en esa farmacia los realizaban. Miró alrededor y vio a un farmacéutico detrás del mostrador.
"¿En qué puedo ayudarte?", preguntó el farmacéutico con amabilidad.
Maria tomó aire y respondió: "Necesito un enema, mi médico me lo ha recetado".
El farmacéutico asintió y le explicó cómo funcionaba el enema, así como los posibles efectos secundarios. María lo escuchó atentamente, aunque ya había investigado sobre el tema antes de ir a la farmacia.
El farmacéutico le entregó el enema y le dio instrucciones detalladas sobre cómo usarlo. María agradeció su ayuda y salió de la farmacia, sintiéndose un poco más tranquila pero todavía un poco nerviosa por la experiencia que le esperaba.
Después de comprar el enema en la farmacia, María se apresuró a regresar a su casa, ansiosa por seguir las instrucciones de su médico. Sabía que necesitaba usar el enema para aliviar el dolor y la incomodidad que estaba sintiendo en su estómago.
Al llegar a casa, se dirigió directamente al baño y comenzó a preparar el enema. Mientras lo hacía, su mente divagaba y recordaba sus experiencias previas con los enemas, algunas más incómodas que otras.
Finalmente, terminó de preparar el enema y se colocó en posición para usarlo. Sintió una punzada de ansiedad mientras se preparaba para insertar el tubo en su recto, pero sabía que era lo que necesitaba para sentirse mejor.
Con cuidado, María insertó el tubo y comenzó a administrar el enema. Sintió una sensación de plenitud y placer a medida que el líquido entraba en su cuerpo, pero también sintió un alivio inmediato en su estómago.
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