Maria le brinda masajes profesionales a Carlos



Carlos llegó a la casa de María con una sonrisa amable en su rostro, mostrando su excelente estado físico a pesar de sus 52 años. María lo recibió con la misma sonrisa, sintiendo una atracción inmediata por él.

El cliente se acostó boca arriba en la camilla, mientras María preparaba los aceites para el masaje. Ella se aseguró de que la temperatura de la habitación fuera agradable y comenzó a masajear sus hombros con movimientos suaves pero firmes.

"¿Estás cómodo, Carlos?", preguntó María con una sonrisa amable.

"Sí, muy cómodo", respondió Carlos, cerrando los ojos y relajándose bajo las manos de María.

Ella continuó masajeando sus hombros, luego su cuello y su espalda, siempre con un toque suave pero firme. Carlos se dejaba llevar por la sensación de relajación y bienestar que invadía su cuerpo, y su respiración se hacía cada vez más lenta y profunda.

"Realmente necesitaba esto", suspiró Carlos. "Estoy bajo mucho estrés últimamente en el trabajo y esto es justo lo que necesitaba para relajarme".

María sonrió, sintiéndose satisfecha por poder ayudarlo. "Me alegra poder hacerlo sentir mejor, Carlos. Ese es mi objetivo como masajista".

Después de haber masajeado su espalda, María se movió hacia las piernas de Carlos, comenzando por los pies y subiendo lentamente hacia los muslos. Carlos no podía evitar sentir la excitación creciente en su cuerpo mientras ella lo masajeaba, y su miembro comenzó a endurecerse.

María notó la reacción de Carlos y decidió aprovechar la oportunidad. Sin embargo, decidió proceder con cuidado y respeto, sabiendo que era importante mantener un ambiente profesional y no cruzar límites innecesarios.

"¿Te gustaría que me concentre en alguna área en particular, Carlos?", preguntó María con una sonrisa seductora.

"La verdad es que todo se siente muy bien, María", respondió Carlos con voz ronca. "Pero si quisieras pasar un poco más de tiempo en las piernas, no me importaría en absoluto".

María asintió, sintiendo la excitación creciente en su cuerpo mientras se enfocaba en las piernas de Carlos. Cada vez que llegaba a sus muslos, notaba que su respiración se hacía más fuerte y su miembro se endurecía aún más.

De repente, María se dio cuenta de que su mente estaba divagando hacia lugares más íntimos. Recordó lo que había notado antes y se preguntó si sería apropiado llevar las cosas un paso más allá. Aunque su objetivo principal era darle a Carlos el mejor masaje de su vida, no podía ignorar la creciente excitación que sentía en su propio cuerpo.

Finalmente, se decidió y comenzó a masajear la parte interna de los muslos de Carlos con más firmeza y precisión, sabiendo que era una zona altamente erógena. Carlos comenzó a gemir más fuerte, su respiración se hizo más agitada y su miembro se puso aún más duro. María sonrió, sintiendo que estaba haciendo un gran trabajo.

"¿Te gusta?" preguntó María, acercándose a su oído para susurrarle.

"Oh, sí", respondió Carlos, jadeando. "Estoy disfrutando mucho esto".

María sintió su cuerpo temblar ante la excitación que le provocaba la respuesta de Carlos. Decidió tomar las cosas un poco más lejos y comenzó a masajear suavemente su miembro con una mano mientras continuaba trabajando en sus muslos con la otra. 

María notó como el miembro de Carlos se endurecía aún más bajo sus manos y sonrió para sí misma, sintiendo la excitación creciente en su cuerpo. Con delicadeza, comenzó a acariciar su miembro con las manos y los labios, mientras Carlos gemía de placer.

"María, eres una experta en esto", dijo Carlos con voz ronca. "No puedo resistirme a tus manos".

María sonrió y continuó masajeando su miembro con habilidad, sintiendo como la excitación crecía en ella también. Carlos se entregaba cada vez más a sus manos, dejándose llevar por las sensaciones placenteras.

Finalmente, Carlos llegó al clímax y María tomó su semen con deleite, saboreando el fruto de su trabajo con satisfacción.

María se sintió excitada al sentir el orgasmo de Carlos, sabiendo que había alcanzado el objetivo de brindarle el máximo placer posible. Saboreó su semen con deleite, sintiendo la calidez y la textura en su boca. 

Después de unos minutos de reposo, Carlos se incorporó y le agradeció a María por el increíble masaje. María sonrió, sintiéndose satisfecha por su trabajo. 

"Estoy feliz de haberlo disfrutado, Carlos", dijo María con una sonrisa. "Espero que regreses pronto". 

Carlos le devolvió la sonrisa y se vistió lentamente. "Definitivamente volveré, María. Eres la mejor masajista que he tenido". 

María se despidió de Carlos con una sonrisa y esperó a que saliera de su estudio. Una vez que se fue, ella suspiró, sintiéndose agotada pero feliz. Había logrado su objetivo de hacer que su cliente se sintiera increíblemente bien y estaba ansiosa por hacer lo mismo con otros clientes en el futuro.

Después de que su cliente se hubo retirado, María decidió dedicar un poco de tiempo a su propio placer. Se dirigió a su habitación y se tumbó en la cama, dejando que sus manos exploraran su cuerpo. 
María cerró los ojos y suspiró al sentir el tacto suave de sus dedos recorriendo su piel, acariciando sus pechos y bajando hacia su entrepierna. Su respiración se aceleró a medida que sus dedos se deslizaban por sus labios vaginales, sintiendo el calor y la humedad de su propia excitación.

Dejando que su cuerpo la guiara, María comenzó a estimular su clítoris con suaves movimientos circulares. Cada vez que rozaba el punto justo, un cosquilleo la recorría y gemía de placer, su cuerpo temblando bajo las sensaciones.

Con una mano, María siguió acariciando su clítoris mientras con la otra se adentraba en su interior, sintiendo la humedad y la tensión en sus músculos. Se dejó llevar por el placer que le proporcionaba su propia mano, gimiendo suavemente mientras aumentaba el ritmo.

Finalmente, María llegó al clímax, su cuerpo temblando bajo las olas de placer. Se quedó tumbada unos minutos más, disfrutando de la sensación de bienestar que la invadía antes de levantarse y prepararse para dormir.

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