Isabella Capítulo 8: "La noche más apasionada"
Después de la charla con Samantha, Isabella decidió darle otra oportunidad a Daniel. A pesar de que él la había lastimado, no podía negar que lo amaba con todo su ser.
Isabella y Daniel se encontraron en la entrada del café, él con una sonrisa nerviosa en el rostro.
— Hola —dijo ella, acercándose para darle un beso en la mejilla.
— Hola, Isabella. Gracias por venir —respondió él, visiblemente emocionado.
Se sentaron en una mesa junto a la ventana, y Daniel le contó sobre su día en el trabajo. Isabella se mantuvo atenta, aunque su mente estaba en otro lado.
De repente, ella se levantó de su silla y se acercó a él. Tomándolo por sorpresa, lo besó apasionadamente mientras sus manos comenzaban a explorar su cuerpo.
— Isabella, ¿qué estás haciendo? —preguntó él, jadeando por la sorpresa.
— Quiero sentirte —respondió ella, mientras bajaba la mano hacia la entrepierna de Daniel.
Él se estremeció ante su toque y su cuerpo comenzó a reaccionar. Isabella se deslizó debajo de la mesa y comenzó a desabrochar su pantalón. Sus labios se posaron sobre su miembro, y comenzó a acariciarlo con la lengua.
Daniel gimió de placer, y su mano se deslizó por debajo de la mesa para acariciar el cabello de Isabella. Ella continuó con sus movimientos lentos y sensuales, disfrutando de cada sonido que salía de la boca de Daniel.
Finalmente, ella se detuvo y volvió a su silla, mientras él trataba de recuperar la compostura.
— Eso fue… inesperado —dijo él, sonriendo tímidamente.
— Lo siento si te he incomodado —respondió ella, con una sonrisa pícara en el rostro.
— No, para nada. Solo no me lo esperaba.
Isabella le tomó de la mano y le dijo:
— Me gustas mucho, Daniel. Y quiero que sepas que esto que acaba de pasar no es solo por el placer físico. Quiero que sepas que siento una gran conexión contigo.
Daniel sonrió y le devolvió el apretón de mano.
— Yo también siento lo mismo por ti, Isabella.
Se miraron el uno al otro por un momento, disfrutando de la sensación del contacto físico. Luego, Isabella le dijo:
— ¿Por qué no seguimos esto en algún otro lugar más privado?
Daniel no respondió de inmediato, pero su mirada lo dijo todo. Tomó la mano de Isabella y la llevó a través del bar, pasando por la puerta de salida hacia la calle.
El aire fresco de la noche les acarició el rostro mientras caminaban por la calle en silencio, pero con la tensión sexual palpable. Pronto llegaron a un hotel cercano y subieron juntos en el ascensor.
Ya en la habitación, Daniel tomó a Isabella en sus brazos y la besó apasionadamente, explorando cada rincón de su boca con su lengua. Luego, la llevó hasta la cama y la recostó con suavidad.
Comenzaron a besarse de nuevo, mientras sus manos acariciaban los cuerpos del otro. Daniel deslizó sus manos por el torso de Isabella, acariciando sus senos con suavidad antes de tomarlos con firmeza, haciendo que ella soltara un gemido de placer.
Isabella respondió deslizando sus manos por el pecho de Daniel, y bajándolas lentamente hasta llegar a su entrepierna. Sintió como su miembro crecía bajo su toque, lo que la excitó aún más.
Daniel se deshizo de su ropa rápidamente, mostrando su cuerpo musculoso y bien formado a Isabella, quien no pudo evitar mirar fijamente su miembro erecto. Él la tomó de las piernas y las separó suavemente, acercando su rostro a su intimidad.
Isabella cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones que su cuerpo experimentaba. Daniel la tocó con suavidad, acariciando sus labios con sus dedos antes de introducir su lengua. Isabella se retorció de placer, incapaz de contener los gemidos que salían de su boca.
La pasión entre los dos se intensificó, llevándolos a un punto de éxtasis. Se fundieron en un abrazo, sintiendo el calor del otro en su piel. Finalmente, se quedaron dormidos, abrazados y completamente satisfechos.
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