Isabella Capítulo 19 "El despertar de Daniel"



 Gabriela se despertó temprano esa mañana y se tomó su tiempo para preparar el desayuno para los cuatro. Preparó unas tostadas, huevos revueltos y un par de cafés humeantes. Samantha e Isabella se apresuraron a comer y se despidieron rápidamente para ir a trabajar.


Una vez que se fueron, Gabriela y Daniel se quedaron solos en la casa. Se sentaron en la mesa, tomándose su tiempo para disfrutar del desayuno juntos. Gabriela se sentía cómoda y relajada con Daniel, y eso le permitió ser más abierta y vulnerable.


Cuando terminaron de desayunar, Gabriela se levantó y caminó hacia Daniel. Lo besó suavemente en los labios, pero luego se detuvo y lo miró a los ojos con ternura.


"¿Sabes qué?" dijo Gabriela con una sonrisa.


"¿Qué?" preguntó Daniel, curioso.


"Me encanta tu cuerpo," respondió Gabriela. "Tienes un cuerpo increíblemente sexy."


Daniel sonrió, avergonzado pero halagado. Luego, sin pensarlo dos veces, Gabriela comenzó a desabrochar su camisa y lo llevó hacia el sofá. Se sentaron uno junto al otro y se besaron apasionadamente.


Gabriela se tomó su tiempo para explorar el cuerpo de Daniel. Lo tocó y lo acarició suavemente mientras lo besaba. Luego, mientras seguía besándolo, desabrochó sus pantalones y los dejó caer al suelo.


Los dos compararon sus penes, y Gabriela se dio cuenta de que el de Daniel era un poco más pequeño que el suyo. Pero eso no le importaba en absoluto; de hecho, le encantaba el tamaño de su miembro.


Gabriela deslizó su mano por el cuerpo de Daniel y lo acarició suavemente mientras lo besaba de nuevo. Luego se movió hacia abajo y comenzó a darle un suave masaje en los testículos, lo que hizo que Daniel gemiera de placer.


Gabriela se tomó su tiempo para explorar su cuerpo, tocándolo y acariciándolo mientras se besaban apasionadamente. Los dos se entregaron a sus sentimientos y deseos, disfrutando cada momento juntos.

Daniel se dejó llevar por la pasión mientras Gabriela le acariciaba el ano con un dedo, dilatándolo lentamente. Él gemía de placer, experimentando una nueva sensación que lo hacía sentir aún más conectado con ella.


Finalmente, Gabriela lo penetró suavemente con su miembro erecto, mientras Daniel cerraba los ojos y gemía de felicidad. Sentía como su cuerpo se estremecía con cada movimiento de Gabriela, entregándose por completo a ella.


Después de un rato, Gabriela lo abrazó con ternura mientras Daniel se recuperaba de la experiencia, sintiendo una emoción que no había experimentado antes. Era como si se hubiera liberado de una carga que llevaba consigo desde hacía mucho tiempo.


"Gracias", dijo Daniel, con lágrimas en los ojos. "No sé cómo agradecerte por esto".


"No tienes que agradecerme nada", respondió Gabriela, besando suavemente sus labios. "Solo quería hacerte sentir amado y deseado".


Daniel se arrodilló frente a ella y comenzó a besar sus muslos, acercándose lentamente a su entrepierna.

Gabriela se movió sobre él, frotando su pene contra su cara, metiendoselo a Daniel en la boca, sacandolo para pasarselo por los ojos, por las mejillas, le golpeteaba suavemente la frente y la nariz, se lo pasaba por las orejas y volvia a meterselo en la boca, y luego se separó para mirarlo a los ojos.


"Quiero que me hagas tuyo", dijo Gabriela con voz seductora.


Daniel asintió, emocionado y nervioso al mismo tiempo. Gabriela se movió hacia atrás para acostarse en la cama y se abrió de piernas, invitando a Daniel a penetrarla.


Daniel se arrodilló entre las piernas de Gabriela y la miró a los ojos mientras deslizaba un dedo dentro de ella. Gabriela gimió y arqueó la espalda, instándolo a seguir. Luego, Daniel la penetró suavemente con su pene.


Gabriela gemía con cada movimiento de Daniel, y él se sintió abrumado por la sensación de estar dentro de ella. Daniel se esforzó por darle el máximo placer, y Gabriela lo envolvió con sus brazos, besándolo y acariciando su espalda.


Luego, Gabriela se dio vuelta, invitando a Daniel a penetrarla por detrás. Daniel no había hecho esto antes, pero Gabriela lo tranquilizó y lo guió. Él se sintió más cómodo con cada movimiento y Gabriela gemía con cada embestida.


Finalmente, Daniel llegó al orgasmo y se derrumbó sobre Gabriela, abrazándola fuertemente. Gabriela lo acarició suavemente mientras él lloraba de felicidad, sintiéndose liberado y conectado con ella de una manera que nunca antes había experimentado.

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