Alejandra ya no es Alejandro - 1 -


 Alejandra se miró en el espejo y contempló su cuerpo con detenimiento. Sus pechos comenzaban a tomar forma, gracias a las hormonas que tomaba todos los días. Aunque todavía eran pequeños, se sentía feliz y emocionada por el cambio. Se acarició suavemente la piel, sintiendo la textura suave y sedosa, y sonrió admirando su cuerpo y sus curvas recién adquiridas gracias a las hormonas que había estado tomando. Su cabello largo y castaño caía en cascada sobre sus hombros y sus grandes ojos castaños parecían mirarse a sí mismos en el espejo. En ese momento, notó la protuberancia entre sus piernas, su pene.

Luego, se vistió cuidadosamente, eligiendo una lencería delicada y un vestido ajustado que realzaba sus curvas. Se miró de nuevo en el espejo y se sintió atractiva y cómoda con su cuerpo.


Alejandra salió de su habitación y fue a la cocina, donde encontró a sus amigos Mavi y Claudio. Ambos estaban sentados en la mesa, tomando un café y charlando animadamente.


Mavi era una mujer de cabello corto y ojos verdes, con un estilo punk-rock que contrastaba con la apariencia más sofisticada de Alejandra. Claudio, por su parte, era un joven alto y delgado, con un aire desenfadado y una sonrisa encantadora.


¡Buenos días, Ale! -saludó Mavi, levantándose de la silla para abrazarla-. ¿Cómo estás hoy?


Bien, gracias -respondió Alejandra, correspondiendo al abrazo con una sonrisa-. Hoy me siento especialmente contenta.


¿Por qué? -preguntó Claudio, interesado.


Porque siento que mi cuerpo está cambiando, cada día un poco más. -dijo Alejandra, emocionada-. Mis pechos están creciendo gracias a las hormonas, y cada vez me siento más cómoda con mi nueva apariencia.


Nos alegra mucho escuchar eso -dijo Mavi, tomándole la mano a Alejandra-. Sabemos que no ha sido fácil para ti, pero estamos aquí para apoyarte en todo lo que necesites.


Los tres amigos continuaron charlando animadamente, compartiendo anécdotas y risas. Era un momento de camaradería y amistad que Alejandra valoraba enormemente. Se sentía afortunada de tener a Mavi y a Claudio a su lado, y de poder vivir su vida con libertad y aceptación.


Finalmente, Alejandra se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta, lista para comenzar su día.


Nos vemos más tarde, chicos -dijo, despidiéndose con una sonrisa-. ¡Que tengan un buen día!

Con paso firme y decidido, Alejandra salió del departamento y se adentró en las calles de Buenos Aires, lista para enfrentar lo que el día le deparara.

Caminaba por las calles de Palermo, disfrutando del sol que se filtraba entre las nubes. Llevaba unos jeans ajustados y una blusa floja que le dejaba ver un poco de piel en la cintura. Se sentía cómoda y atractiva con su nuevo cuerpo, y disfrutaba del efecto que causaba en las personas que se cruzaban con ella.


En un momento dado, se topó con un hombre que estaba parado en la esquina. Era alto, moreno y tenía unos ojos verdes profundos que la miraban fijamente. Alejandra se sintió un poco cohibida por la mirada del hombre, pero a la vez intrigada por su presencia.

Diego miró a Alejandra a los ojos con una sonrisa cálida y coqueta, y ella sintió un cosquilleo en el estómago. Era evidente que él sentía una atracción hacia ella, y aunque ella también sentía una conexión, todavía se sentía insegura acerca de su propia sexualidad.


La conversación continuó, y Alejandra se sorprendió a sí misma hablando abiertamente con él sobre su transición y su vida en general. Diego la escuchó atentamente y parecía entenderla de una manera que nadie más lo había hecho antes.


Mientras tanto, Alejandra se sintió atraída por la voz profunda y sensual de Diego, y no podía evitar sentir una leve humedad entre sus piernas. Se preguntó si él podría sentir la tensión sexual que había entre ellos.


Cuando terminaron la bebida, Diego sugirió que tal vez podrían encontrarse de nuevo para cenar en algún momento. Alejandra asintió con la cabeza, sintiéndose nerviosa y emocionada al mismo tiempo.


Después de que se fueron, Alejandra se encontró a sí misma pensando en Diego durante todo el día. ¿Qué significaba esto para su propia identidad sexual? ¿Cómo podría reconciliar sus sentimientos hacia él con su propio cuerpo y su transición?


El futuro era incierto, pero una cosa era segura: la presencia de Diego en su vida había despertado algo en ella que nunca antes había sentido.

Alejandra se sentía confundida. No podía sacar a Diego de su mente. Sus pensamientos se dirigían a él constantemente, y sentía una extraña pulsión en su cuerpo cada vez que lo recordaba. Esa noche, después de darse una ducha, se recostó en su cama, se acarició el vientre y cerró los ojos. 


Mientras se frotaba suavemente el abdomen, imaginó a Diego besándola, acariciando sus senos y sus muslos. La excitación comenzó a crecer dentro de ella, y poco a poco fue deslizando su mano hacia abajo, acariciando suavemente su pene. Imaginaba a Diego tocándola, sintiendo su piel bajo sus manos, y cada vez se sentía más caliente.


No era la primera vez que se masturbaba, pero sí la primera en que lo hacía pensando en un hombre. A pesar de la confusión que esto le provocaba, no podía evitar sentirse atraída por Diego. Se dejó llevar por las sensaciones, acariciándose suavemente, sin prisa, imaginando a Diego tocándola, besándola, amándola. 


Finalmente, llegó al orgasmo, sintiendo una sensación de liberación que la dejó exhausta y temblando. Se quedó acostada, recuperando el aliento, tratando de comprender sus sentimientos y deseos.


Hola - dijo el hombre con una sonrisa. - ¿Te puedo preguntar algo?


Claro - respondió Alejandra con una sonrisa.


¿Eres modelo o algo así? - preguntó el hombre, señalando su atuendo.


No, solo me gusta vestirme bien - respondió Alejandra, sintiéndose un poco halagada.


Bueno, tienes muy buen gusto - dijo el hombre, acercándose un poco más. - Soy Diego, ¿y tú?


Soy Alejandra - respondió ella, sintiéndose un poco nerviosa por la cercanía del hombre.


Diego le preguntó si quería tomar un café juntos, y Alejandra aceptó. Se dirigieron a un café cercano y comenzaron a charlar animadamente. Diego era un hombre interesante, con un trabajo en el mundo editorial y una vida llena de experiencias. Alejandra se sentía atraída por él, y no podía evitar pensar en cómo sería tenerlo más cerca.


A medida que la tarde avanzaba, el café se fue vaciando y Diego y Alejandra se encontraron solos en la mesa. Hablaron sobre sus vidas, sus metas y sus sueños, y se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Diego se acercó un poco más a Alejandra y le tomó la mano.


Me gusta pasar tiempo contigo, Alejandra - dijo con una sonrisa.


A mí también me gusta estar contigo, Diego - respondió ella, sintiéndose un poco ruborizada.


Los ojos verdes de Diego se clavaron en los de Alejandra, y ella sintió un cosquilleo en el estómago. ¿Podría estar enamorándose de él? ¿Sería posible que alguien como él se sintiera atraído por alguien como ella? Las preguntas se amontonaban en su mente, pero por el momento, decidió simplemente disfrutar de la compañía de Diego.

Alejandra se sentía confundida. No podía sacar a Diego de su mente. Sus pensamientos se dirigían a él constantemente, y sentía una extraña pulsión en su cuerpo cada vez que lo recordaba. Esa noche, después de darse una ducha, se recostó en su cama, se acarició el vientre y cerró los ojos. 


Mientras se frotaba suavemente el abdomen, imaginó a Diego besándola, acariciando sus senos y sus muslos. La excitación comenzó a crecer dentro de ella, y poco a poco fue deslizando su mano hacia abajo, acariciando suavemente su pene. Con su mano izquierda se tocaba el ano virgen, imaginaba a Diego tocándola, sintiendo su piel bajo sus manos, y cada vez se sentía más caliente.


No era la primera vez que se masturbaba, pero sí la primera en que lo hacía pensando en ser penetrada por un hombre, mientras se frotaba el ano con un dedo. A pesar de la confusión que esto le provocaba, no podía evitar sentirse atraída por Diego. Se dejó llevar por las sensaciones, acariciándose suavemente, sin prisa, imaginando a Diego tocándola, besándola, amándola. 


Finalmente eyaculo a grandes chorros, lenando su propio abdomen de abundante semen blanco y espeso, del que junto un poco con sus dedos y se lo llevo a la boca, saboreandolo y tragandolo todo, sintiendo una sensación de liberación que la dejó exhausta y temblando. Se quedó acostada, recuperando el aliento, tratando de comprender sus sentimientos y deseos.


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