Una noche increíble
No pensé que me sucediera.
Hace unos días me pasó una cosa que en realidad siempre había soñado, pero que nunca pensé posible.
Me llamo Armando, tengo 32 años y soy productor de video. Llevo varios años viviendo con Edna, una chava muy guapa. Si me lo permiten: está buenísima. Tiene una cintura delgada, un abdomen muy firme, piernas largas y bien torneadas, pero sobre todo, tiene un par de tetas de concursoð son deliciosas. De hecho una de las cosas que más me gusta hacer con ella es sobar mi pito entre sus increíbles balones, hasta venirme precipitadamente en su boca. Claro, que siendo sincero, tengo que admitir que lo que más me gusta de ella son sus nalgasð bien paraditas, siempre apretaditas. Su culito es algo que siempre había codiciado y que ella siempre se había negado a entregar. Algunas veces, cuando más excitada la tenía, llegué a meterle uno o dos dedos sé que le gustó, pero dice que mi verga es demasiado grande y jamás entraría por allí.
En fin, pero ese no es el tema de esta historia.
Esta historia comienza hace un par de semanas. Yo estaba trabajando en un proyecto para la filmación de un corto con Germán, un buen camarada. Infinitas veces habíamos compartido francachelas interminables y en una de esas fue que surgió la idea del corto. Él es actor pero había escrito un guión que me pareció valioso. Esa noche habíamos estado trabajando algunas ideas cuando decidimos ir a la fiesta de cumpleaños que daba un conocido de ambos. El decía que quería presentarme a una vieja que seguro nos aportaría buena parte de la lana para la película. Cuando llegamos todavía no había mucha gente. Estuvimos un rato conversando entre un wiskey y otro hasta que se acercó a Germán una chica alta, de pelo negro largísimo y un maravilloso escote que apenas lograba esconder sus erguidos pezones, que yo aproveché para rozar cuando me acerqué a saludarla. Estaba turgentes y ricos. Inmediatamente mi verga se puso dura, pero traté de controlarme porque sabía que la noche sería larga. Se llamada Claudette y era la que podía producir nuestro proyecto.
La fiesta estuvo muy divertida, el cumpleañero había contratado un show de sexo en vivo que nos puso a todos a mil. Yo estaba muy cansado, pero me resistía a irme porque no podía quitarme de la cabeza a la chica que me acababan de presentar y que no había dejado de coquetearme toda la noche. Creo que German estaba en las mismas porque mientras echábamos una firma en el baño pude ver (sin querer) que la tenía bastante tiesa. De hecho aprovecho la sacudida para sobársela unos instantes, y luego se la guardó, ajustando los pantalones para que el paquete no fuera tan evidente.
Cuando salimos del baño, parecía que Claudette había estado buscándonos, pues se aproximó a nosotros con tres copas en la mano.
— Les propongo que brindemos y vayamos a un lugar más tranquilo.
— Por mi encantado — respondió presurosamente Germán.
— A mí también se me antoja — dije provocativamente.
Brindamos hasta terminarnos las copas y subimos los tres al coche de German. De camino a su casa Claudette no paraba de lanzarme miradas ardientes por el retrovisor. Casi podía escucharla rogándome que me la cogiera. Lo único que me incomodaba era Germán. No sabía como íbamos a sacudirnoslo de encima para podernos agasajar a gusto.
Propuse que paráramos por una botella de champagn, pensando que podría emborracharlo hasta que se quedara dormido, pero ella nos dijo que había de todo en su casa.
Llegando a su casa ella nos ofreció un trago y nos dijo que nos pusiéramos cómodos. Bajó la intensidad de la luz y prendió una infinidad de velas que pusieron el ambiente más candente de lo que yo pensaba. Estuvimos un rato comentando nimiedades, hasta que ella comenzó a quitarse la ropa hasta que quedó en una diminuta tanguita qe dejaba al descubierto sus dos hermosos glúteos, y que al centro tenía una rajita por la que ella empezó a sobarse. Sus chichis, grandotas, se balanceaban rítmicamente mientas ella se encueraba.
Se subió a una mesa larga y abrió las piernas.
- Ven Armando, ponme un poco de champagn en mi conchita, me dijo lamiéndose los labios.
Yo le obedecí inmediatamente. Tomé el la botella y le rocié abundantemente el chocho . Ella gemía suavemente y se contoneabað.
— Espera, ahhh, espera—.. decía entre gemido y gemido— esto se siente delicioso— Ahora sí papacito, chupame— venga— chupame.
Yo saqué la lengua y ataqué su clítoris ferozmente. Le metí la lengua por todos lados. Estaba tan excitado que casi me olvido de la presencia de Germán. De reojo vi entonces que había sacado su pinga y se la estaba jalando excitadísimo. Pensé que era justo que pudiera por lo menos mirarnos, y volví a concentrarme ya en los jugos que chorreaban por la vagina de Claudette. Ella con la excitación al máximo se sobaba las tetas apasionadamente.
— Sigue, papacito, no pares de chuparmela, anda mete otra vez tu lengua en mi vagina, ahhh me muero. Y repentinamente volteó a mirar a German y le dijo:
— Por qué tan lejos, guapom ven, únete a la fiesta. Mira que rojito está tu pene. Ven mi amor, cómete estos melones, ándale papi, cómetelos.
Germán ni tardo ni perezoso se unió a nosotros y empezó a lamerle las tetas ya morderle los pezones.
Ella se contorneaba y gemía cada vez más fuerte. Aunque no me molestó tanto como pensé la intromisión de germán, yo quería ser el primero en penetrar su agujerito con mi pene, así es de que le di un par de lamidas más y me quité los pantalones. Ella entonces dijo:
— Vengan acá papacitos, denme un beso, quiero sentir sus lenguas, quiero comerme mis jugos.
Un poco desconcertados germán y yo nos acercamos a su boca y empezamos a besarla cada uno en una comisura, cuidando bien de no rozarnos los labios. Pero ella era toda pasión y nos besaba acaloradamente, tanto que no supe ni cómo cuando ya estábamos los tres fundidos en un húmedo y profundo beso. Poco a poco ella se fue quitando y nos dejó a nosotros besándonos sin poder parar. Mi verga estaba más parada que nunca y noté que la de Germán también, entonces, ella se acostó por debajo de nosotros acercando nuestros cuerpos, mientras nosotros seguíamos lenguetandonos hasta que con sus manos juntó nuestros dos bananos y sin más se los metió a la boca. Fue la chupada más deliciosa de mi vida porque además de la succión y los lenguetazos de ella, sentía el miembro palpitantede Germán creciendo igual que el mío. Ya que agarró el ritmo del mete saca de nuestros pitos en su boca, l! iberó las manos para masajearnos los huevos, despertando así una oleada más intensa de excitación. Así estuvimos un rato. Germán y yo besándonos y ella mamándonos las vergas incansablemente. Cuando sintió que estábamos a punto de estallar, quito su boca y se levantó diciendo
— No quiero que se vengan todavía. Hay mucho más por hacer. Germán, tú no me has chupado el coño, ven acá mi rey. Germán se acercó y comenzó a lenguetarle el clítoris haciéndola gemir.
— Ahora tú Armando, ven, te prometo que te voy a recompensar pero ahorita lámele el culo a Germán ¿quieres, rico?
Yo no estaba nada convencido pero no quería que ella detuviera el juego, así es de que hice lo que me pidió.
Ya que estuvimos los tres nuevamente muy excitados, ella tumbó a German en el piso y después de unas cuantas chupadas se ensartó su verga en la vagina. Estuvo montándolo un rato mientras yo los veía como imbécil, jalándome la verga para no perder la excitación pero muriéndome de coraje de que él la hubiera penetrado primero. Algo debe haber visto en mi cara porque mojándose los labios me dijo:
— Acérate papi, ven que te la mamo. Métela en mi boca.
Me la chupó un rato y ya que la vio bien gorda y erguida, sin dejar de montar a Germán me pidió.
— Ahora si mi amor, rómpeme el culo, venga métemela hasta adentro.
Yo no podía creerlo, definitivamente me estaba reservando la mejor parte, MMMM que rico, sin pensarlo dos veces puse la cabeza de mi pene en la entrada de su ano, y de un golpe se la dejé ir toda. Ella gritó pero en eses mismo momento, el pito de Germán en su vagina concluyó su trabajo y los dos se vinierion. Yo seguí rasgándole el culo con fuertes empellones, hasta que ella no pudo más y se vino de nuevo, entonces sí yo exploté y le llené el culo con mi meco.
Ella me pidió entonces que le limpiara el ano con la lengua, que me comiera mi propio semen. Pero yo estaba tan agradecido que acepté.
Pero allí no paró la cosa. Ella le dijo a Germán que ahora era su turno y que me limpara la verga a lenguetazos. El lo hizo fascinado y me lamió el pito hasta que se me volvió a parar, entonces ella puso a Germán en cuatro patas, y ella se colocó debajo para mamarle la verga otra vez, mientras que a mí me dijo que ahora le perforara el culo a Germán. El pareció encantado y hasta paró la colita. Estuvimos largo rato jadeando y gimiendo y sudando, pero Claudette no dejó que nos viniéramos. Antes de que eso ocurriera me ordenó inclinarme sobre una mesa, tomó la pinga parada de Germán y la dirigió a mi culo virgen dando ella misma el empellón que me lo defloraría. Me dolió un poco, es cierto, pero nunca pensé que se sintiera tan rico. Ahora entiendo porqué hay tanto puto.
Ya que todas las vergas hubieron entrado una y otra vez en todos los hoyos. Nos quedamos dormidos. Como a las seis de la mañana yo me levanté para ir a casa. En el camino no pude evitar recordar la noche tan caliente que había tenido y mi verga se volvió a parar por lo que en el elevador me la desenvainé y me la empecé a jalar. Abrí la puerta con la mano que me quedaba libre y sigilosamente pero sin dejar un instante de sobarme el pito, entré a la recamara para encontrarme a Edna, que siempre dormía desnuda, boca abajo con las nalgas al aire. Sin pensarlo, y sin darle tiempo ara reaccionar, me monté sobre ella, le separé las nalgas y de un empujón le clavé la verga hasta e fondo. Ella gritó pero yo empecé a lamerle la oreja y a sobarle las tetas para que se calmara. Poco a poco fue poniéndose más cachonda, hasta que juntos nos venimos. Yo dormí todo el día.
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