La venganza despues del pacto

 



Hola a todos los hombres y mujeres que se dispongan a leer lo que les voy a contar. A pesar de que ya saben mi nombre porque aparecí uno de los relatos de mi marido prefiero no repetirlo. Lo que sí les voy a confesar es que soy la mujer de Fabio XXX, un ya conocido en esta web. El motivo de este escrito es que recientemente descubrí a mi marido con otra bella mujer y a pesar de que lo respeto he querido vengarme. Sí, han oído bien; lo respeto y es más, me puso muy cachonda verle gozar de otra mujer. Es por esta razón que hemos llegado a un acuerdo que a las personas más puritanas quizás les sorprenda pero que a nosotros nos ha parecido la mejor solución: cada uno puede tener sexo con quien quiera siempre que después se lo cuente al otro y que cada noche pueda gozar de mi marido. Esto significa que teníamos total libertad
sexual pero debíamos cumplir con nuestra pareja. Ahora que ya les he contado un poco como fue esta reunión les contaré lo que sucedió esa noche, la noche de la venganza. Terminamos de hablar en casa cuando ya hacía un rato que había anochecido así que cené lo poco que había sobreado del mediodía, fui a bañarme y después de pensar y reflexionar
durante unos minutos en el agua salí fugazmente hacia  el ropero sin terminar de secarme el pelo y allí busqué la ropa más idónea para triunfar esa noche. Allí, desnuda delante del espejo contemplé mi más bien bajito cuerpo con unos pechos redondos y bastante grandes y la parte preferida de Fabio, mi culito. Entonces me empeveé a vestir. Lo primero fue un tanguita blanco y un sujetador muy pequeño del mismo color. Luego busqué unos pantalones blancos que me sentaban muy bien y que prácticamente no podía abrocharme de lo ajustados que eran y como no pensaba pasar frío me puse una
camisa casi transparente que dejaba entrever toda mi piel. Busqué un pequeño bolsito negro que apenas utilizaba y allí puse lo esencial. Antes de irme le ordené a Fabio que cuando llegase esa noche tenía que esconderse en el armario de nuestra habitación porque llegaría acompañada. A pesar de que no le sentó bien aceptó con resignación y se fue hacia el salón mientras yo cerraba la puerta y encendía su coche. Fui hacia una de las mejores discotecas de la ciudad y allí ya entré entre las miradas de todos los hombres y mujeres con quien me cruzaba. Una vez dentro busqué un hombre como
una leona y allí, en el centro de la pista encontré dos hombretones de más de metro noventa, unos músculos de hierro y más bien guapos los dos. Tenían muchas jóvenes alrededor intentando ligárselos pero como si estuviesen solos
y nos conociésemos fui directa a ellos y empecé a restregarle el culito al más oscuro de piel. Uno tenía la piel de color café mientras que el otro era u café con leche. Quería saber si la leyenda de los negros era cierta. Rápidamente los dos se acercaron dejándome en medio de ellos y allí empezaron a acariciarme, uno el culito y el otro mis tetas. Mientras tanto
yo seguía con mis dedos sus músculos perfectamente definidos. Me estaba poniendo muy cachonda y esto no hizo más que aumentar cuando ellos también se calentaron y sus pantalones empezaron a crecer, dejando a la imaginación el calcular lo que debían medir sus rabos. Después de una hora así y cuando el sudor de los tres podía limpiar toda la sala les di las llaves del coche y nos fuimos hacia casa. Mientras uno conducía yo me enrollé con el otro en la parte trasera del coche. Llegamos a casa y hice un poco de ruido para que Fabio supiera que había llegado y nos fuimos directos a la habitación. Me
tiraron a la cama y se quitaron las camisetas y los pantalones, dejando los zapatos fuera de la habitación y entre los dos me quitaron la poca ropa que llevaba puesta. Una vez me dejaron totalmente desnudita les acaricié el paquete y les quité los calzoncillos. Qué grande era una y qué enorme la otra. Me estaba poniendo muy cachonda así que agarré los dos palos y empecé a masturbarlos con fuerza. Yo estaba medio sentada y cuando me tumbé uno aprovecho para meter su lengua dentro de mi coñito y empecé a gozar como una perra, el otro dejó mi rabo en frente de mi boca y a pesar de que
normalmente no me gusta comer pollas me lka metí dentro y empecé a lamer y a bombear. Pasé un buen rato así y entonces decidí que había llegado la hora del extasis total así que uno metió su rabo por mi rajita causándome un lijero dolor. Yo gritaba como una perra y ellos parecían gozar también. Yo estaba a punto de tener uno de los mayores orgasmos de mi vida y primero se corrió por detrás y mientras toda yo me corría mi rajita también se llenó de leche. Terminamos los tres entre líquidos recobrando la respiración y acariciándonos. Pocas horas después eché mis dos hombretones y llamé a Fabio. Me había obedecido y salió del armario con una cámara de video y me confesó que mientras lo había grabado no había podido dejar de masturbarse. Como si terminásemos de tener una pelea nos abrazamos, nos pedimos disculpas y nos juramos contárnoslo todo puesto que parecía que a los dos nos gustaba tener aventuras y conocer las del otro. De hecho, a pesar de estar escribiendo yo, está mi marido aquí conmigo, estamos los dos desnudos y hemos hecho algunas pausas porque solo de
recordarlo nos ponemos cachondos.

Como Fabio ya ha escrito más relatos queremos que este también figure como uno de los suyos porque lo hemos escrito entre los dos. Tendrán noticias nuestras, esperemos recibir noticias suyas. Un beso de cada uno para cada un@

Pueden escribirme a mí también a su correo f19856920@hotmail.com

Fabio XXX
Esposa XXX

 

 

 

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