Entre el cielo y el infierno: la decision de Marwa / 1era parte




 Una historia de amor distinta


Supremacía femenina, Infidelidad, Sexo tántrico, Apadravya, frenum’s, Sadomasoquismo. Piezoeléctricidad, el Elastrator, Castración, Brujería, Prince Wands, Demonología y descripciones de dolor, pasión, amor y sexo extremo. Un viaje entre… el cielo y el infierno…. una… “unión divina” decía Marwa, ejercitando las palabras de  Mallanaga Vātsyāyana en su famosa obra, Kāma-sūtra,  cuando iniciábamos en posición de loto, nuestros encuentros semanales…


“…mi libido se había trasplantado al corazón, mis orgasmos transcurrían por mis venas a cada latido, mis hormonas se exprimían a cada llanto de felicidad, mi simiente era derramado con cada beso, era sin duda, el amor eterno y verdadero que hay en el espíritu original de cada uno…”


Tercera parte de…


“Una mujer, una botella, unos lirios…”  (Primera parte)


“Una mujer carmesí…”      (Segunda parte)


N Advertencia:


Relato no apto para personas sensibles a dolores y placeres extremos…


Así debe ser escuchada esta historia…


El primer día


Cuando comencé a vivir con Marwa, tenia apenas 14 años. Me recogió de una estación de gasolina muy cerca de su casa en donde no solo descubrí el inmenso amor que toda mi vida sentí por ella, también en ese mismo sitio goce y sufrí mi primera paliza. Marwa era de carácter muy dominante y yo en cambio, de naturaleza muy sumisa, así que era absolutamente feliz bajo su control.


Era Marwa quien decidía que ropa debía lucir para cada ocasión, a que hora debía despertarme, a que hora debía asearme, comer, ver televisión y hasta hablar. Con el tiempo fue haciendo de mí una persona llena de energías para todo momento. Todos los días debía despertarla sumisamente adentrando o lamiendo delicadamente sus labios vaginales o su ano, esto siempre dependía de la posición como se encontrara durmiendo. No debía despertarla bruscamente, tenia la misión de acariciarla dulcemente, mimarla, rozarla, si era necesario, por largos minutos, hasta que la pasión y el irrefrenable temblor de su sexo la fuera despertando con mis caricias o mejor dicho, con mi lengua. Esto sucedía todos los días del año, excepto si acaso ella no estaba ya ocupada con algunos de sus amantes desde muy temprano e inclusive toda la noche.


Yo dormía en un altillo de su casa, una suerte de azotea. Aun recuerdo ese primer día…


-Dormirás aquí chiquillo, no quiero que interrumpas mi sueño. Te mueves mucho cuando duermes y además roncas niño, roncas, ¡carajo! -dijo esto evidentemente molesta.


-Esta será tu habitación y el lugar donde vivirás el resto de tu vida, excepto si yo decido otra cosa. Te gusta?


No dije nada, me quede mirando la habitación con cierta tristeza. Frente a mi, una cama muy simple con un velador y una lámpara, un escritorio, un aparador y una tina de aspecto muy antiguo con patas, de color blanco soportado por un mueble aun mas viejo. Salía vapor de ese rincón…


Marwa, -agregue- yo pensaba que dormiríamos juntos, no quieres dormir conmigo no?


-No niño, no vamos a dormir juntos, te lo dije desde siempre, dormiremos separados. Tu aquí, donde te corresponde y yo en mi habitación como debe ser. Ya sabes que necesito sexo Sebastián, mucho sexo, y ahora que ya no tengo a tu padre volveré a llamar a mis conocidos, y no gustan de mocosos como tu, peor aun, mirándolos. Son demasiados hombres para ti. Y la verdad que a mi tampoco me gusta, por lo menos por un tiempo, que me veas en nada.


Marwa se quedo mirándome, permanecía en silencio pensando sabe dios en que…


Haré de ti el más amoroso y dedicado de los hombres Sebastián, me lo jure hace mucho tiempo y desde hoy día empezara tu educación. Pero no temas cariño, gozaras y disfrutaras de todo ello más allá de todo lo que puedas haber sentido antes o imaginado jamás. Conmigo conocerás el cielo y el infierno. Conmigo… serás feliz criatura, serás feliz…y me harás también a mi, muy feliz…


-Me quede mirándola extasiado. Casi no comprendía ninguna de sus palabras pero sus labios, su rostro, su cuerpo, tan solo contemplarla, me producía un escozor especial, un sentimiento de dicha enorme.


Aprenderás muchas cosas amor, aprenderás que significa amar a una mujer como yo. ¿Sabes que soy muy dominante y autoritaria no es verdad niño? –Asentí con la cabeza. Si Marwita, hace tiempo-. Como siempre me ofreció el dedo índice que automáticamente metí en mi boca, casi como mamándolo. Apoye mi rostro en su pecho, mientras me hablaba. Conocerás ahora a que extremos puede llevar el amor, el sentido de posesión, de propiedad Sebastián. A partir de hoy día, a partir de este instante, tu eres mío y por el resto de tu vida, hasta la hora de tu muerte y mas aun, porque también tomare tu alma.


Me adoraras mocosito, me adoraras, dalo por seguro –mientras me restregaba la nariz-. Pero a cambio me ofrecerás algunos sacrificios que además de ser necesarios, me causan un gran placer.


-¿Que sacrificios Marwa?, ¿que mas tengo que hacer para vivir contigo?


– ¿Que sacrificios? Muchos pequeño, muchos, serán sufrimientos, en ocasiones lecciones y en la mayoría de veces, simplemente tu educación semanal. El amor… el amor que te exijo viene con cuotas de dolor. Ay… la vida, es muy cruel Sebastián, pero es así…Es mucho lo que exijo y demando. Aceptas entregarte total y completamente a mí? ¿Lo aceptas?


-Todo marwita, todo lo que tu me pidas, acaso ya no me diste mi primera cuera? ¿Acaso no la acepte bien?


-Si, amorcito, en efecto, me diste un gran gusto mientras me tomaba de la barbilla levantando mi rostro para mirarme directamente a los ojos. Me estaba hablando en un tono por demás amoroso, casi maternal.


-Si me gusto, solo que quizás sea un poco mas sutil a partir de ahora. No me interesa tanto el dolor de tu cuerpo, ese dolor es pasajero y limitado. Castigare la carne, el cuerpo, pero sobre todo, tu alma, tu espíritu y entonces, solo entonces padecerás como jamás lo podrás imaginar. Sufrirás amorcito conmigo, sufrirás tanto que morirás finalmente de pena. Pero…. Pero… -Marwa se repuso para hablar mas seriamente- también conocerás el cielo y los placeres más profundos que puedas imaginar. Para decirlo en pocas palabras, conmigo, cariño, conocerás como ya te dije, el cielo y el infierno. Las dos caras de la vida. Como puedes ver, no hay nada gratis…


Me quede parado mirándola con los brazos cruzados y un sentimiento de angustia, amor, miedo y pasión indescriptible. En ese instante solo tenia ganas de tirarme a sus brazos y dejarme llevar por ella como tantas noches. Pero algo, algo había en mi mente, en mi espíritu que me dejo sin habla, sin reacción alguna.


-Con el tiempo quizás hasta me odies, no lo se. Pero también me amaras y mucho. Ya veras, haré de ti el mas amoroso y también el mas infeliz de los mortales. Me amaras y me odiaras sin saber jamás que sentimiento es mas fuerte hasta que un día pierdas la razón sin saber porque… y todo por amor…


-No Marwa, jamás yo te odiare, ¡jamás! Me enrosque alrededor de su cintura pasando mis brazos. Alce la mirada sollozante. ¡Jamás Marwa, jamás te odiare! Fue lo último que pude decir ese día.


-Shuuuuu pequeño, no mas palabras, entra y quitate ese polo. Te voy a bañar y después a dormir, hoy ha sido un día muy agitado para ti así que es bueno que duermas bien. Ya vendré a verte cuando lo crea conveniente. No quiero escucharte una palabra mas entendido?


La mire y comprendí enseguida. No debía siquiera mover mis labios. Marwa lo tenía todo preparado. Me senté al borde de la cama en silencio. Parada frente a mí, fue sacando la camisetita -la única prenda- que tenia puesta con cuidado. Estaba pegada a mi cuerpo la sangre coagulada en una azotaina que jamás olvidare horas antes de entrar a su casa, en una estación de gasolina.


Me fue quitando lentamente la prenda casi despegándola de la piel. Gemí por el ardor de la carne flagelada pero no pronuncie palabra. Finalmente me quito las alpargatas y sin más preámbulos, me tomo de los pelos jalándolos con fuerza hacia arriba. El mensaje era claro, directo y absoluto.  Me levante encima de la cama. Estaba completamente desnudo con el rostro de Marwa observando y manoseando mi sexo casi lampiño a pesar que ya tenía 14 años.


-Levanta los brazos, me ordeno Marwa. Flexiónalos, así… Me observaba con atención, rozando, casi tocando cada una de las heridas producidas por el látigo, con sus dedos, en forma muy delicada. Date vuelta tesoro, quiero verte por atrás.


-¡Que rico! He martirizado tu cuerpo casi a la perfección. Mira estos surcos amor, quedaras marcado por el resto de tu vida. Te adoro pequeño, me has hecho muy feliz hoy día.


Cruce ambos brazos. Estaba temblando ligeramente, quizás producto de la tensión vivida por la tunda o tal vez por amor. Para mí era una sensación increíble estar en su casa, dentro de su casa, desnudo, azotado, sangrando y con un destino que solo horas antes se mostraba imposible: esa era mí nueva casa para el resto de mi vida y me gustara o no, debía aceptarlo. Las lágrimas me salían sin querer. Estaba gimiendo de dicha.


-Quieres hablar chiquillo? Moví la cabeza afirmativamente.


-Ok, habla, di lo que quieras.


-Marwa, te amo, te amo con toda mi alma. Ya no soy un niño verdad? –dije esto casi temblando, como si tuviera escalofríos…


-Eres un llorón de miércoles mocoso, pero sí, ya no eres un niño, un crió por lo menos. Aquí VAS A APRENDER a ser un hombre.


-Y porque me gritas Marwita? Más tengo que aprender? MUCHO mocosito, mucho mas y mientras me decía esto, como si fuera un muñeco me alzo en el aire acomodándome en sus brazos.  Ahora cállate niño, ya no hables más. Te voy a bañar y después a dormir.


Así fue. Marwa me cargo como si fuera un juguete de trapo y me metió en una tina muy pequeña colocada encima de un mueble antiguo en una esquina de la habitación. Mis pies casi estaban en el aire y la tina, a una suficiente altura como para que Marwa pudiera bañarme, sin tener que doblarse o inclinarse.


-Calladito niño, limpiare toda esta sangre que se te ha pegado, si te duele te aguantas sin chistar pero tratare de hacerlo con mucho cuidado para no producirte mas daño. Dobla tus patitas, dobla las rodillas, así… así… Mira pues, se me viene a la mente la imagen de un crío recién parido viéndote así, casi en posición fetal… Que lindo eres angelito…


Apenas si pude cerrar los ojos en signo de aceptación y sumisión. Por mi cuerpo ondas de placer me recorrían de un extremo a otro embotando los demás sentidos a la casi extinción completa. El arrebato de gozo, de placer, de amor era casi inmortal.


-Estira tus patitas criatura, ponte cómodo, tengo que bañarte bien…


Al sentir el agua tibia, tuve un orgasmo fulminante, inmediato, indestructible, tal fue la concentración de placer que todos mis sentidos se embotaron largos segundos, incapaz de pronunciar palabra solo atine a morderme los labios. Cada vez que me pasaba la esponja escurriendo agua tibia sobre mi piel agarrotada, tuve la sensación de estar quemándome, me quemaban la piel, me quemaba la boca, me ardían los ojos, todo mi cuerpo bullía como un volcán en erupción. La voz de Marwa era como una lejana melodía. Ese día llegue a una nueva cota de placer, dolor y entrega total. Como ya antes había sucedido, en algún momento, casi al final creo, me desmaye de placer, de dolor, de gozo, de dicha.


Cuando desperté, ese mismo día, ya estaba en cama, con una manta gruesa cubriéndome y mi Marwa al pie de la misma  observándome, acariciando y revolcando mi cabello. Te gusto chiquillo? Has dormido casi una hora. Te gustó tu baño? Tenías la mirada perdida y… mira pues… -agrego Marwa- , solito casi te has destrozado los labios. Es increíble, con todas las pruebas que has pasado, deberías tener el semblante demacrado, malícienlo, enfermizo pero en cambio, tu rostro muestra una lozanía radiante. Tus ojos, esos ojos… ay… que me parecen dos luceros, dos esmeraldas, tu carita esta rosadita, inmaculada, casi…


-¿Casi que Marwita? –Agregué-. Marwa no respondió nada. Solo se quedo mirándome con una mezcla rara, una expresión que jamás pude desentrañar.


-Marwa, creí que me moriría de placer. Te amo Marwa, te amo más que a mi vida. No sabes lo feliz que soy a tu lado. Siento que el corazón me va a explotar de tanta dicha, de tanto amor Marwa.


-Ya lo se, ya lo se, es por eso que tuve tanta paciencia contigo. Ahora mama niño, mama todo lo que puedas porque no te alimentaras con más. Marwa agrego una almohada debajo de mi cabeza a fin de facilitarme la tarea. Casi no podía moverme. El cuerpo me dolía muchísimo.


Me duelen mucho las plantas de los pies Marwa, ¿porque? Me duele mucho todo. ¿Esta bien Marwa? Si tesoro, todo esta bien, el dolor es bueno, es como un recordatorio que después del placer viene siempre el dolor. Tendrás que acostúmbrate angelito.


Mama, no te distraigas, mama bien. Me esforcé en chupar, en lactar sus pezones con mucho ahínco. Tenía hambre a pesar del dolor. Trage todo lo que pude. Cuando termine de secarle ambas tetas, me cubrió hasta el cuello con la manta y me dio una ligerísima palmada a la altura de mis nalgas al acomodarme de costado. Duerme y no sueñes ni tengas pesadillas. Aquí tus sueños y fantasías… yo las haré realidad.


En menos de cinco segundos creo, me quede  profundamente dormido. Cuando desperté, ya habían pasado casi 2 días. Nunca antes había dormido tanto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Culona Vianey (Testigo de Jehova, Joven Casada Infiel)

Mi mejor amigo embarazo a mi mamá

Mi Primer Experiencia Pegging