Cumpliendo nuestras fantasias

 


Después de bajar del tren y saludarnos, subimos en tu coche y nos dirigimos a tu apartamento. Llevas unos zapatos de tacón alto color negro, medias casi transparentes también negras, una minifalda preciosa, y una camiseta de manga corta blanca de generoso escote y muy ceñida, marcando todo tu pecho y dejando entrever el color del sujetador que también es blanco y muy sexy.

Nos sentamos en el coche, comienza una fluida conversación y tomamos el camino del piso.


Yo no puedo apartar la vista de tus piernas, aunque deseo no parecer grosero con ello, pero es que al llevar una falda tan corta y estar sentada conduciendo, se aprecian tus braguitas de color blanco, y el final de las medias con unos remates muy bonitos.

Tu te das cuenta, sonríes y me invitas a que te acaricie, era lo que yo deseaba, y deslicé suavemente mi mano izquierda por esos muslos preciosos, hasta llegar a tocar las braguitas. Tu, sin dejar de atender a la carretera, entreabres ligeramente las piernas para que mi mano pueda acariciar algo mejor tu sexo, y que al poco tiempo noté mis dedos húmedos de tus flujos vaginales que marcaban tus braguitas.


Al poco llegamos al destino, yo estaba deseoso de entrar y ver todos los aparatos que tienes, poder tocarlos, sentirlos, e imaginar que unos minutos después, iba a poder introducírtelos a ti, y disfrutar viendo como te retuerces de placer al sentir esas cánulas y todo el liquido dentro de tu cuerpo, y posteriormente en el mío.

Subimos, entramos, y antes que nada nos sentamos en unos sillones a descansar un rato y seguir hablando, dado que nos esperaban unas largas horas muy agitadas, y además de tomar fuerzas, era interesante que nos conociéramos un poco mas.

Tu pícaramente entrecruzas las piernas, dejando entrever un poquito esas braguitas tan insinuantes que había acariciado durante el camino, mientras procedes a desabrocharte unos cuantos botones de la camiseta, poniendo mas al descubierto tus pechos enfundados en un sujetador de encaje blanco muy sexy.


Entreabres las piernas, dejando a la vista un túnel oscuro acabando en una claridad blanca, y es ahí cuando ya acabo de ponerme a 100. Me levanto lentamente, me acerco a ti, me arrodillo delante tuyo, y comienzo a besar tus muslos muy suavemente, y voy penetrando con la cabeza por ese túnel, perfumado de suave fragancia y de placer hasta llegar a tus braguitas que colmo de besos. Como respuesta, levantas ambas piernas y las colocas sobre mis hombros, por lo que queda a la vista todo tu sexo enfundado en lencería, pudiendo así besar apasionadamente tu sexo, y que por cierto, tus braguitas se humedecieron un poco mas motivado por todo este juego previo.


Pasamos un rato así, tu me apretabas la cabeza contra tus sexo, mientras yo con las manos te acariciaba y abrazaba tus pechos, que como respuesta empezaron los pezones a ponerse duros como piedras. También apartaba hacia un lado las braguitas para con la lengua acariciar suavemente el clítoris, el bello y la vagina.


Dado que el ambiente ya estaba lo suficientemente caldeado como para empezar con la sesión, nos levantamos y antes de ir al baño a lavarnos cuidadosamente nuestros sexos, tu quisiste que viera como estaba preparada la habitación que habías destinado para administrarnos las lavativas, y en donde íbamos a disfrutar las próximas horas del día.

Era una habitación bastante grande, en la que se encontraba una cama de matrimonio, un gran plástico la cubría para evitar que cayera agua y manchara la cama, y encima de ella unas sabanas para que el contacto del plástico no molestara.


A su lado una mesita con varias cánulas de todo tipo y tamaño, cánulas que solo he visto en fotos o en alguna película, y que solo su presencia, me hizo dar un vuelco el corazón. ¡el placer que tiene que dar el introducir esto en el ano ! exclamé mientras cogía una para verla con mas detalle.

Al lado habían tres depósitos distintos, con capacidad de dos litros cada uno, varias peras de goma, vaginales con cánula gruesa y larga, una rectal con un catéter acoplado, unos jarros de plástico, para llenarlos de agua templada para los enemas, varios consoladores, dos juegos de bolitas chinas, dos dilatadores anales, uno de ellos muy grueso, por lo que deduje que ese sería vaginal.


También había guantes de goma, celulosa, cleanex, preservativos, etc. En resumen todo un elenco de objetos sexuales que me hicieron enmudecer.

Mientras yo admiraba esa “exposición” de objetos eróticos para producir placer anal, tu habías ido al aseo, te habías lavado, y cambiado de ropa interior.

Un “HOLA” dicho con voz muy suave me hizo volver la cabeza, y el espectáculo que vi fue maravilloso.


Tenía ante mí a una mujer estupenda, con los mismos zapatos de tacón, unas medias negras mas tupidas, unas braguitas tanga negras, un sujetador precioso transparente, y un liguero también negros, que acompañaban a una mujer preciosa que en ropa interior me recibía, y se ponía en mis manos para que le hiciese sentir todas las fantasías que tenia reprimidas en su interior.


Llenamos los jarros de agua templada con manzanilla que se habían calentado, y mientras tu te aposentabas en la cama, yo me enfundaba unos guantes de látex y empezaba a lubrificarlos. Todo estaba dispuesto. Yo también me había quitado la ropa, y tan solo llevaba unos slips en cuyo centro se podía apreciar una protubencia enorme debido a la excitación de la que era objeto.


Me senté a tu lado, tu estabas en la posición llamada a cuatro patas, comencé a besar tus posaderas y a acariciar todo tu trasero y la zona vaginal. Con destreza comencé a bajar tus braguitas, (”Con lo bonitas que son y lo poco que han durado puestas”, pensé). Lo primero que hice fue, con la lengua, humedecer tu ano pasando una y otra vez la lengua por toda esa zona.

El dedo índice lo tenía embadurnado de lubricante, y comencé a pasarlo por la zona anal, describiendo círculos a su alrededor empezando a introducirlo en el ano, y como efecto reflejo, note que me aprisionabas el dedo.


Primero la introducción era lineal, de dentro hacia afuera, luego fui describiendo círculos dentro del ano, y posteriormente círculos y penetración. Cuando ya el dedo entraba cómodamente, probé con el índice y el medio, realizando la misma operación.

Mientras hacía esto, con la otra mano y ayudado de uno de los vibradores, el mas grueso, te empecé a acariciar el clítoris, y a introducirlo en la vagina con suavidad. El motorcito del vibrador susurraba dulcemente, mientras cumplía la función de estimularte. Cada vez que lo sacaba de la vagina, salía chorreando. Síntoma que a medida que crecía la actividad, tu organismo se iba preparando para el primer orgasmo.

Todo estaba dispuesto para el momento cumbre, saque los dedos del ano, pues ya entraban ambos perfectamente, dado que había estado un buen rato dilatándote la zona, Y para que no se cerrara, te apliqué uno de los dilatadores anales.


Me levanté, cogí uno de los enemas, y le aplique la cánula que me habías indicado. Era gruesa e insinuante. La embadurne repetidas veces para que su introducción fuera suave y placentera, evitando cualquier molestia en su penetración. Retiré con sumo cuidado el dilatador anal, y comencé la introducción de la cánula. Tu abriste mas las piernas, dejando así a la vista la zona anal y vaginal. Comenzó la introducción lentamente, tu empujabas para afuera, tu ano se dilataba con facilidad ante la introducción de la cánula, yo no dejaba de acariciarte para que la penetración fuera mas agradable, y por fin entró en su totalidad. Acto seguido le di paso al agua y comenzó muy lentamente a entrar en en tu intestino. Como la altura era muy baja, a duras penas si se notaba la introducción del agua, y mientras tanto te desabroché el sujetador, y comencé a acariciarte los pechos, que ahora libres en su totalidad, daba gusto de verlos y acariciarlos, eran suaves y tersos, y un olor agradable a perfume envolvía el ambiente.

Casi sin darnos cuenta se había vaciado uno de los depósitos de dos litros, y tu deseabas más.


Con otro de los jarros, todavía templada el agua, llené el citado depósito, abrí la cánula y comenzó de nuevo a fluir en agua al interior de tu cuerpo.

Yo movía la cánula hacia adentro y a hacia afuera, y también en sentido circular, apretaba y soltaba la goma presionando en ella, consiguiendo que el agua entrase como a golpes.

Ya iba por la mitad aproximadamente cuando ya empezaste a sentirte hinchada, y llena, con ganas de evacuar, gemías de placer, te retorcías al tener una sensación agradable en tu interior, sudabas y deseabas acabar, pero resistías, y fue entonces cuando me bajé los slips, mi pene erguido apareció en escena. Me puse un preservativo, lo lubrifiqué bien y con mucho cuidado retire la gruesa cánula de tu ano, y en el mismo instante comencé a sodomizarte muy suavemente, pues preferiste la penetración anal, a intentar terminar el agua del depósito, dado que ya tenías uno que te había administrado anteriormente.

Fue el sumun, pues el pene grueso, el agua, y el empuje del miembro hacia adentro hacía que el agua también subiera, y cuando lo retiraba un poco, el agua bajaba, y en ese vaivén, tu empiezas a gemir de gusto. Acto seguido, te introduzco un vibrador en la vagina y comienza una danza frenética, que acabó rápidamente con un orgasmo mutuo.


Rápidamente te levantaste y cogida de mi te acerqué hasta el aseo. En tu barriguita, se podía apreciar una ligera prominencia producida por el agua retenida en tus intestinos.


Por fin habías realizado el deseo de ponerte una lavativa, y de penetrarte analmente con el liquido dentro. Toda una experiencia para ambos.

Luego sería yo el que recibiría el enema, y todo el juego erótico.


Enemovil R.J.


enemovil_1999 [arroba] yahoo.com

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