Melina
Te estaba esperando en casa.
Excitada…
Estimulada…
Caliente!
Desde que nos habíamos re encontrado, me fije en vos como el siguiente hombre de mi vida.
Es cierto… antes no te tenía en cuenta, pero el tiempo siempre macera los gustos y los sentimientos.
Por eso me alegré de encontrarte, cuando me tomé el taxi que manejás.
Me alegró y me cambió el día, verte con la misma sonrisa de hacía años… aunque vos no te diste cuenta de quién era yo.
Sinceramente, si no hubiese leído como lo hago por costumbre, la planilla del chofer… un poco por curiosidad y otro poco por seguridad, no me hubiera dado cuenta de nada y lo nuestro no se hubiera dado jamás.
Me sentí atraída por vos inmediatamente.
Tu silencio…
El perfume a hombre que había dentro del auto que te hacía ver tremendamente seductor.
Tu silencio, provocado quizá por el tremendo respeto que tenés por la gente o por la vergüenza, no o sé… pero a mi me resultaba erotizante.
Saber que, de alguna manera te controlaba me gustaba mucho.
Tu sorpresa, al darme a conocer me llamó la atención…
Parecías estar tan ajeno a todo que cuando te dije…
Luis… no te acordás de mi?... Melina, de la Administración Exxs… te acordás?.-
Te diste vuelta intrigado y luego de mirarme por unos segundos…
Uy Melina… disculpáme, no te reconocí viéndote por el espejo!.- dijiste totalmente sorprendido, mientras yo me reía algo nerviosa.
Ahí te desacartonaste y fuiste el Luis de siempre.
Viendo las cosas de tu particular y singular punto de vista.
El viaje al trabajo se me hizo corto y quedamos en que me pasabas a buscar al otro día… y así fue.
Y así día tras días, por casi tres semanas en dond eme sedujiste por completo.
No tuviste que decir que estabas mal en tu matrimonio, porque yo me di cuenta sola.
Hablabas mucho de tu hijo… te babeabas, al mencionarlo…
Pero no decías una palabra de tu esposa…
Te estoy escribiendo esto… solo porque vos me lo pediste.
Bueno… en realidad no, lo hago porque quiero hacerlo.
Y lo voy a hacer de la única manera que se me ocurre que puede quedar mejor plasmado… siendo sincera, frontal y citando lo que me pasa… tal cuál me pasa y con las palabras que tiene que ser.
Sin que vos te dieras cuenta, de manera inocente e ingénua, despertaste en mí la perra que llevaba dentro.
Tengo que reconocer que durante mucho tiempo el sexo para mi fue algo terciario… ni siquiera secundario…
Pero vos lo pusiste en el primer lugar de mi lista.
Hasta que te volví a encontrar no me di cuenta del efecto que causa tener un objetivo en la vida, que no fuera sobrevivir en este mundo donde la hipocresía reina.
Tus charlas de taxi, no solo me entretenían… también me hacían pensar.
Pensar y mucho.
Demás está decirte que eso fue parte de todo el proceso de seducción que jugaste sobre mí, casi sin proponértelo.
Tu seducción sobre mi me llevó a ver en cuantas cosas yo estaba equivocada.
A lo largo de esas tres semanas, replanteé mi vida a todo nivel.
Para mi sorpresa, desde ese día que me subí a tu taxi, mi vida comenzó a cambiar.
Mi hijo recuperó a su padre…
Mis compañeras de trabajo a una amiga…
Mis viejos a su hija y mis hermanas a una compinche.
Todas cosas que había dejado de ser… solo por estar viéndolas desde una perspectiva diferente.
Empezaste a formar parte de mi vida y tenía que ir un poco más allá…
Tenía que llegar a lo que pasó por mi cabeza, la primera vez que te volví a ver.
Después de ver en retrospectiva mi vida durante los últimos años y después de sentirme… tranquila, por primera vez en mucho tiempo, me dediqué a imaginarte a mi lado…
Bueno… más que a imaginarte… comencé a estimularme… a masturbarme con vos…
Si… me hacía la paja con vos!...
Así de sencillo es, porque así de sencillo me hiciste ver la vida.
Sin andar con muchas vueltas y sin pretender ser algo que no soy, cuando algo me gusta.
Se que tenés muchas cosas pendientes, pero vos para mi sos muy importante… como lo fuiste, creo yo para tu esposa a la que mencionaste solo una vez… pero que manera de mencionarla.
Solo una vez la mencionaste, durante el anteúltimo viaje… aquel en el que yo dejé de ser tu pasajera… para convertirme en tu compañera.
La intensidad con la que hablabas…
Tu amarga resignación porque ya nada podías hacer y eso te tenía mal…
Tu falta de felicidad que transmitiste en silencio, formando o no parte de todo lo nuestro… me generaba ese sentimiento de abrazarte…
De contenerte…
De amarte.
No puedo decir que no entiendo a tu mujer, ya que la rutina desbasta una pareja.
No puedo decir que no siento cierta empatía por una mujer que quiere quebrarla de alguna manera…
Yo me sentí igual alguna vez.
Pero de la misma manera, no puedo negar que tus palabras dejaban en claro que eras conciente de tal cosa… solo que la voluntad que a vos te sobraba a ella le faltaba.
No se si recordarás, pero dijiste algo que mantuvo mi libido por las nubes, durante mucho tiempo.
Dijiste que eras capaz de hacer lo que te pidiera a nivel sexual… si eso la calentaba… si le gustaba…. Si la motivaba… pero que su falta de decisión por falta de imaginación ya te dificultaba siquiera mirarla como una mujer, pasando a ser la mamá de tu hijo.
No se si fue o no otra táctica… pero que te funcionó, te funcionó a la perfección.
Si tu mujer no pudo ver lo que había en vos… problema de ella, yo estaba decidida a cumplir cada una de nuestras fantasías, costara lo que costara.
Pero tenía que sortear solo una piedra más, algo que en algunos momentos puede quedar increíblemente bien, pero en otros… es un real incordio… tu excesiva educación.
Te mandé una insinuación tras otra, durante mis últimos días como pasajera y si bien las agarraste al vuelo, te quedabas ahí… callado y mirándome, para luego salir con algún chiste o comentario, que enfriaba el momento.
No te miento si creí que no iba a pasar nada…
Pero lo que me motivó a hacer lo que hice, fue saber que tipos como vos no había muchos.
Si realmente era verdad, aunque solo el sea el diez por ciento de lo que decías, no te podía dejar escapar así nomás.
Lo que cuesta vale, dice mi viejo cuando jugamos al truco, antes de poner el ancho de espadas en la primera mano y yo sabía bien que dejar mi teléfono en tu taxi y luego llamar para colgar enseguida, de manera que te dieras cuenta de eso, era una táctica vieja pero realmente efectiva.
No pasaron quince minutos que me estabas dejando el teléfono en el departamento y como pago… te invité a cenar.
Ya estabas adentro, era solo cuestión de esperar a que el nen se durmiera.
Nos divertimos en la cena con el y, como todo caballero, te ofreciste a lavar los platos, mientras lo acostaba.
Antes de volver a la cocina, pasé por el baño para lavarme bien y ponerme mucho perfume.
El café lo tomamos en el living, que sería testigo mudo junto al sillón de nuestras cabalgatas sexuales… como lo serían la cama, la cocina y el baño.
La charla se puso mucho más tranquila e íntima y te agarré justo, cuando me mirabas las piernas o, cuando me estiré sobre la mesa ratona, para servir más café, el reflejo del televisor me ayudó a verte y tenías los ojos clavados en mi culo.
Que estremecimiento de excitación me dio!!
Pero más me calentó cuando me di cuenta que no dejabas de mirarme los pies.
Te juro que quería sacarme las botas que tenía, esas botas de caña baja y taco cuadrado que pasaron a ser muy especiales para mí, solo para que pudieras adivinar mis pies enfundados en medibachas totalmente negras.
Ya sabrás que mis pies… son chicos, suaves, con un arco bien marcado y se que te gustan mucho, por lo que tenía algo con lo que te iba a volver loco.
Sentada, sentía como el calor de mi entrepierna crecía y me jugué le última carta… esa que haría que diéramos un paso mas allá en nuestra amistad, convirtiendo lo nuestro en un amo y una pasión increíbles.
Reaccionaste como esperaba, al mirarte constantemente con la boca… seductoramente entreabierta…
Al acomodarme el pelo…
Al humedecerme los labios con la lengua, mientras hablábamos…
Al silencio que generó que nuestras miradas nos vieran como amigos, por última vez… antes de que te acercaras y me besaras muy tierna y dulcemente.
Que beso Luis!...
No se si la vida…
No se si tu afán por conformar o satisfacer a tu ex esposa…
No se si lo aprendiste solo o te lo enseñó alguien… pero si estoy segura de que te hizo casi profesionalizarte en esas artes… pero te aseguro que jamás creí que besaras así!.
Tus labios relajados…
Suaves…
Tu perfume…
El aroma fresco de tu aliento… raro, porque fumás.
La suavidad de tu mentón, coronado por tu barba…
Tu respiración estaba algo alterada, lo podía sentir en mi rostro, pero así y todo… fue genial.
Mi corazón comenzó a palpitar como nunca…
Recordándome a la Melina caliente y encaradota que supe ser.
Ese primer beso fue el percutor de mi libido y mi imaginación.
Un chispazo me recorrió la columna…
Un chispazo de esos que te alteran todos los sentidos, convirtiéndote en una antena receptiva a cada estímulo.
Mis pezones fueron los primeros en reaccionar…
Luego los pelos de mi cuello se erizaron, proporcionándome el dulce placer del goce…
Nada me importaba en ese momento…
Solo estar con vos.
Todavía recuerdo como mantuviste los ojos cerrados, cuando ese primer beso terminó…
Parecías un adolescente y mi morbo de profesora correctiva, salió por primera vez a la luz.
Estabas para comerte…
Pero me contuve, quería disfrutar de ese… primer momento íntimo.
Nos miramos…
Vos me agarraste la pera con una delicadeza que solo incrementó mi pasión…
Rodeé tu cuello con mis brazos y luego si… todo vos se dio.
No pude esperar a tocarte.
Quería sentir la dureza de tu verga, escondida debajo del jeans.
Quería ver si era verdad lo que ocultabas…
Y si lo era.
Estaba durísima y se sentía más grande de lo que se podía adivinar.
Me sorprendí y no pude evitar mirar.
De la misma manera placentera me sorprendí cuando me agarraste de la cintura, te sentaste en el sillón y apoyaste mi espalda sobre tu regazo.
Que decir del placer que sentí con tus caricias en mi cuerpo?
Me levanté un poco la pollera, para quedar a tu merced.
Me encantó la suavidad con la que me acariciabas… con la que me besabas.
Estaba totalmente entregada.
Mientras tu mano izquierda jugaba un desafío lujurioso, sobre la polera, para vencerla, masajeando mi teta… sentía el calor suave y acogedor de tu mano en mi pierna derecha.
La bota no te impedía hacer lo tuyo, ya que metías la mano dentro de ella, siguiendo el camino que me ponía cada vez más loquita.
Quería que ya me cogieras… pero por otro lado, no podía dejar de disfrutar de tus caricias…
De cómo notaba tu excitación sobre mi espalda.
El siseo de mi medibacha, cuando me acariciabas la pierna y que se perdía cuando metías la mano en la bota, parecía ponerte todavía más duro…
Ni que hablar de tu mano que volvía loco a mi pezón.
Mi lengua solo quería batirse en duelo con la tuya, independientemente del campo de batalla de tu boca o la mía.
Por dios… que calentura tenía.
Mi perna izquierda se hizo dueña de tus caricias y a cada centímetro que recorrías, subiéndola… solo me acaloraba más.
Sexo…
Sexual…
Hacer el amor…
Coger…
Garchar… acariciar, lamer y chupar…
Solo en eso pensaba.
Tu mano subía más…
Tu mano apretaba más…
Quise zafarme, para poder tener mi premio… pero lo evitabas.
Querías llevar las riendas y te dejé… solo porque lo hacías de maravilla.
Me besabas con dulzura, mientras que yo trataba de violar tu boca con mi lengua.
Pensé en hacer algo, pero me frené…
No era el momento… lo haría más adelante.
Me dejé llevar… me dejé arrastrar.
Cuando me agarraste el cachete del culo y lo apretaste fuera, me quedé sin aliento… ahogada de placer.
Loo masajeaste de la misma manera que lo hacías con la teta y eso me enardecía.
Me apretaste fuerte y me gustó.
Medias muy bien la pasión… te controlabas y parecías disfrutar de cada momento, como si fuera el último.
Inesperada y placenteramente para mi… me metiste la mano en la entrepierna y presionaste sobre mi concha, otorgándome un placer supremo.
El éxtasis infinito que quise prolongar apretando mis piernas.
No podía dejar de gemir, ocultándome en respiraciones entrecortadas dentro de tu boca.
Tu verga se me clavaba en al espalda y yo presionaba fuerte, para sentirte cada vez más duro… más como a mi me gustaba.
Vos parecías experimentar placer, porque a cada presión mía tu respiración también se alteraba y presionabas más mi concha, luchando por sacar la mano para seguir.
Pero esa estimulación que me hacías a mi me gustaba más que a vos… mucho más.
La única vez que fuiste… bruto, por así decirlo, fue cuando me clavaste el dedo pulgar sobre el clítoris, oculto por las medias y la bombacha.
ME sobresalte perdiendo el aliento y trate de mirar lo que hacías… pero no dejaste de besarme.
Estabas muy caliente…
Yo más que vos.
Me resulta imposible describir la sensación de violación y placer, cuando escuché el ruido del cierre de mis botas.
Fuiste suave y delicado la meter tu mano dentro de la izquierda y masajearme el arco del pie con tus dedos.
En ese momento dejaste de besarme para verme a la cara.
Se te notaba que sentías mucho placer al hacer lo que hacías… al igual que yo.
Me acariciabas…
Lentamente me preparabas para garcharme.
Lo notaba en nuestros cuerpos.
Tus caricias eran cada vez más profundas e intensas y me dí cuenta de tu fetiche… cuando me sacaste la otra bota y dejaste de ablandarme la teta, para dedicarte a observar con admiración mis dos pies.
Te provoqué moviéndolos…
Abriendo y cerrando los dedos…
Juntando las plantas para quedar totalmente expuesta mi entrepierna y verte disfrutar de la vista.
Mis pies acalorados por el encierro, tenían ahora un admirador que iba a disfrutar cuando quisiera de ellos… porque tus masajes eran algo indescriptible.
Me imaginé muchas cosas con vos…
Muchas cosas porque si algo disfrutaba yo… era que alguien me mirara con la misma lujuria que vos lo hacías al poner tus ojos en cada parte de mi cuerpo.
La intensidad que notaba en tus manos al recorrer mis pies era muy placentera…
Mientras tenías mí el empeine del pie derecho masajeándolo con el pulgar de tu mano izquierda… el arco del pie izquierdo era acariciado suavemente por tu índice derecho, en un reconocimiento ciego.
No puedo describir el placer que sentí cuando hiciste presión en medio del aplanta del pie.
No fueron cosquillas lo que sentí…
Fue una electricidad que recorrí todo mi cuerpo y repercutió muy fuerte en mi concha, notando por primera vez un calor excesivo en ella.
Me gustaba lo que me hacías y yo reaccionaba como sabia que a vos te podía gustar…
Junté ambas plantas de los pies y comencé a contraer y estirar los dedos.
Podía sentir el aroma de mis pies transpirados…
Un aroma que no era agresivo…
Solo el natural olor e algo encerrado por horas y liberado…
No era feo… a mi me resultaba muy erotizante sentirlo…
A vos mucho más.
No pudiste frenarte cuando junté las rodillas y ambos nos deleitamos con el siseo de mis medias.
Me agarraste fuerte de la nuca y me besaste, mientras tu mano derecha recorrí desde la punta de los dedos hasta las rodillas, para abrirlas suavemente.
Me miraste, cuando estaban abiertas…
Me miraste caliente, como yo tiraba la cabeza hacia atrás perdiendo el aliento cuando me agarraste y apretaste la concha.
Dejé escapar un gemido ahogado de placer…
Me besaste suavemente en el cuello, como preludio a sacarme las medias y la bombacha al mismo tiempo, mientras yo me acomodaba mejor en el sillón.
El aroma de mi propio sexo húmedo y acalorado me excitó.
Sentí en mis nalgas el frío del cuero…
Sentí en mi concha el frío del ambiente…
Sentí el placer de muchas noches de vigilia, esperando ese momento.
Gocé cuando te sacaste los pantalones… el boxer y la camisa…
Gocé cuando te vi colocarte el forro… aunque no te pude ver en tu esplendor, por culpa de la pollera, que me tapaba el espectáculo.
Pero no me importaba… ya iba a tener tiempo de admirarlo.
Esa noche volví a ser feliz.
El placer inmenso que sentí, cuando me la metiste fue tan intenso que tengo que confesarte, aunque creo que te diste cuenta… que tuve mi primer orgasmo con vos.
Tu delicadeza en el momento, controlando los impulsos que ambos teníamos, me hizo pasar de vueltas y no pude controlar a la hembra caliente y desatada que afloró.
Acabé como hacía tiempo no lo hacía…
Y no fué la única vez en esa noche.
Cuando me apoyé con el pecho, sobre el respaldo del sillón y entraste de nuevo en mi… me tocaste el punto más sensitivo de mi ser…
Llegaste, con tu poronga a mi punto “G” y e paraíso se manifestó en la habitación.
A cada empujón tuyo, la sensación de ser poseída por una fuerza desconocida que solo pedía más era incontrolable.
Me llevaste a la locura y me hiciste feliz… dos veces más, antes de sentir como tu verga se convulsionaba dentro de mi concha totalmente descontrolada.
Me sentí mimada y cuidada, cuando te quedaste dentro mío y me acariciabas el cuello, con el reverso de tu mano.
Me sentí satisfecha…
Me sentí mujer…
Pero lo más importante para mi… me hiciste sentir “hembra”.
El frío me despertó.
Sin medias y con la pollera algo levantada, mis piernas estaban expuestas.
No te ví en el living…
No te vi en el baño… ni en la cocina.
Me desesperé.
Pensé que todo había sido un sueño, hasta que vi una nota tuya en la mesa ratona.
Dudé en agarrarla…
Tenía miedo que te descolgaras con algo estúpido y sin sentido…
Pero no….
Como disfruté al día siguiente, cuando me subí de nuevo a tu taxi!.
Estabas avergonzado y no me mirabas ni me hablabas.
Tenías la radio sintonizada en la cien, cuando siempre escuchabas Aspen, porque no hablaban tanto.
Esa reacción vergonzosa, casi de un pendejo de quince años… me dio ternura.
Verte ahí, manejando y de día… no se comparaba en nada al hombre que había estado la noche anterior con migo… y dentro de mi.
No te dije nada y disfrutaba en silencio de tu compañía, haciendo correr a mi imaginación de lo que haríamos juntos, porque esa situación de entrega y sumisión de tu parte… me calentaba.
Te espero esta tarde… y esta noche, quiero que cenés con nosotros de nuevo.- te susurré al oído, antes de bajarme en la puerta del trabajo.
Me miraste cauto y asentiste en silencio, dejando escapar una leve sonrisa… algo vergonzosa quizá.
Yo no…
Mi sonrisa fue de provocación total.
Viniste a cenar muchas noches más durante nuestro primer mes… pero nunca, jamás te quedaste a compartir mi cama.
Por un lado eso no me gustaba… pero por el otro me daba confianza el saber que volvías al otro día.
Me gustaba esa situación de que estuviéramos juntos y que te fueras…
Pero ya era tiempo de que estuvieras más de cinco o seis horas…
Era hora de que estuvieras más de lo que necesitábamos para entregarnos al placer
Te quería conmigo mucho más tiempo y como sabía que no ibas a aceptar una invitación a dormir… decidí matar dos pájaros de un tiro…
Bueno, creo que algunos más.
Yo estaba segura de que no te ibas a acordar de nuestro primer mes juntos, pero me sorprendiste con una ramo de rosas.
Yo sabía que lo hiciste de corazón aquel viernes que se cumplían los primeros treinta mejores días de mis últimos años.
Hoy no vengas a buscarme… pero te espero mañana en casa así vemos un a peli o hacemos algo… querés?.- te dije.
Tu… “ningún problema”, fue la respuesta que esperaba, porque necesitaba hacer algunas cosas… para nuestro festejo.
Me llamaste el sábado por la mañana, para consultarme la hora que yo quería que vinieras.
Eran las dos y media de la tarde.
Venías a las tres, porque ya no iba a estar Matías.
Te estaba esperando en casa.
Excitada…
Estimulada…
Caliente!
Lista para tener con vos una experiencia sexual única… para ambos.
Una experiencia que, si todo salía bien, nos uniría a un nivel que nunca imaginaríamos.
Para esa hora tenía todos los detalles bien cuidados y sentirme… algo así como una controladora de lo que tenía en mente hacer… saber que vos nada sabías… me pasaba de revoluciones.
Viste como somos las mujeres… no Luis?.
Vos bien sabés que sentimos diferente a los hombres…
Desde todo punto de vista y más en el aspecto sexual, en donde una caricia anos hace acabar mucho mejor… Con más intensidad que una buena penetración.
Bueno… yo estaba demasiado caliente, debido a que no te esperarías lo que sucedería.
En fin… llegaste, anunciándote con un mensaje de texto primero y luego tocando el portero eléctrico.
Te puedo asegurar que cuando te abrí… el cuerpo se me estremeció, ni que hablar cuando entraste a casa, saludándome con ese beso tierno… como siempre lo hacías.
No te iba a atacar de entrada…
No, debía ser cuidadosa al respecto… tenía que llevarte de a poco… muy despacio.
Nada te podía poner en sobre aviso…
Aunque… si así fuera, no me importaba.
Nada podía hacerte imaginar las horas de placer por venir, que nos esperaban… sobre todo a vos.
No había a la vista, algo muy diferente del resto de los días en que estábamos juntos.
Pudiste percibir, aunque no dijiste nada, que le aroma que emanaba de un hornito, junto al LCD, lo había comprado en una casa india y me habían garantizado que era muy relajante.
Incienso, vainilla y un agregado especial, del cuál se vanaglorió la dueña del lugar.
“Relaja y estimula, predisponiendo muy bien”, me había dicho.
Nos pusimos a hacer algo que nos encantaba a los dos…
Una de las tantas cosas que compartíamos… mirar temporadas de series.
Parte de mi estrategia, era preparar un buen café, que disfrutábamos viendo televisión, mientras estábamos sentados muy juntos.
Tu brazo izquierdo por sobre mi hombro, pegándome más a vos y yo acariciándote la pierna, comenzando a preparar el terreno.
Juntos… muy juntos, me encantaba estar así con vos.
Desde ya no me acuerdo que serie estábamos viendo, porque mi cabeza estaba en otro lado.
Me había vestido muy normal, aunque para estar de entre casa… era algo raro.
Me puse una camisa blanca y un chaleco de lana muy fina en color negro, al igual que mis pantalones y unos zapatos bajos de mujer, tipo mocasín de cuero negro.
Era la primera vez que me los ponía al igual que las medias para pantalón, en un color arena con un brillo tan especial que hacía que mi empeine resaltara.
Eso lo aprovechaba yo, ya que me había cruzado de piernas de tal manera, que lo tenías delante de tu mirada, misma que se desviaba, cada vez que lo balanceaba.
Giraba lentamente el pie y jugaba con el zapato, descalzando el talón y balanceándolo en los dedos, cuando no los estiraba.
Me gustaba ese juego con vos.
Me gustaba ver como peleabas, para poder ver la serie… y para verme el pie.
Tengo que reconocer, aunque suene pedante, que la imagen de mi arco y mi talón, envueltos en esas medias era muy erotizante hasta para mi.
Tenía todo planeado…
Y de saberlo, mi conchita se ponía cada vez más húmeda.
En un momento, dejaste de abrazarme, para jugar con tu mano en mi pelo y yo crucé más la pierna, colocándola sobre la tuya.
El calor de tu cuerpo era bastante delator.
Seguimos mirando la serie, mientras yo no variaba mi jueguito con el pie.
Voy a buscar más café.- dije y me levanté.
Paso al baño.- dijiste vos, pausando la película.
Era el momento perfecto.
Fui a la cocina, serví el café, lo más rápido que pude y volví.
Me senté en el lugar que vos ocupabas, de manera que quedé apoyada sobre mi derecha, en el apoyabrazos del sillón.
Te ví salir del baño…
Te tenía ya bajo control.
Te sentaste a mi lado, sin molestarte que te hubiera sacado el lugar.
Esa era una de las tantas cosas que me gustaban de vos y que me animaron mucho a hacer lo que hice…
Si el fin era el que se esperaba… no te andabas con cosas chicas, es decir… podías ver igual la serie.
Volví a cruzarme de piernas, pero esa vez, el pie derecho era el protagonista.
Vos eras para mi una fuente de revelación en muchos aspectos.
Desde el sentimental, el humano… pasando por el personal… y el sexual, obviamente.
A toda mujer le gusta que la adulen y le digan cosas lindas, pero también le gusta sentirse objeto de deseo, por las miradas de los demás hombres.
Tu mirada en mi cuerpo, era una caricia sensual que me hacía sentir toda una mujer y no entendía el porque tus ojos siempre estaban mirándome los pies… hasta que lo entendí muy bien.
Y lo entendí cuando una vez, luego de hacer el amor te quedaste mirándome todo el cuerpo… pero hiciste mayor hincapié en mis tetas.
Son grandes y un poco caídas, por amantar.
Mis pezones de areolas grandes, están marrones por dar leche y son grandes, lo que me hacía sentir vergüenza por ellos… hasta que vos me dijiste que te encantaban.
Cuando dejé entrever que quería operármelos, me dijiste que hiciera lo que yo quería, pero que si fuera por vos… no.
Que decirte de la fascinación que sentí al saber que te gustaba tal y como yo era.
Se que no tengo el cuerpo de una chica de veinte, alguna vez si, pero ya siendo madre… mi figura se modificó y si bien me mantengo, se que tengo cosas para mejorar… pero eso a vos no te importa.
“Te diste cuenta el cuerpo que tenés, después de traer al mundo a un chico?”, me dijiste.
Eso me gustó mucho.
Siempre creí que eso de enamorarte perdidamente de un hombre, era mentira… pero vos me lo hiciste ver bien, con tus pequeños detalles… que para mi fueron muy importantes.
Y como entendí eso pude entender el porque de tu manía de mirarme los pies.
Luego de averiguar con las chicas más jóvenes de la oficina, utilizando mis medios, para que no se dieran cuenta de nada y después de algunas horas perdidas en Internet… te entendí.
Se que tengo lindos pies, pero lo que no entendía era el porque no me lo decías.
Lo deduje sola, cuando me contaste de las quejas de tu ex mujer y siempre… pero siempre, de alguna manera u otra… la palabra pies aparecía.
Por eso, te esperaba sentada en el sillón, para darte el placer que no tuviste… y para recibir el mío.
Te sentaste a mi lado, con mucha naturalidad y diste play a la serie, mientras agarrabas la taza de café humeante de la mes ratona que tenías enfrente.
Diste un sorbo y la volviste a dejar ahí.
Mi ansiedad… mi excitación y mi calentura crecían a pasos agigantados, a cada segundo que estabas a mi lado.
Esperaba el momento justo para dar mi estocada.
Volviste a pasarme el brazo por los hombros, pero esta vez fue el derecho.
Estabas justo como te quería.
Te miré…
Veías la serie con una concentración increíble…
Te probé…
Me das un beso?.- te dije con voz suave.
Me miraste sonriendo con ternura.
Con tu mano derecha, me agarraste la nuca y me besaste muy despacio y dulcemente.
Por mi parte, te acariciaba el pecho, metiendo mi mano derecha por debajo tu camisa.
Quisiste cumplir con lo que te pedí, darme un beso… pero no te dejé seguir viendo la serie…
Te frené cuando quisiste parar.
Siempre me gustó que me besaran… pero que lo hicieras vos, siguiendo mi pedido… solo dejó que mis ratones, tomaran velocidad.
Tu boca relajada…
Tu lengua entre sumisa y dominante, temerosa de ir más allá de una pequeña caricia sobre mis labios.
Sabía de lo que eras capaz…
Pero también sabía que arrastrarte a experimentar placeres que nos eran ajenos, nos daría una experiencia sin igual.
Me apoyaste la mano izquierda sobre la panza.
El calor de tu mano era relajante y excitante, similar a esos baños de inmersión con agua tibia y reconfortante.
Me acariciabas como siempre lo hacías… despacio y presionando casi imperceptiblemente, logrando que cada milímetro de mi piel se estremeciera.
Tu respiración que era suave, comenzó a mostrar signos de agitación…
Muy leve, tu aliento mostraba síntomas de un control de tu parte, difícil de llevar.
Era mi momento de gloria…
Mi momento de tomar el toro por las astas.
Tengo muchas ganas de vos… de tu cuerpo… de disfrutar cada pedazo de vos…- te susurré.-… hoy vamos a darnos con todo sabés?.-
Te dije medio advirtiéndote, mientras nos mirábamos.
Como vos digas.- contestaste.
Eso era lo que quería escuchar.
De solo pensar lo que venía… lo que yo tenía en mente, mi cuerpo comenzó a experimentar una agradable sensación de placer.
Iba a ser dueña de tus acciones… iba a hacer con vos lo que ninguna mujer había echo y estaba muy segura… de que no te iba a ser fácil deshacerte de mi.
Tenía que hacerte mío…
Solo mío.
Se lo que te gusta… aunque no me lo dijiste nunca…- te susurré con voz sugerente.
No te importó…
Sabés… se que tenés ciertos… gustos que podemos compartir… cuando vos quieras, al igual que los míos…- continué.
Así que sabés mis gustos?.- preguntaste algo burlón.
Si…- te contesté sonriendo sobradora.-… se muy bien lo que te gusta… y te puedo decir que eso me calienta de una manera que no te imaginás…-
Bueno… si tan segura estás…- respondiste dándome vía libre.
Nuestros rostros estaban a milímetros y podía sentir la excitación brotar de tu aliento fresco.
Volvimos a besarnos, pero esta vez… mi lengua violó tu boca.
Peleábamos la dulce batalla por prevalecer nuestra excitación…
Vos seguías acariciándome la panza y yo te agarré la cara, para que no te pudieras zafar.
Era un beso tan grotesco y libidinoso como alterador de nuestros sentidos.
Te metía la lengua hasta pretender ahogarte y la trababa en tu paladar, para querer permanecer por siempre ahí.
Estaba super excitada y mis pezones estaban muy pero muy duros.
Vos no te quedaste atrás y cuando pudiste tomar algo de aliento, arremetiste pasándome la lengua por los labios…
Que sensación hermosa!
Sentir tu lengua lubricada en ellos no tiene descripción.
Disfrutaba de eso como si me la estuvieras pasando por la concha.
En un momento que te moviste un poco, sentía la dureza en mi pierna…
Instintivamente miré el televisor.
Habíamos perdido el hilo de la serie…
Te volví a ganar en la pulseada de los besos y dominé de nuevo tu boca.
Abrí los ojos solo para ver reflejado en tu cara el placer que tenías.
Tenía muchas sorpresas para vos…
Sorpresas que ni te imaginabas una mina podía darte.
Era tiempo de empezar.
Con la mano libre, que todavía no había disfrutado ni de tu cuerpo ni de tu cara, porque todo era parte de mi plan, te agarré de los pelos y te alejé un poco.
Te miré…
Disfrute de ver como querías seguir.
Nos quedamos un par de segundos…
Yo caliente como nunca…
Vos algo sorprendido.
Tus deseos… tus fetiches son los míos… y los míos… son tuyos y a partir de ahora… somos dos amantes incondicionales, dos actores de nuestra propia película porno… le película porno más guarra y asquerosa que vamos a ver…- y sonreí porque me imaginé otra cosa, para lo que no tenía nada con que llevar a cabo.-… bueno… que vamos a vivir sabés bebé?.-
Tu cara fue increíble…
Estabas muy desconcertado.
Si bebé… yo también tengo fetiches… algo sucios, como vos…-
Te extrañaste…
Sucios?.- respondiste sin entender.
Si papito… sucios…- te respondí.
No te di tiempo y volví a besarte, mientras me desabrochaba la camisa.
Al hacerlo, me estremecí al notar el corpiño algo húmedo…
Y que decirte cuando te miré a vos.
- Si… es de nylon… te gusta?.- te pregunté sonriendo.
Estabas sorprendido bebé.
Te dije que conocía lo que te gustaba…- agregué.-… y ahora hace algo que me gusta a mi y que te va a encantar… chupame la teta bien chupada.- dije y te metí el pezón en la boca, sosteniéndome la teta, como si te estuviera amamantando.
Apenas sentir tus labios no pude evitar quedarme sin aliento del placer.
Lo apretabas muy despacio y de una manera tan suave que hacía que mi respiración se entrecortara.
Te miraba y sentir que solo el pezón escapaba de la dulce prisión del corpiño, me ponía a mil… como siempre que hacía algo así.
Durante los últimos tiempos había experimentado cierto placer por tener sexo sin quitarme la ropa…
Dejando solo lo necesario, librado al alcance tuyo…
De tus dedos…
De tu lengua…
De tu sexo.
En algunas ocasiones era cuestión de ver alguna ropa o prenda mía en el placard e imaginarme teniéndola puesta y que vos hicieras lugar, solo para satisfacerme.
Ese era uno de mis fetiches y estaba satisfaciendo mi necesidad de el.
Tu aliento cálido se dejaba notar, cuando hacías pequeños altos, para mirarme el pezón bien duro y parado.
Podía sentir tu pija dura contra mi pierna y que no mermaba en ningún momento su rigidez.
Yo no podía hacer otra cosa que disfrutar y tiraba la cabeza hacia atrás, recostándola en el respaldo del sillón, como una extensión de mi goce.
Que lindo era sentirte chupar y lamerme el pezón.
Ibas de mayor a menor…
Lamías despacio y babeándomelo… hasta apretarlo con tus labios… con tus dientes y cada vez que hacías eso… de nuevo la respiración se me entrecortaba.
Vos chupabas y chupabas, mientras me acariciabas la pierna.
Pero no podías con tu genio y comenzaste a manifestar tu fetiche…
Ese del cuál yo me di cuenta sola y por lo cuál me vanaglorio.
Sentir la calidez de tu mano en mi empeine…
Sentir como el nylon de mi media recibía tus caricias…
Saber que vos disfrutabas de eso, tanto como yo de que me chuparas la teta era muy reconfortante.
Hubiera podido pasarme la tarde entera así…
Acariciada y chupada por mi macho en los lugares que me resultaban más estimulantes.
Pero lo mejor estaba por venir.
Cuando empezaste a chupar con más fuerza, arrancándome gemidos de placer, me imaginé que eras mi bebé grandote y vicioso…
Hábido por llenarte la boca con mi pezón parado como lo estaba tu verga.
ME acariciabas el empeine, mientras abrías bien grande la boca, para chupar con fuerza la mayor porción de mi teta.
Chupabas y chupabas…
Pero yo quería que te llevaras la sorpresa que tenía para vos, entonces, como lo hacía con mi hijo… limité tu boca solo al pezón, capturándolo entre el índice y el dedo medio.
Te abocaste a el.
Chupabas bien cortito y fuerte, así como me gustaba a mi.
Sentía tu respiración agitada en la copa de mi teta grande…
Así papito así...- te animaba susurrando a lo gata mimosa.-… chupa… chupa la teta de mamita que papito va a tener un sorpresita bien linda…- agregué.
Te ensañaste de una manera tan provocativa como sucia.
Lo apretaste con los dientes y comenzaste a darle golpecitos con la lengua…
Después lo chupaste bien pero bien fuerte.
Una sensación de vacío me llenó…
Agradable y placentera.
El pezón se me endurecía cada vez más, cuando chupabas y chupabas fuerte.
Sentí un cosquilleo en todo el cuerpo…
Sentí una sensación que me era familiar… pero olvidada…
Sentí como la leche me salía y te miré… entre sorprendida y conforme…
Si papito… toma la leche de mamita… chupame la teta… tomate mi leche.-
La sorpresa de tu cara era increíble.
Me mirabas sin entender nada…
Chupa… chupa la teta… que después tener que seguir chupando por otros lados papi… dale.- volví a animarte.
No perdiste tiempo y te dedicaste a ejercer semejante vacío que no sabía si era más placentero saber y sentir que me chupabas o la sensación de la leche saliendo de mi pezón…
No te imaginás lo erotizante que era ver mi leche en la comisura de tus labios.
Mientras vos me acariciabas, no solo el empeine del pie, con la palma de tu mano, sino que con los dedos… recorrías el arco, sin sacarme el zapato.
Como me gustaba eso!!.
Cumplir tu fetiche… el mío y saber que amamantarte sería parte de nuestro juego…
No como esos extraños fetiches, quizás más depravados, creyendo que sos mi hijo… no, nada más lejos de eso.
Yo sabía que eras mi macho y darte la leche… era darte fuerzas para seguir… mientras yo gozaba como una yegua.
A decir verdad… eso no estaba en mis planes iniciales y surgió de casualidad.
Se dio una noche, mientras acomodaba mi placard, luego de haber salido de compras… para ese sábado en especial.
Gasté bastante plata en ropa y accesorios sexuales y los estaba guardando algunos y escondiendo a otros, cuando encontré en el rincón del primer estante, el sacaleches que tuve usar los primeros tiempos, luego del nacimiento del nene.
Lo creí prestado o perdido… pero nunca esperando a ser usado de nuevo.
Como ya sabés, mis tetas cobraron una importancia muy grande cuando entraste en mi vida.
Aprendí a valorarlas y a darle la importancia que tenían, desde el aspecto visual al sexual.
Me gusta mucho cuando las miras, sobre todo… cuando crees que no te estoy viendo.
Ese morbo del Voyeur, sea cuál fuera la parte de mi cuerpo que capta tu atención… tiene su encanto y fascinación sobre mi.
Había estado casi toda la tarde entre casas de venta de ropa interior, zapaterías, boutiques y en el único sex shop que estaba siendo atendido por una mujer… con lo que mi excitación había sufrido varios altibajos.
Al ver el sacaleches no dudé en usarlo, pensando muy seria y profundamente en que la boquilla era tu boca.
La lavé y la herví, ya que hacía tiempo que no la usaba y no era cuestión de tener problemas.
Ya al colocármela, los pelos del cuerpo se me erizaron.
Con una teta fuera del corpiño, comencé a acariciarme la concha, habiéndome sacado la pollera y con las medibachas y la bombacha por las rodillas, mientras bombeaba el sacaleches.
Todo se potenció al sentir la sensación vacío que generaba el aparato y no tardé en acabarme la vida... al sentir mi leche volver a salir y llenar el recipiente... como lo hacía antes.
No podía creer lo que mis ojos veían y mi cuerpo manifestaba, cuando al sacarlo… todavía caía leche.
Lo guardé.
Al otro día, creyendo que era algo aislado, volví a repetir la sesión… y volví a sacarme leche.
Lo hice de nuevo a la siguiente… y otra vez volví a ver mi leche en el recipiente, pero eso no fue lo que me hizo volverme loca de placer.
A la mañana, mientras me bañaba para irme a trabajar, agarré la areola de la teta derecha y la apreté en sentido al pezón…
Fascinación…
Eso sentí cuando vi el chorro saltar de mi pezón e inmediatamente supe que eso te volvería loco…
Tanto como te veía que estabas, chupándome esa tarde la teta… vaciándome de a poco la mama.
Tu ensañamiento placentero en mi pie, al cuál acariciabas con tu dulzura característica… despacio y disfrutando del momento…
La presión que ejercías en mi pezón y como sentía yo que mi leche entraba a tu boca… eran suficientes para arrimarme de a poco al orgasmo.
Chupabas…
Acariciabas…
Estabas bien al palo…
Me estremecí… sentía el orgasmo venir…
Me arqueé en el sillón y estiré las piernas, notando los músculos tensionados.
No aguantaba más el placer…
Me sentí explotar…
Chupabas con fuerza… con mucho más fuerza, cuando empezaste a sentir que yo no controlaba lo inevitable.
Acariciabas por completo mi pie, libre ya del mocasín y ejerciendo la presión justa, para terminar de cerrar el círculo de placer.
Mi cuerpo se volvió a tensionar…
Mi vulva se descontroló…
Un chispazo de electricidad…
Un estremecimiento…
Si… chupá chupá…- te ordenaba, mientras te pegaba la cara a la teta.-… chupá… chupá fuerte…-
Tu pija se sentía durísima en mi pierna, atrapada por tu jean.
Hábilmente y como si se tratar de mi mocasín caído, utilizaste la palma de tu mano para soportar la planta de mi pie y son el dedo gordo acariciaste el empeine hasta los dedos… como arrastrando algo.
Fue suficiente…
Exploté de placer.
Te agarré la cabeza con las dos manos y trataba de meterte dentro de mis tetas al tiempo que estiraba las piernas descontroladamente y sentí mi concha tener vida propia… mientras yo llegaba al paraíso…
Mientras vos me arrastrabas al paraíso.
Involuntariamente mi cintura se movía de manera espasmódica hacia delante y hacia atrás…
Mis nervios estaban crispados…
Sii… si papito…chupando.- te decía haciendo fuerzas para que no apartaras tu cara de mi pecho.-… seguí chupando.- te ordenaba.
Sentí tu mano apretar fuerte los dedos de mi pie izquierdo, como si fuera tu contra ataque… pero eso solo me gustó más.
Mi respiración estaba entrecortada… tanto como la tuya sobre mis tetas.
Contraje los dedos y apoyé la parte delantera de la planta sobre tu mano, como si se tratar e un zapato de taco alto e hice fuerza.
Sentir tu palma soportando esa presión, hizo que mi orgasmo tuviera una intensidad nunca antes experimentada.
Sentía los músculos de mi concha contraerse y expandirse involuntariamente, mientras el orgasmo cobró una inusitada fuerza… hasta que tuve el punto cumbre y tu aliento en mi pecho era una bocanada perdida… ahogada y mi pierna estirada, hacia que mi pie y tu mano… fueran solo uno…
El gemido que largué fue profundo y largo…
Gutural y obsceno…
No te soltaba… quería que estuvieras con tu cabeza sobre mi pecho, siempre
Te apreté con muchas fuerzas… con todas las fuerzas que pude tener… solo para mostrarte la intensidad del orgasmo que tuve.
Me relajé mucho, luego de ese orgasmo…
Te solté y te quedaste mirándome a los ojos.
Tu mirada no hizo más que animarme a hacer… lo que tenía planeado.
Lo que había estado pensando durante la última semana.
Recuperaba el aliento de a poco y no estaba experimentando esa sensación de satisfacción plena, que tenía siempre que llegaba a mi orgasmo… bueno, siempre que vos me arrastraba apasionadamente a el.
Quería más… necesitaba más!
Te gustó mi leche?...- te pregunté.
Solo asentiste con la cabeza, dejando claro en tu mirada lo sorprendido que estabas.
Bueno… pero mamita quiere más de papito… y papito se lo va a dar… sobre todo porque a el le gusta!.- dije burlona.
Solo levantaste las cejas, intrigado.
Te miré…
Te medí…
Se me ocurrió algo, para que te dieras cuenta de lo que te esperaba.
Me hacés un favor?...-
Te quedaste como estabas… mirándome descolocado.
Traeme una bolsa de la cocina…-
Una bolsa?.- retrucaste descolocado.
Me hiciste reir.
Si… una bolsa… en la puerta del bajo mesada, debajo de la bacha… ahí tener bolsas… traeme una bebé.-
Bueno.- contestaste sin decir más.
Te levantaste y dejaste a mi plena y satisfecha vista, la carpa que tenías en la entrepierna.
Apenas me diste la espalda, empecé a revisar las cosas que había dejado a mano y ocultas, que conformaban parte de esa tarde de placer que había planeado.
Todo estaba donde tenía que estar.
Volviste con la intriga dibujada en tu rostro.
Yo me calcé el mocasín y me levanté…
Agarré las dos tazas…
Te miré…
Sacate toda la ropa y ponela adentro…-
Para que?.- me cortaste descolocado, mientras me encaminaba yo, para la cocina.
Me di vuelta y te mire de arriba abajo, de manera controladora y sugerente.
Quiero que te quedes a dormir… y no creo que te puedas ir desnudo… así que eso solo es mi garantía…- te constaté.-… además… me gustas mucho así como estás… pero desnudo… me calentás.- te contesté y seguí mi camino.
Cuando volví, te vi parado entre el sillón y la mesa ratona.
Que hayas echo lo que te pedí, movilizó mis ratones a una nivel nuevo.
Luis… vos no podés ni siquiera acercarte a imaginar…
Ni siquiera… ni siquiera podés especular lo que es para una mujer, tener el control de un hombre.
Recién ahí entendí ciertas actitudes de algunas mujeres en el trabajo, jefas en su mayoría, que tienen cagando a algunos de mis compañeros.
Aunque creo que si vos podés hacerte una idea, ya que sabés que sentimos diferente… pensamos diferente… somos diferentes a Uds.
Tenías la bolsa en la mano y te la saqué a la pasada, cuando caminaba hacia el balcón, para bajar la persiana.
Era la tarde perfecta para estar encerrados y tener buen sexo.
Abrí las cortinas, para mirar hacia fuera.
Estaba nublado…
El cielo tenía un color plomizo muy denso… muy profundo.
Miré hacia abajo…
El pezón de la teta, estaba escapando todavía del corpiño de nylon.
Estaba contraído…
Se notaban todas las pequeñas protuberancias que tenía…
Los pliegues en la punta…
Los granitos en la base…
Las areolas mucho más chicas de o que estaban siempre… todo me decía que estaba tan caliente… como lo sentía en mi cuerpo que tenía un estado de tensión placentera que me gustaría que fuera un estado de gracia constante y permanente.
Saber que te tenía todo para mi, durante esa tarde y hasta algún momento del día siguiente, era igual a ratonearme con todo lo que quisiera.
Bajé la cortina…
Quedamos bastante a oscuras.
Encendí la luz, cuando llevé a mi cuarto la bolsa y la metí dentro del placard…
Era para quedarme totalmente tranquila de que no te ibas a escapar como siempre, amparado en mi sueño, motivado por la intensidad del placer que me dabas, que me agotaba… y ayudado por la penumbra de la madrugada.
Volví…
Estabas parado, esperándome.
Mi táctica había tenido ciertos resultados positivos y muy obvios.
La erección que me habías refregado por la pierna, ya no estaba.
Eso era bueno… ibas a explotar cuando te hiciera acabar!
Me paré en frente tuyo.
Te miré de nuevo…
La incertidumbre de tu mirada era excitante…
Tu desconcierto me movilizaba como nunca.
Te acaricié el pecho con las uñas…
Tenés frío?.- te pregunté.
Por ahora!...- respondiste dejando en clara tu negativa.
No pude disfrutar mucho de ver como se estremecía tu cuerpo, cuando mis uñas lo recorrían desde el pecho hasta tu vientre…
No…
Estaban tan excitada de tenerte bajo control que te agarré de la nuca y te partí la boca de un beso…
Un beso tan burdo y grotesco, como ese beso prolongado que nos habíamos dado hacía apenas unos minutos.
Me rodeaste la cintura con tu brazo derecho…
Te devolví la gentileza y la erección, agarrándote la verga con fuerza…
Había notado hacía tiempo que si lo hacía así… parecía gustarte y eso a mi… a mi me encantaba.
Sentir las venas de tu pija hincharse estremecía mis nervios… los enervaba de la misma manera que a todos mis bellos.
La piel de gallina aparecía enseguida en mis brazos… mis piernas… en fin… en todo mi cuerpo.
Te la tiraba fuerte hacia delante… y hacia atrás y cada vez que lo hacía… se te ponía más dura y agarrotada.
Que placer controlarte de esa manera…
Vos desnudos… excitadísimo y a mi total disposición…
Yo vestida, caliente y controlándote… especulando… disfrutando.
Dejé de besarte…
Vos seguías con los ojos cerrados.
Me puse casi detrás tuyo…
Te miraba por sobre tu hombro derecho, apreciando tu punto de vista… del trabajito que te daba.
Como tenés la pija papito!.- susurré asombrada a tu oído.
Dejaste escapar un gemido ahogado.
Te la apreté otra vez, pero extendí la fuerza por todo el tronco… haciendo hincapié en el cabeza.
Estaba roja y suave.
Apoyé la teta que estaba fuera del corpiño y sentí tu calor como si fuera un destello.
Me estremecí y como acto reflejo… te apreté un cachete del culo.
Fue el izquierdo, porque era la mano de ese lado la que tenía libre.
Ni en pedo iba a dejar de pajearte… cuando podía hacer las dos cosas juntas.
No gemiste… pero lo que hiciste, fue como si lo hubieras echo…
Tiraste levemente la cabeza hacia atrás e inspiraste profundo.
Estás totalmente entregado…- te dije suave al oído.-… hoy te puedo hacer lo que quiera… no?.-
No contestaste… no me importaba.
Seguía masturbándote con la palma debajo del tronco y con el pulgar sobre este, haciendo fuerza cada vez que tenía que ir a la cabeza.
Que excitada estaba.
Te pajeaba despacio… muy despacio.
Te apretaba el cachete, abriéndotelo un poco y me daba cuenta como se te estremecía el cuerpo de placer.
Eras callado… siempre lo fuiste conmigo, porque te quedó de herencia de tu matrimonio.
Pero yo no lo era… a mi me gustaba quejarme y eso me calentaba, mientras me la metías.
Que buena pija tenés Luisito…- te decía.-… muy linda… gruesa y con el largo justo… para mi.-
Estoy segura de que no me creiste.
Una de tus frustraciones era que tu mujer no te elogiaba…
Pero creeme ahora bebé… ahora que ya tenemos otra relación… tenés una muy buena verga!.
Me abre todo lo que necesito que me abran… y más.
Me erotiza verte desnudo…
Me caliente pensar lo que podríamos disfrutar… solo si abrieras un poco más tu mente.
Y tus manos… tus dedos… como me hiciste acabar varias veces… tocándome mi punto “G”.
Se que te prometí que no lo iba a decir nunca… pero que pelotuda tu ex mujer que no te cuidó…
O que afortunada yo… que te encontré, no.
Con respeto a eso… a lo que me contaste que ella quería todo rápido, sentí como se te empezaba a manifestar tu eyaculación…
Hubiese seguido, para ver como brotaba… como escupía tu pija esos borbotones de leche que te estaba macerando.
Pero no… quería reventarte... quería exprimirte y que te dieras cuenta de lo que seríamos juntos.
Quería comerte todo…
Pero me contuve.
No papito… no vas a acabar tan rápido… mamita quiere seguir jugando…- te dije burlona.
Como vos quieras…-
Si… va a ser como yo quiero.- te corté muy satisfecha, por lo que escuché.
Tu aroma me invadió de inmediato, como si ese destello de placer, al escucharte, hubiera expendido cada milímetro de mis pulmones haciéndolos absorber mucho más aire… mucho más de tu perfume varonil.
Como me gusta tu perfume atabacado!
Parecía que te hubieses puesto justo ahí, sobre el hombro en donde yo apoyé mi pera, para tener una idea de lo que se sentí ser hombre al hacerse la paja.
Ver tu pija bien parada desde arriba y sentir tu perfume me estremeció al punto de experimentar, otra vez, los síntomas de otro orgasmo.
Te besé el hombro muy suave… hasta llegar al cuello.
Ladeaste un poco la cabeza hacia el otro lado… me dejaste libre una zona fundamental, la parte e atrás de tu oído.
Seguía con mi mano, agarrándote bien fuerte la verga.
La sentía palpitar de la calentura.
Te besé justo detrás del lóbulo… gemiste… me erotizaste más… te lo mordí suavemente…
Abrí tu mente…- te dije entre dientes sin soltarte.-… porque hoy vas a hacer algo que seguro querés… pero no te animás a pedirme… hoy me vas a hacer la cola…-
Si!.- me cortaste extasiado.
Siiii… te gusta no?... hacerme la cola… meterme esta pija bien adentro… hacermela sentir toda?.- te animaba agarrándote bien fuerte.
Si… si…- susurraste.
Si… ami también me calienta la idea… si supieras como tengo al concha toda babosa… llena de cremita de mamá.-
Diste un respingo de placer al oirme decir eso y, tengo que ser sincera… me encantaba hablar así.
Esa Melina, que surgió de conocerte y de días de abrir mi mente a los placeres más carnales, me resultaba tan desconocida como seductora y provocativa.
Si bebé… me vas a hacer la cola cuando vos quieras… en donde vos quieras y como vos quieras…-
Tu respiración se entrecortó, pero te controlaste de inmediato.
No no… acabar no!...- te ordené en un susurro.- esperame así como estás… no te muevas.-
Me di vuelta y al agacharme en el sillón, para sacar una de las tres bolsas que había escondido ahí, sentí el aire fresco darme en la entrepierna…
Me toqué, mientras metía la mano dentro de una de ellas, para encontrar lo que buscaba, al tiempo que sentía todo el pantalón, casi hasta la mitad del muslo húmedo y caliente.
Sonreí satisfecha y en silencio.
Saqué una caja chica, casi parecida a un atado de cigarrilos, que contenía un lazo erector.
Al tenerlo por primera vez en mis manos, la sola sensación al tacto era terriblemente provocadora.
Sedoso y suave… con la temperatura justa… el calor especial, que le dí con las manos, apenas tocarlo.
No me lo habían dicho sobre ese producto… si por los otros que llevé.
“Enseguida toman temperatura”, recordé las palabras de la vendedora del sex shop.
Estimulante, es la palabra justa de la sensación que me causaba ese objeto, al saber que lo tendrías colocado en la base de tus huevos.
Cerrá los ojos y date vuelta.- te pedí con voz suave.
Lo hiciste…
Como un cíclope erguido, tu pene quedó frente e mi cara… amenazando con atacarme.
La visión que yo tenía era fabulosa.
Semejante erección, toda para mi solita…
No resistí la tentación.
Te miré… tus ojos estaban cerrados y parecías expectante.
Tu cuerpo desnudo que mantenías a base de practicar boxeo, era un premio esperado por años.
Así como siempre me dijiste que yo tenía lindo cuerpo… no hace falta decir lo lindo que el tuyo me parecía.
Saber que yo era la destinataria de tenerlo junto a mi, hacía que las cosquillas de mi estómago me impulsaran a hacer lo que hice.
Abrí el lazo y lo pasé a través de tu glande y, apenas te toqué, reaccionaste.
Un leve respingo dio tu pija, al sentir mi piel.
El recorrido hasta la base y detrás de los huevos, no fue distinto… pero te premie por la paciencia que me tuviste, ya que colocar algo así… bueno, para una mujer no es muy fácil.
Era importante que la tuvieras bien parada, para tener el mejor de los efectos… así que yo te di una mano.
Antes de desplazara la corredera, lamí tu cabeza.
Despacio… muy despacio pasé la lengua por la parte baja.
Sentí la tensión en tu frenillo…
Sentí la suavidad de esa piel perlada…
Sentí como se sacudió tu pene… Y como te estremeciste vos.
Si bien no tenía gusto y todo parecía más a lamer algo soso… saber que era lo que lamía, enardecía mi femineidad.
Mi concha se estremeció…
Tu verga reaccionó a la primer lamida… a la segunda… a la tercera.
Despacio y con suavidad, sabiendo que teníamos todo el tiempo del mundo, te lamía… te pasaba la lengua.
Que lindo era sentir la dureza… la tensión de la piel... del prepucio estirado hacia atrás
Fue ahí donde lo agarré, para poder levantarlo y cerrar le lazo.
Ya la tenías bien parada y ajuste el pasador de manera que no había nada en el mundo que pudiera bajártela.
Te lamí desde los huevos, disfrutando de los pelitos chiquitos, esos que estaban naciendo porque te depilabas para mi.
La piel se sentía rugosa y caliente… muy caliente… muy excitante… muy estimulante.
Yo sentía que si me movía un milímetro… que si abría o cerraba las piernas, inclusive si me acomodaba mejor en el sillón, acababa como una bestia y si bien no me hubiese importado.. se que a veces, cuando estoy pasada de calentura y tengo mi orgasmo, me cuesta después recuperarme.
Si no lo quería para vos… menos pretendía yo aguar la fiesta, así que ni me movía… con el cuerpo, pero no con la boca.
Te agarré bien fuerte la pija… como conteniéndome…
De no morderte…para comerte entero.
Que buena que está esta pija papi…- te dije sin poder contener o disimular la emoción que sentía.-… está para chupártela bien chupada… querés que mami se la trague todita?.- agregué burlona.
No te di tiempo a contestar…
Inspiraste profundo, cuando te besé la punta del glande.
Le di un beso sonoro… solo para mirarte a la cara y ver como tirabas la cabeza hacia atrás, mostrando placer.
Me gustaba eso!.
Te di otro beso con un “Mua” elocuente y ruidoso… y otra vez volviste a mover la cabeza hacia a tras, pero estaba vez tu pecho se infló con un respingo de satisfacción.
Lo volví a hacer, solo para tener el mismo y erotizante resultado… tu estremecimiento.
Como nena que mira por primera vez una pija, miraba la cabeza de tu verga, roja e hinchada, estudiándola algo burlona, para luego darle un beso ruidoso…
Para sentir en tu cuerpo reflejada esa dulce tortura que te estaba dando…
Para excitarme controlándote.
Por dios… como disfrutaba de ese juego!.
La dureza que tenías era increíble.
La lamí de nuevo… estaba seca…
Había que lubricarla.
Mirame.- te susurré.
Tus ojos… tu mirada algo impávida, se clavó en la mía.
Sonreía mientras abría la boca.
Saqué la lengua y la apoyé justo en tu frenillo.
Sin dejar de mirarte, porque el mejor de los espectáculos era ver tu rostro, me metí un poco la cabeza… para terminar cerrando la boca sobre ella…
La rodeé por completo con mi boca caliente.
Pero solo eso hice… no seguí hasta el fondo…
Quería volverte loco…
Quería que vieras que si habías dudado por un momento de tenerme a tu lado… esas dudas desaparecieran.
Daba chupadas cortas, solo sobre el glande.
Movía la cabeza solo un poquito… lo necesario para que la cabeza se llevara mi atención.
Empecé con movimientos cortos y lentos, chupando con fuerza.
Ya no podías tener una erección más notoria, pero sentí como se hinchaba dentro de mi boca esa cabeza que con mi saliva… tenía el gusto justo para saborearla bien.
Cerré los ojos para hacerlo…
Para sentirte bien.
Y como te sentía!
La respiración se me empezó a entrecortar…
La excitación en mi, se potenciaba a pasos agigantados y comenzaba a perder el control de mis actos.
Vos estabas tan caliente que me resultaba imposible no seguir el paso.
No quería que ninguno de los dos acabáramos… todavía, pero sabía que eso era imposible…
Así que decidí jugarte mal…
Mi experiencia ame dictaba que un poco de dolor, calma ese tipo de fieras… así que mordí.
Apreté con mis dientes el suave carozo que coronaba tu pija.
No era mi intención lastimarte… así que solo ejercía presión, nada más.
La tenía dentro de la boca y apreté muy despacio y suave.
Un gemido ahogado salió de tu garganta y la verga pareció tener potencia extra…
Te había gustado!
Hijo de puta!.- exclamé como perra caliente y te miré.
El placer en tu rostro, aunque tus ojos estuvieran cerrados era muy notorio.
Cerré las piernas porque creí que era la única manera de que no me acabara la vida al tenerte tan bajo control.
Experimentaba en carne propia lo que había escuchado muchas veces…
El placer que se siente al dominar así a un hombre, sobre todo a quién una tiene a su lado… es supremo, no tiene descripción verbal o escrita, que pueda explicarlo bien.
Una sensación de ahogo placentero me dominó por completo.
El aire parecía faltarme.
Sabía que estaba por acabar, así que junté más fuerte las rodillas y levanté los talones del piso, haciendo fuerzas para contenerme.
Me pasé con desesperación tu pija por toda la cara…
Sentirla dura por mis pómulos… por mis ojos cerrados… sobre mis labios, que besaron todo tu tronco caliente de placer.
Lo besaba de costado…
Le pasaba los labios muy suavemente, apenas tocando la piel de tu poronga, tirante y excitada.
La adoraba…
La idolatraba.
Vos dejabas escapar gemidos contenidos, no eras de hacer mucho ruido.
Siempre habías sido muy silencioso… y eso tenía que cambiar.
Me gustaba escucharte gemir… pero quería que lo hicieras fuerte, porque consideraba que eso demostraba el placer que te estaba dando…
Dejate llevar… dejate llevar papi.- te animaba susurrando, mientras seguía pasándome tu pija por cada milímetro de la cara.
Yo apretaba fuerte las rodillas… parecía un buen remedio para no tener mi orgasmo.
Tenía mi mano derecha sobre tu tronco… ella parecía tener voluntad propia y restregaba toda tu dureza sobre mi.
Bufaste de placer cuando te apoyé el pulgar justo debajo de la punta de la verga.
Sentí como se te estremeció y supe que ya estaba todo dicho… que ya no aguantabas más tanto franeleo.
Era tiempo de que te descargaras.
Como perra dominante que me sentía, quería verte a la cara cuando acabaras…
Quería ver como saltaba la leche, sin importarme nada…
Sin saber donde pegaría tu escupida.
Empecé a pajearte con la intención de abrir mis piernas, cuando comenzaras con tus convulsiones, para acabar yo también.
Te tiraba fuerte de la piel, cuando llevaba mi mano hasta la base, pegándote en el vientre.
Una… dos… tres… cuatro veces hice lo mismo y vos a cada una de ellas, respondías con el cuerpo sumergido en una tensión constante
Cada vez que yo hacía eso… bueno, te arañaba suavemente la cabeza con al uña del pulgar.
En un momento… creo que luego de unas diez o doce veces que hice eso… parecías que ibas a acabar.
Mientras te incentivaba a hacerlo, pajeándote con al derecha…agarré tus huevos con la mano izquierda.
Estaban muy contraídos y muy sensibles al tacto.
La piel rugosa incitaba a que hiciera lo que hice… te los raspaba con las uñas.
Tu eyaculación parecía inminente.
Noté como se te rigidizaron las piernas… el abdomen…
Como tu respiración se tornó irregular… yo conocía esa reacción en vos…
La había sentido placenteramente muchas veces… antes de que llenaras un forro con tu semen.
Estaba raspándote suavemente los huevos, cuando comenzaron una extraña danza
Se contraían fuerte y tu verga daba pequeños brincos…
AGh!.- gritaste.
En ese momento miré tu glande…. Estaba hinchadísimo y casi morado.
Perlado y brotaba algo de líquido preseminal.
La tensión que tenía era increíble y los movimientos espasmódicos, solo me decían una cosa…
Estabas acabando… pero no eyaculabas.
Volviste a gritar y me miraste sin entender nada…
Si papito… gozá… disfruta de este orgasmo eterno.- te decía burlona, mientras no paraba de masturbarte.
Tu cuerpo se acompasaba a cada gemido de placer que emitía tu garganta.
EL lazo era más efectivo de lo que yo creía… hacía un milagro en particular…
Pero solo uno, porque escucharte gemir con la intensidad que lo hacías… tener tu pija dura en mi mano…
Tenerte bajo mi control…no evitaba que yo si acabara.
Fue solo abrir mis piernas para sentir la proximidad de mi goce absoluto.
Me metí tu verga en la boca y la chupaba fuerte…
Sentí como mi cintura se estremecía…
Como mis músculos eran ahora, los que se movían de manera involuntaria.
Te juro que sentía palpitarme la concha al sentir la cabeza de tu pija, casi llegarme a la garganta.
Mi placer era increíble y te la solté, para arañarte el pecho…
Agh!.- volviste a gemir fuerte, cuando te clavaba las uñas y bajaba las manos.
No podía controlar mi cuerpo…
Mi cintura daba espasmos y tenía una necesidad increíble de moverme hacia atrás y hacia delante… refregándome…
Presionando contra el sillón, sintiendo como temblaba por la intensidad de mi orgasmo.
No podía evitar gemir, aunque tuviera tu verga adentro de la boca y al hacerlo… vos también gemías con fuerza.
Eso no hacía más que continuar mi acabada y sentía ganas de comerte… de tragarte… y eso hice.
Fue increíble como se me pusieron los nervios de todo el cuerpo al tragarme tu pija lo que más podía…
Me había acomodado mejor… irguiendo mi espalda y bajaba la cabeza, engulléndome tu miembro, mientras te arañaba el pecho.
Parecía que ibas a explotar… pero yo te gané de mano.
En el momento exacto en que tenía tu glande dentro de mi garganta… sintiendo el sabor salado y pastoso de tu brote preseminal… el último sacudón de mi orgasmo me estremeció, como si una sensación de calambre junto con chispazos de electricidad me sacudieran.
Solo recuerdo que estuve unos segundos, con mis uñas clavas en tu pecho… te había agarrado el glande con los dientes y estaba totalmente estirada… prolongando el orgasmo.
Pero vos solo habías derramado unas gotas de tu jugo…
Nada más, no habías podido acabar.
Te miré…
Tus ojos reflejaban el dolor que te causaba el no acabar.
Abrí la boca despacio y liberé tu miembro, que dio un brinco.
Lo miré y, por extraño que pareciera… no tenía señales de daño alguno…
Pero lo más extraño fue que, a pesar de sentir toda mi entrepierna caliente y mojada... te podría decir que satisfecha hasta decir basta… yo quería mucho más.
Tenía tu verga enfrente… apuntándome como si en cualquier momento me acabas en la cara.
Me gustaría seguir teniéndote así… bien al palo… pero si te lastim…-
No… dejáme así que vivo en un placer contínuo…- me cortaste.
Ah si?...- retruqué algo sorprendida.
Si… si…- susurraste.
No dije nada… me recosté en el sillón.
Te tenía como quería y por eso mismo me gustaba estar con vos.
No entendí nunca, sino hasta ese preciso momento, la fascinación que experimentaban las mujeres al dominar a sus hombres.
Saber que yo podía hacer lo que quisiera con vos era algo que me cortaba la respiración por momentos, sumergida durante algunos segundos en un éxtasis indescriptible.
Provocarte… llevarte al límite de tu placer más profundo, solo hacía que yo no quisiera parar.
Todo mi cuerpo reaccionaba de manera placentera… todo.
Controlarte… sobrarte… era simplemente excitarme más y más a cada momento.
No te voy a mentir… esa idea la tuve siempre presente, desde hacía muchos años.
Si existiera en el mundo mujer alguna que me diga que jamás fantaseo con someter a un hombre a sus más bajos deseos y voluntad… Creo que es mentira.
Por despecho…
Desahogo…
O por el simple placer de hacerlo, toda mujer sueña con descargar su pasión y bronca sobre un hombre.
Se que hay alguna que lo hacen de maneras muy fuertes y crueles…
Pero también me doy cuenta que eso depende mucho de cada una.. de las frustraciones que cargan.
Mi intención no era lastimarte… no, nada más lejos de eso…
Yo quería que fueras únicamente mío…
Te quería todo para mi.
Necesitaba que vos sintieras lo que yo sentía por vos.
Me acomodé mejor en el sillón, sentándome bien atrás…
Estás caliente?...- te pregunté de manera burlona.
Si… si…- susurraste.
Asi?... tan caliente estás… y porque?.- seguía utilizando el mismo tono.
Te ví inspirar profundo, controlándote.
Me gusta estar con vos…- respondiste.-… me gustas mucho.- agregaste y no te puedo decir como me gustó eso.
Solo te puedo decir que se me cortó el aliento.
No sé porque?... pero escucharte decir eso fue como la confirmación de que pasara lo que pasara entre nosotros dos, no iba a ser lo suficiente para distanciarnos en absoluto.
Así que te gusto mucho papito?.- retruqué siempre controladora.
Si.-
Tanto te gusto?.-
Si… mucho…-
Y que te gusta más de mi?.-
Sinceramente Luis… no esperaba obtener la respuesta que obtuve.
Estaba preparada para escuchar cualquier cosa, teniendo en cuenta el momento… no?
Es decir… estaba lista para sentirme alagada, porque me contestaras… no se?... que te gustaba como gemía cuando me la metías… o como me movía mientras garchábamos…
Desde ya una mujer que pasó los treinta, espera que le digan que tiene buen cuerpo… o que a su compañero le gustan las tetas… o el culo…Pero nunca creí que en un momento de tanta intimidad... respondieras lo que vos respondiste... y que te hacía especial.
Me gusta tu compañía.- dijiste, mirándome por primera vez a los ojos, luego de mantenerlos cerrados.
La intensidad en tu mirada… era demoledora.
Como?.- te retruqué sin entender.
Si… como escuchaste… me gusta estar con vos… sentir tu perfume, el calor de tu cuerpo junto al mío… cuando estamos juntos. Me gusta ese sentimiento de pendejo que quince que me agarra, cuando vengo a verte… tu manera de ser… de hablar… - e hiciste un silencio para mirarme con mayor profundidad, para continuar con tu tono de voz profundo y relajado.-… tu femineidad, eso me gusta mucho de vos… más allá de todo tu cuerpo.-
Tus palabras tuvieron un efecto en mi embriagador.
Me hiciste sentir que estaba en las puertas del cielo…
Luis, tu voz me calentó… me pasó de vueltas.
Sentía mi cuerpo temblar al escucharte decir eso.
Te repito, no estaba preparada para escuchar esas palabras.
No se si lo hiciste con un único fin o sentías lo que decías… pero tuviste un efecto muy satisfactorio.
Algo que nunca había experimentado.
Te tenía parado frente a mi, con tu verga en una erección sublime y constante
Estabas a escasos centímetros mío, entregado totalmente a mis deseos…
A mis fantasías que apenas comenzaban a ser cumplidas…
Y me hiciste estremecer tanto que mis piernas temblaron…
Mis caderas se estremecieron, mientras sentía algo muy parecido a un orgasmo, comenzando a revolucionar todo mi ser.
Mi respiración comenzaba a entrecortarse, mientras te miraba a los ojos.
Me costaba controlarla y de la única manera que se me ocurrió, no acabaría otra vez y así poder disfrutarte más… era histeriquearte.
Esa tarde mi vida, me dí cuenta que yo podía gozar de otras maneras, que el simple gozo “carnal”…
Es decir, no teniendo estimulación directa sobre mis zonas erógenas.
Esta bien que, cuando me chupaste la teta… cuando te veía el hilo de mi propia leche querer escapar por la comisura de tu boca, no te voy a decir que no lo disfrutaba como una perra…
Pero lo que sentí en ese momento en que tuve que optar por “usarte”, para no acabar era diferente.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que me enseñaste a disfrutar de más maneras de las que yo conocía y que solo vos, podías lograr tal disfrute.
Porque?...
Muy simple, vos estabas predispuesto a todo… según tus propias palabras.
Cuando me lo dijiste por primera vez, no te entendí y creí que era parte del “folclore de cama”, como bautizamos a esas charlas que solíamos tener después de un buen polvo.
Toda pareja tiene sus propios códigos y el nuestro era compartir charlas de todo tipo, hasta que nos dormíamos, entre otras cosas.
Pero el punto era que yo pensaba que lo habías dicho de manera condescendiente y no te di mucha pelota, hasta que escuché a dos chicas del trabajo tener una conversación referida a lo que los hombres dicen cuando hablan.
Ahí me di cuenta de que hablaste en serio, pero por alguna razón, solo te quedaste en palabras… hasta que me di cuenta que vos no ibas a someterte… sino que eso era algo solo privativo y exclusivo mío.
Por eso…, sentada como estaba, me crucé de piernas y puse, entre las tuyas, mi pie derecho que colgaba grácilmente.
Era hora de darte algo que querías hacía mucho tiempo.
Así que te gusta mi femineidad?.- te pregunté mientras balanceaba el pie, jugando con mi mocasín, sobre los dedos de mi pie.
Si… mucho.- respondiste, intentando mirarlo.
Mucho mucho… tanto como para hacer lo que te pida?.-
Si.- contestas serio.
Bueno… si es así…- dije y dejé caer el zapato al piso.
El ruido que hizo al caer, aunque algo apagado por la moquette, te sobresaltó un poco.
Supongo que sabías lo que venía a continuación.
El momento estaba tan cargado de erotismo, que sentí como mi pie se refresco un poco, al contacto con el aire.
No era una mina de transpirar mucho, pero evidentemente los calores que me habías ocasionado… no pasaban desapercibidos y al sentir mi pie libre, el típico aroma a cuero caliente y sudor, brotó e inundó el aire que nos separaba.
No era un olor desagradable, pero la situación le daba al momento un morbo particular.
Mh… que lindo tenerlo transpiradito para vos…- dije sugerente mientras abría los dedos.
Bajaste al cabeza y lo miraste.
Yo aproveché y lo estire rozándote apenas la pierna.
Luego tiré los dedos hacia atrás, acentuando todos los rasgos del pie, sin dejar de ver en tus ojos la fascinación que tenías.
Es precioso…- susurraste.
Si?... te gustan mucho?.- retruqué sintiéndome adorada.
Si.- solo contestaste y te quisiste agachar para agarrarlo.
No te dejé hacerlo… era parte de mi juego morboso.
Vos no le quitabas la mirada de encima y tuve que ver que era lo que realmente te obnubilaba.
Tengo que decir que la imagen que veía, me hizo sentir la perra más sexy.
Mis pies no eran grandes, calzaba treinta y siete y nunca me resultaron un problema en ningún sentido.
Jamás me dolieron o tuve callos…
Diría que eran muy lindos, como otras partes de mi cuerpo…
Pero puntualmente en ese momento, eran el centro de todo.
Enfundados en las medias para pantalón, en color natural y brillo opaco, tanto el talón como el arco, tenían un atractivo especial…
Las distintas tonalidades que las curvas tenían, por efecto de la luz, lo hacían ver casi irreal.
El empeine muy marcado junto a los tendones y a los dedos, con uñas sin pintar pero muy prolijas y escondidas detrás del nylon, me resultaron simplemente, una invitación muy provocadora.
Te gustan mucho?.- insistí.
Si…- respondiste con el aliento algo perdido.
Mucho… mucho?.- insistí provocándote, rozando tu pierna derecha con el.
Si… demasiado…-
Siempre me los miras no?.-
Si…-
Y porque no te sacás las ganas de hacer lo que quieras con ellos?.- te pregunté para evacuar toda duda.
Me miraste a los ojos…
Parecías contener la respuesta…
Me dio la impresión de que pensabas que contestar.
Esa situación me ponía a mil.
Que era lo que tenías que pensar tanto?.
Pero por otro lado… tu duda, me hacía sentir una mujer poderosa… temida quizá.
Empecé a levantar el pie, apoyando levemente el talón y la parte de atrás del dedo gordo en tu pierna.
La suavidad que le daban tus pelos, era una sensación que me alteraba los sentidos.
Te apoyé el arco por completo sobre la cara interna del muslo…
El calor de tu cuerpo era increíble.
Te lo refregaba a centímetros de tus huevos…
Lo subía y lo bajaba…
Lo subía y lo bajaba, pudiendo sentir tu estremecimiento al hacerlo.
Tengo que reconocer que hacer eso… era muy erotizante…
Dale… contestame… porque no te sacás las ganas?.-
Te animé y como para que te sueltes… te pasé los dedos por los huevos.
Dejaste escapar un gemido de placer, mientras tirabas la cabeza hacia atrás.
Te los tocaba muy suave y vos dabas respingos de placer que me resultaban muy placenteros y me animaban a seguir…
Y seguía…
Y seguía rozándotelos y podía ver como tu verga daba brincos de calentura.
- Dale papito… contale a mamita porque no te…-.
- Por vergüenza.- me cortaste.
- Por vergüenza?!.- realmente me asombró tu respuesta.
Inspiraste profundo y me miraste muy resignado, mientras yo seguí con mi juego… que me gustaba mucho.
Dejé de acarciarte los huevos y te pasé el empeine por la pija…
Te la acariciaba con mi pie, dese la base hasta el frenillo y vos parecías no poder contenerte.
Sin embargo… no acelerabas nada… me dejabas hacer.
Vi que no ibas a hablar… así que tomé yo la posta, mientras me complacía acaricándote la verga con el empeine, sintiendo la cálida suavidad el roce del nylon sobre todo el largo de tu miembro.
Vergüenza de que Luis?... de gozar?.-
Lo que pasa es que…-
Sh…- te callé.-… no no no… papito… entre nosotros dos, a partir de hoy… no hay más vergüenza.- agregué y te apoyé la planta del pie en la verga, levantándola y apretándola contra tu vientre.-…ay… que caliente que esta!.-
Demasiado…- respondiste casi sin aliento.
Porque algo te debes de estar imaginando… no?... contame… contame que es lo que forma parte de tu vergueta… que es tan oculto, que no lo decís y no hacés, para deschavarte?.-
No querías hablar, así que…
Si no me contás… no sigo y te dejo con las gan…-
No, está bien…- me cortaste.-… lo único que te pido es que no lo tomés para la joda…-
Pero no bebé… como lo voy a tomar para la joda… contame, dale.- insistí.
Bueno… si algo me fascina… si algo me gusta mucho, es una mujer con lindos pies… es decir, con lindo cuerpo… como vos y si bien me gustan las tetas, los culos… también los pies, forman parte del todo y muchas veces fantaseo con llegar y acariciarlos… admirarlos, de la misma forma que me gusta imaginarme que la mujer disfruta de eso… o de que yo llegue y lo primero que haga, después de saludarla… es franelearla bien y refregarle la pija por le culo…-
Me harías eso a mi?.- te pregunté con la libido revolucionada.
Te haría eso y mucho más, pero…-
Pero que Luis?.- retruqué algo hastiada.-… que es lo que te lo impide?.-
Sentir que te molesto… que algo así pudiera joderte o ponerte de mal humor…-
Seguías dándome explicaciones que para vos eran válidas, pero para mi eran pretextos estúpidos, porque nos habíamos prometidos sernos sinceros, sea cuando fuere que las circunstancias lo ameritaran y tener que sacarte eso de la manera que lo tuve que hacer… no me gustó mucho.
Sin embargo, tengo que reconocer que mi excitación no bajaba, mientras te refregaba la planta del pie sobre la verga… que estaba empezando a aflojarse un poco.
Vi que había cometido un error y tenía que frenarte.
Te me estabas yendo por las ramas… y tu “rama” se estaba cayendo.
Luis… Para mi amor, para…- te frené y te miré fijo.
Automáticamente dejaste de hablar.
Mi vida… todo lo que decís es genial!... pero quiero que lo pongas en práctica desde este momento…- me miraste asombrado.-… si, como lo escuchas, desde hoy en adelante y siempre que no esté ni el nene ni ninguna otra persona cerca…hacéme lo que vos quieras… lo que te venga en gana… besáme con locura… apretáme toda… violáme si querés… porque tus palabras las tomo como propias y yo, con vos, ya no tengo vergüenza de nada… te quiero… te amo y te deseo tal como sos… con todo lo que me dijiste, es imposible que mi líbido no esté por las nubes, en todo momento… se que es difícil que lo puedas entender… pero me hiciste descubrir a otra mina que tenía escondida muy adentro y…-
No pude seguir…
No pude seguir porque me cortaste, abruptamente, con un beso…
Por dios que beso!
Me agarraste de la nuca y me levantaste un poco, haciéndome doler algo, pero valió la pena sentir como me abriste la boca con tu lengua.
Como me la mandaste hasta lo más profundo que pudiste.
Obviamente, tuve que bajar el pie, porque prefería los besos que me pasaron de revoluciones y que me dejaron algo pasmada y definitivamente en un segundo plano… cuando quería ser el principal.
Disfruté de cómo me chupabas la lengua…
De cómo me acariciabas el paladar…
De cómo me movía con tu mano la cabeza, para profundizar más el beso que duró, para mi, una eternidad.
Empezaron algo bruscos, hay que reconocerlo… pero la suavidad que fueron cobrando… lo relajado de tu boca, me hacia suspirar ahogadamente y podía sentir el olor de tu verga… de la humedad de mi entrepierna que llenaba los vacíos del aire que nos rodeaba.
Como hembra poseída y caliente, apoyé una mano en tu estómago y te aparte, mirándote como vos lo hacías conmigo…
Con los ojos cargados de lascivia.
Estaba reencendida…
Estaba muy caliente y dejé escapar un siseo con los dientes apretados… antes de agarrarte la pija con la mano derecha y clavármela en la boca.
La tragué casi toda…
Aunque lo niegues, tenés un buen tamaño… al menos a mi me alcanza y me sobra.
Pero tengo que reconocer que si bien el tamaño importa… lo mejor era como te dejabas llevar…
Eso me gustaba más!.
La tenías dura y tensionada.
Podía notarte cada una de las pequeñas venas que tenías.
No podía parar de gemir y vos… no dabas abasto para estremecerte.
Te la apreté con los dientes, como por la mitad y le daba lenguetazos a la cabeza, teniéndola dentro de la boca.
Vos te volvías loco…
De vez en cuando… la apretaba bien con los dientes… como queriéndola cortar y eso era increíble… sobre todo porque reaccionabas como quería…
Sin pretender apartarme.
Mi dominio sobre vos no solo me ponía cada vez más loquita… sino que me comenzaba a gustar demasiado, evaluando la posibilidad de… bueno… cambiar un poco nuestra rutina sexual.
Tu pija tenía un sabor agradable… para nada agresivo.
Podía sentir tu líquido preseminal brotar de a gotitas y su sabor, entre salado y agrio me hacía sentir como una porno star.
Nunca había llegado tan lejos con un hombre.
No te voy a decir que nunca me chupe una pija… pero al límite de saborear sus fluidos… si papito, sos el primero.
Ya para ese momento, estaba descalza y te franeleaba las dos piernas, subiendo y bajando los arcos de mis pies por ellas.
Iba y venía con la cabeza, tratando de tragarme tu verga lo más que pudiera y vos me agarraste de los pelos…
Que sensación hermosa sentir tus manos en mi cabeza.
Te miré…
Nos miramos…
Abrí la boca y te apoyé los dientes, quería que me vieras hacerlo.
Vos hacías un poco de fuerza con tu mano… pero para nada cedí.
Te volví a apretar el tronco, casi al punto de clavarte los dientes…
Ganas no me faltaron, estabas en todo tu esplendor y como para comerte.
Te agarré bien fuerte la pija, en la base y así como estaba… empecé a sacármela de la boca.
Tu gemido de placer fue fuerte y profundo, al arrastrar con mis dientes clavados…
Sentía en ellos la tensión de tu verga…
Una tensión que resultaba morbosa y excitante.
Vos casi temblabas constantemente.
Cuando llegué al comienzo del glande, volví en sentido inverso, ayudándome con las dos manos agarrandote los cachetes del culo,, para poder tragármela toda…
La quería toda adentro…
Estaba hecha una guarra muy puta.
Cuando la tenía lo más adentro que podía… me dio una arcada… pero bajé un poco el mentó para evitar eso, mientras te volvía a apretar fuerte con los dientes.
AH!.- dejaste escapar fuerte.
No me importó.
En otras ocasiones hubiese dado todo por terminado y seguir con otra cosa…
Pero con vos no.
Nosotros dos estábamos destinados a ser uno el juguete sexual del otro.
Tu grito me exasperó y te apreté fuerte los cachetes del culo, clavándote las uñas y abriéndotelos… preparándote para lo que venía.
Nuevamente retiraba la boca de tu miembro, arañando con los dientes el tronco hasta llegar a la cabeza y volver sobre la longitud hasta la base…
Mientras te clavaba las uñas en los cachetes…
Mientras te los abría un poco…
Mientras mis pies recorrían tus empeines y tobillos, notando el calor excesivote tu cuerpo y elevando mi temperatura vaginal a las nubes.
Podía sentir el agrio olor de mis flujos sobre mi ropa…
Y me encantaba.
Me tragué tu pija por varios minutos, segura de que no acabarías sino hasta que liberara el laso de tus huevos.
Me fascinada poder hacer lo que quería con vos.
A medida que chupaba y chupaba no parabas de estremecerte y tu reacción me arrastraba a mi a otro orgasmo.
El siseo de mis medias sobre tu piel…
La dureza y tensión de tu verga en mi boca…
Su sabor…
El aroma y el calor de tu cuerpo…
Sentirme dueña de vos, por completo…
Y tu jugada maestra… esa de agarrarme el pezón que estaba fuera del corpiño y de la camisa… del que te alimentaste…
Agarrarlo… acariciarlo, apretarlo y tirarlo un poquito… me desenfrenó.
No podía parar de gemir, mientras más adentro de mi boca quería tu verga dura, al tiempo que sentía como un calor enorme recorría mi espalda hasta la cintura.
Algo me subía y bajaba desde la garganta hasta el estómago…
Me relajaba y al instante me tensionaba...
Un cosquilleo me sacudía desde la nuca hasta las piernas…
Sentía la parte interna de los muslos, cerca de la vulva, contraerse de manera espasmódica e involuntaria…
El corazón quería salirse de mi pecho…
Pero lo mejor vino cuando sentí unas terribles ganas de orinar y, presa de la excitación, de todo el sacudón que mi cuerpo sentía y de la suprema libertad que experimenté… por estar con vos… dejé que todo fluyera.
Te apreté bien fuerte los cachetes… tanto que gritaste y quisiste dar un paso atrás.
Pero no te dejé, porque era tal la intensidad que te gané haciendo fuerza, mientras te abría las nalgas y mi cuerpo temblaba sin control…
Mientras mi vagina parecía tener voluntad propia y sentía que me vaciaba de todo lo que tenía adentro.
La entrepierna era un hervidero de sensaciones y calores, provocados por, lo que pensé en ese momento, era orina.
Si… ya sé, podría ser una asquerosidad…
Pero jamás sentí semejante orgasmo y si de eso dependía todo… papito… me mearía siempre.
Mis sentidos estaban alterados…
Podía sentir tu respiración agitadísima y entrecortada.
Estabas en una explosión contínua de placer y el aroma de mis flujos, comenzaba a flotar cargando el aire de una sordidez y morbo apabullante.
Lo que duró ese orgasmo… no lo sé, pero lo que si sé es que todo el tiempo gemía y jadeaba de manera apagad, porque tu poronga me llenaba la boca.
Me la saqué de manera exagerada y sonora, mientras te miraba a los ojos.
Que carita tenías bebé!
Seguí pajeándote, solo por el placer de saberme controladora absoluta de tu cuerpo.
Te miraba con los labios separados, mientras subía y bajaba la mano derecha de tu falo…
Mientras te agarraba la cabeza del choto y jugaba con ella, amasándola…
O pasándote el pulgar por el frenillo, que te hacía gemir a lo loco…
Todo eso porque estaba haciendo tiempo… para recuperarme un poco.
Durante todo ese tiempo, yo no me había tocado para nada y creo que ese era el secreto para estar constantemente queriendo más.
La estimulación indirecta que había tenido era la clave.
Ser yo quién llevaba las riendas y controlaba todo, sin dejar que vos me tocarás… bueno, independientemente de la chupada de teta que me hiciste, pero que no hicieras nada más… era el secreto y garantía de horas de sexo.
Pero vos ya no dabas más!.
Me hiciste acabar como una yegua…- te recriminé con vos sugerente.- … me la vas a meter ahora?.-
Si… si…- respondiste jadeando y desesperado a más no poder.
Pero mamita quiere algo más… papito la deja hacer…-
Si… si…- volviste a responder de la misma manera.
Papito se va a dejar llevar… va a dejar a mamita hacerle sentir lo que ella siente?.-
Si Melina… por favor…-
En serio?.-
Si…-
Como método de distracción, porque lo que venía era algo nuevo para mi, te agarré con los labios el glande y le daba golpes con la lengua, mientras metía la mano debajo del almohadón del sillón, para sacar un guante de látex.
Si papito…
Durante los últimos tiempos había escuchado hablar de la estimulación de la próstata… algo que volvía realmente loco a los hombres… y a las mujeres más.
Tengo que reconocer que dudé en hacerlo… pero como venía la tarde…
Cuando me puse el guante, la sola sensación al tacto de ese material tan suave y todo lo que representaba para mi… hizo que perdiera el aliento de placer, por unos segundos.
Mientras que con la mano izquierda te agarré el tronco, para seguir chupándote la verga, con las piernas te rodeé, como para tener bien pegado y firme y con la mano derecha, enguantada, comencé a acariciarte las piernas…
Subí por las rodillas y el corazón comenzó a galoparme…
Sentía un extraño calor en todo el cuerpo, nuevamente, pero con algo que lo caracterizaba mucho…
Era la sensación de poder sobre vos… que no tenías ni idea de lo que venía.
Subí la mano, pasándotela por la ingle…
Subía por tu vientre y llegué hasta tu pecho, en donde te acaricié y en todo momento, vos estuviste con los ojos cerrados…
Claro, te la estaba chupándo despacio… volviéndote loco con los mordisqueos y golpes de lengua eventualmente.
Cuando vi que estabas totalmente sumergido en una marejada de placer, bajé la mano, te hice una caricia justo en la cintura y la seguí, rodeándotela para llegar de nuevo a tu entrepierna.
Jugué un poco con tus huevos, sopesándolos y te apreté justo en el perineo…
Que brinco dio tu verga inclusive, dentro de mi boca.
Nada podía salir mal…
Seguí el largo de tu pija, con el dedo índice y mayor, para adentrarlos en mi boca y lubricarlos.
Sin que te dieras cuenta… apoyé la palma de la mano en tus huevos y comencé a acariciarte suavemente.
Solo fueron unos segundos, hasta que me animé.
Apoyé el índice en tu agujerito…
Estaba caliente y nos miramos.
Tu cara de sorpresa era increíble… no sabías que hacer.
Sh…- te callé por las dudas.-… dejá a mamita… si?.-
No dijiste nada… para mi fue un “si”.
Aposté fuerte entonces…
Estaba segura de que nada podía salir mal.
Sin dejar de mamártela, con la mano izquierda te abrí un poco los cachetes… mientras que comencé a jugar con tu culito apretado.
Daba rodeos por las pequeñas estrías de tu anillo y vos respirabas entrecortadamente.
Hacía pequeños círculos, siguiendo la forma de tu ano.
Vos parecías no querer que fuera más allá, porque retiraste un poco la cintura…
Sin embargo, yo estaba decidida a todo y no me importaba si lo pudieras tomar a mal… yo quería que vos sintieras lo que yo sentía.
Está bien… nunca me habías echo la cola, pero para los fines de que entiendas lo que significabas para… era lo mismo.
Tenías que vivir en carne propia el concepto de “entrega”… ya sea en mi caso, cuando me la metías bien al fondo por la conchita… o si yo te metía el dedo en el culo.
El concepto era el mismo.
Sentía en mi boca tu verga dura y no podía parar de tener esa sensación de poder que crecía y se fortalecía dentro mío.
Vos no lo entenderías, porque explicarlo con palabras me resultaba imposible…
Solo puedo decir que no quería que ese momento terminara.
Por el contrario, sabía que eso iba a pasar, pero te tenía controlado con el laso amarrado fuerte en la base de tus huevos.
Hice varios masajitos en tu agujero, siguiendo el sentido de las agujas del reloj y en sentido inverso, pero no lograba que te relajaras.
Te sentía tensionado y pretendiendo alejarte de mi…
Eso me gustaba más todavía…
Una peleita de ese tipo, era muy estimulante, sobre todo porque sabía que yo iba a ganar.
Y como lo sabía?!...
Simple… yo dominaba!.
Yo me metía y me sacaba tu poronga de mi boca que estaba tan dura y lubricada por mi baba, que hacía un ruido increíblemente embrujador y vivificante.
Era genial sentir el chupeteo que le daba…
Tanto que intenté apoyarte el dedo justo en el centro de tu agujero y te corriste más hacía atrás…
No mucho, porque evidentemente, no querías que parara de mamártela pero si lo suficiente como para que se me haga un poquito difícil a mi.
Pero si algo había aprendido durante los últimos días… fue a sacar la perra insaciable y jodida que tenía adentro…
Claro… siempre hablando desde el punto de vista sexual.
En Internet había leído y visto videos de tipos que tenía la misma posición que vos y eso se solucionaba muy fácil.
Te apreté la verga con los dientes, de nuevo, pero algo más fuerte generando una reacción que no me imaginaba…
Diste un gemido ahogado…
La dureza que tenías no mermó y al tenerte agarrado por la mitad e tu pija… bueno simplemente corrí un poco la cabeza hacia atrás.
Con eso fue suficiente como para que acercaras tu cintura y todo me quedara mucho más facilitado.
Victoriosa, te miré sonriendo y disfrutando de mis logros, mientras vos parecías estar sumergido en un éxtasis tan profundo, que habías cerrado los ojos y tenías la cabeza levantada-
Fascinada, me mordí el labio, mientras te pajeaba.
Disfrutaba tanto el verte…
Te saqué la mano del culo y pareciste renacer.
Me miraste…
Nos miramos…
Me metí la mano en la boca y el látex tenía el sabor de tu intimidad.
Me mojé bien los dedos…
Los babeé lo más que pude, cerciorándome de que me vieras.
Cerraba los ojos y saboreaba el momento, como si se tratara de otras dos pequeñas pijas.
Te miraba mientras lo hacía… y mientras te seguía pajeando.
Ahora mamita te va a meter los deditos en el culo… y te va a coger bien cojido sabés?!...-
No…- susurraste.
Si… como que no?!...- te interrumpí.-… quiero que experimentes lo que yo siento… cuando me garchas papi, vas a ver que no es para nada feo… al contrario…-
No…- me cortaste.
SH!... no podés hacer nada… porque hoy… hoy te voy a hacer mío, te guste o no!.- sentencié.
Se ve que lo aceptaste rápido… o lo esperabas, porque respiraste resignado.
Te pasé la mano embadurnada de mi saliva, por entre las piernas, para tener un mejor acceso y control total.
Sopesé tus huevos en la palma de mi mano…
Los acaricié despacio… muy despacio.
Los masajeaba un poquito, mientras de a poco me iba tragando la cabeza de tu verga.
Le pasaba la lengua al tiempo que te comenzaba a acariciar el agujerito, con el dedo mayor.
Te estremeciste…
Me gustó.
Te saboreaba el frenillo, dándole pequeños lenguetazos, mientras rascaba tu agujerito, mojándolo con los dedos.
La calentura que tenía crecía a pasos agigantados y peleaba para contenerme…
Peleaba para no meterte de una el dedo en el culo papi.
Sentía el olor de tu sexo…
De mi entrepierna que emanaba olores fuertes y agradables al mismo tiempo…
Aromas de perra caliente…
De fluidos mezclados que cargaban al momento de un erotismo raro e indescriptible.
Nunca había experimentado algo así… nunca.
Era algo burdo… sórdido y grotesco sentir mi concha mojada, caliente y olorosa.
Podría parecer una asquerosidad… pero me gustaba sentir eso.
Sabía que te estaba dominando y me hacía volar de placer.
Me metí lo más que pude tu pija en la boca…
Quería llegar a la garganta, quería darte placer en ese momento…
Podía sentir mi boca llena y las pequeñas estrías de tu ano, a través del látex.
Vos peleabas…
Apretabas el culito, desconociendo mis serias intenciones de hacerlo…
Supongo que no creías que hablaba en serio y eso tenía que aprovecharlo.
Me saqué la pija de la boca y comenzaba a masturbarte lentamente con la mano izquierda, mientras te miraba a la cara.
Tenías los ojos cerrados y la cabeza levantada…
Aproveché ese momento…
Ay papito… que caliente que estás…- dije sobradora.-… estás a punto de caramelo… si si…-
Fue ahí… donde nuestras vidas cambiaron.
Con la uña del pulgar izquierdo, te raspaba delicadamente el frenillo, mientras comenzaba a hacer presión con el dedo en tu agujero.
Vos hacías fuerza para evitar lo inevitable…
Sh… aflojá… aflojá que mamita no quiere lastimarte papi… entendé que lo voy a hacer… estoy muy caliente y no puedo parar…- te decía mirándote como te resignabas.
Sentía como te resistías en al punta del dedo…
Dale… aflojá…- te pedía.-… afloja que si no te meto un consolador en el orto bien fuerte… y eso si te va a doler…- seguía burlándome de vos.
Si te tengo que ser sincera… el consolador te lo metía igual, esa tarde u otro día, porque mi perversión con vos había trepado a las nubes, de la misma manera que mi líbido subía más y más.
Tenerte a vos a mi entera disposición era algo altamente morboso y por tal, me gustaba.
Sin embargo, la amenaza pareció no tener efecto…
Vos creías que podías resistir o que yo me iba a arrepentir…
Pero te demostré lo contrario.
Sin decirte más y mirándote a la cara, aunque tus ojos estuvieran cerrados…
Mientras te seguía acariciando el frenillo…
Empecé a meterte el dedo en el culo.
Gemiste apagadamente… no querías pasar por cagón.
Te vi y sentí en tu cuerpo, como inspiraste profundo, aguantando.
ME maravillé de lo que era capaz… y seguí empujando.
Tu esfínter luchaba por rechazar a mi dedo…
Pero no me importó… Seguí haciendo fuerza.
Agh!.- exclamaste y eso me pasó de vueltas.
Entendí que era un gemido de placer… no parecía ser de dolor.
Tenía dentro de tu culo la primer parte del dedo… había llegado al primer nudillo.
Sentía mi entrepierna caliente y mojada…
Si supieras como siento la concha de hinchada papi…- dije como incentivo.
Aunque la realidad era que no quería ni rozar… ni moverme, porque estaba segura de que explotaba.
Eso me puso algo más loquita y te agarré bien fuerte el tronco de la pija, me metía la cabeza en la boca, chupándola con mucha fuerza y empujé el dedo más adentro.
Apretaste el culo y lo saque.
Justo te aflojaste y te lo empujé bien adentro…
Llegué casi a metértelo todo y arqueaste la espalda…
Gemiste y para asegurarme de que no te me ibas a escapar…
Te agarré con la mano izquierda el cachete del culo, para abrirtelo más, mientras me volvía a tragar la verga hasta la garganta.
Sentí como levantaste un poco la pierna derecha y tus manos en mi pelo.
Me empezaste a coger la boca y yo como contra ataque…
Comencé a cojerte le culo con el dedo.
Que placer sentía cuando entraba y salía, lubricado por mi saliva.
Te miraba a los ojos, mientras me garchabas la boca con bronca al tiempo que te metía y sacaba el dedo, con la resistencia del esfínter vencida y sintiendo tu calor interno…
Pero yo sabía algo más…
Algo que te iba a poner más loco de lo que estabas.
Había sido solo un mete y saca, la primera parte.
Te tenía que… bueno, desvirgar el culo mi vida, porque necesitaba eso… para lo que vendría.
Necesitaba poder meterte bien los dedos… si, te iba a meter dos dedos… para masajearte la próstata.
Tu vehemencia metiéndome la verga bien adentro, bueno, lo que te permitía yo, iba a ceder en cualquier momento…
Te dejaba hacer para que vos me dejés a mi.
Me la metías fuerte… ibas i venías dentro de mi boca con facilidad…
Cambiabas de ritmo, como si yo te fuera a decir basta.
Cuando sentí que mermabas…
Cuando te vi en la cara el desconcierto de que yo no oponía ninguna resistencia, aunque estaba a punto de acabar…
Te apreté bien fuerte el cachete, clavándote las uñas de la mano izquierda…
Te lo abrí y metí el dedo medio bien adentro… y deslicé el índice junto a el.
Cuando sentiste que entraba… te diste cuenta que iba bien en serio y te relajaste por completo.
Sentí como tu verga perdió algo de virilidad y corrí la cara, para sacármela de la boca.
Determinada a salirme con la mía, hice fuerza y gritaste un poco… te quejaste cuando el segundo dedo entró.
Yo estaba en el paraíso…
Podía decir que sentir como se estremecía tu cuerpo de dolor, era el placer supremo…
Sh…- volví a callarte.-… es solo el primer empujón, después es solo placer.- dije en voz baja y tranquilizadora, mientras abría un poco los dedos, dilatándote el esfínter.
Apoyé mi cara cobre tu vientre y empujé con firmeza…
El dedo entró y vos diste un respingo, aguantando el dolor..
A mi se me entrecortaba la respiración del placer…
Sentía la vulva convulsionada…
Te metí bien adentro los dos dedos, buscando tu punto extremo de placer.
Había leído… visto videos en donde decían como la mujer se sentía poderosa y satisfecha de dominar de semejante manera a su hombre…
Pero la verdad…. hasta que no lo experimenté no lo supe.
Me sentía la más puta de las putas y te amaba con locura, mientras hurgaba en tu interior.
Busqué y busqué, mientras te lamía el vientre… Los bellos que tenías y apretaba con fuerza tu cachete, conteniendo mi inminente orgasmo.
Finalmente noté algo abultado y apenas lo rocé…
Diste un empellón hacia delante.
Te miré…
En tu cara estaba reflejada la sorpresa y placer absoluto.
Te miré sonriendo controladora, mientras acariciaba tu punto.
Inspiraste profundo…
Contuviste la respiración y tu verga recobró todo su vigor y más… estaba totalmente dura.
Me las ingenié para apretarle entre mi cara y tu vientre, mientras hacía pequeños círculos con la yema de los dos dedos en tu próstata.
Fue de inmediato que tu pija comenzó a dar pequeños saltos que no se evidenciaban… sino tenías la cara apretándola, como yo la tenía.
No podías acabar porque el laso no te lo permitía…
Pero yo sentí nuevamente los músculos de los muslos tensionarse…
Una electricidad increíblemente placentera recorrerme toda la espalda y de nuevo… esa sensación de orinarme…
Me dejé llevar.
Sentía todo mi ser vibrar, mientras la vulva, como si tuviera nuevamente vida propia, se contraría y dilataba de manera espasmódica pudiendo experimentar la agradable sensación de una relajación total, mientras algo salía de ella.
Sentía el calor de mis fluidos, mientras te apretaba la próstata y tu verga corcoveaba… pero no escapaba de ella más que unas gotas de líquido preseminal.
Pero no solo era eso…
Te temblaba todo el cuerpo…
La respiración se te entrecortaba, al igual que la mía…
Mi orgasmo parecía no tener un fin…
Todo mi ser se estremecía d sentirte… de solo sentirnos…
Que momento papi… que momento!
Et juro por dios que pude sentir como se escurría de mi concha algo viscoso que me daba un placer infinito.
Te seguía estimulando la próstata y vos seguías reaccionando de tal manera, que no quería parar…
Por favor…- susurraste en un lamento.
Supe que era demasiado para vos.
Si papito vení… cométela a mamita.- dije sacándote los dedos del culo y recostándome sobre el respaldo del sillón.
Levanté las piernas desabrochándome el pantalón.
Un aroma dulce y terroso invadió el aire que nos separaba.
Era mi olor… un olor a concha que pareció volverte loco.
Enseguida tomaste lo que querías…
Mis pies.
Los miraste…
Los adoraste, antes de pasarle la lengua a la planta del pie izquierdo.
Que placer sentir el calor húmedo de tu lengua…
Que placer verte disfrutarlo…
Me volvía loquita tu entrega a mi.
Tu lengua recorría cada milímetro de mi pie, sin importarte si tuviera o no olor.
Me chupaste el talón, como me habías chupado la teta y después seguiste, hasta llegar a los dedos.
Te metiste en la boca el dedo gordo y lo mamaste… como yo te había mamado la verga.
Mi respiración era la que se entrecortaba ahora, sumergida en un placer que nunca antes había experimentado.
Entendía, en ese momento, porque algunas minas acababan con que solo la estimularan ahí.
Nunca se me había ocurrido que eso podría ser tan agradable.
Vos chupabas y lamías y yo me acariciaba las tetas, que ya había liberado a las dos por completo de la agradable prisión de nylon, que les daba el corpiño.
Me las masajeaba…
Me apretaba los pezones, sacándoles leche y te miraba provocadora.
Los estiraba y sentía un estremecimiento sin igual, la tiempo que agarraste el otro pie y querías metértelos juntos en a boca.
Se me dio por rozar mi entrepierna y sentí un ardor increíble.
Estaba sumamente sensible y la costura del pantalón me comenzó a lastimar.
Sacámelos.- te pedí y baje la cintura del pantalón.
Me estiraste las piernas y bajaste las manos acariciándome los gemelos… la parte de atrás de las rodillas, los muslos y cuando llegaste a la cintura, con delicadeza los sacaste.
De inmediato sentí frío en mi entrepierna… en la cola y la parte cercana de los muslos, junto a un aroma a concha infernal… que pareció enloquecerte.
Estás echa un desastre!...- dijiste mirándome la entrepierna.
Tu gesto era raro… como que no podías entender nada…
Así que me ví.
Te tenía que dar la razón…
Nunca había visto algo así en mi… en toda mi vida.
Cuando bajo la vista y veo la diferencia de color en la tela del pantalón, jamás esperé ver también los hilos estirados de mis jugos, entre este y me concha.
Me sorprendí de ver cuando había acabado…
Pero más me sorprendí al darme cuenta que no era orín, como yo creía lo que sentía que se escapaba al acabar.
Había leído de mujeres que eyaculaban, pero yo sabía que no era una de ellas….Hasta ese momento.
Muñeca… te acabaste la vida!.- dijiste sin poder creer.
Vos me hiciste esto… malo.- te dije y sonreí.
Me terminaste de sacar el pantalón y, como un provocativo e inmundo degenerado… oliste la tela.
Para que te voy a contar que tenía ganas de seguir?!...
Me miraste inspirando profundo, mientras tirabas de los pantalones, para sacármelos del todo.
Te miré la pija…
La tenías durísima y recontra colorada…
Como tela voy a ensartar ahora.- me advertiste y eso hizo que se me cortara la respiración.
N te contesté…
Solo levanté las piernas y las abrí lo más que pude.
Tu mirada tenía un dejo de perversión.
Me agarraste el tobillo del pie derecho y me sacaste con los dientes la media.
Eran del tipo pantalón, así que no te costó tanto.
La oliste…
Me fascinó.
Te la pasaste por toda la verga y veía como se te levantaba espasmódicamente.
No podía dar crédito a mi morbo…
Esa tarde experimenté nuevas maneras de placer.
Te agachaste de a poco y dejaste la media sobre mi panza.
No entendía el porque…
Tampoco me importaba mucho.
Me vas a coger’…- te pregunté.
Si…-
Me vas a coger fuerte?...-
Si.-
Duro.-
Si.-
Me las vas a enterrar hasta los huevos?...-
Y si puedo te los meto adentro… querés?.-
De solo imaginármelo, aunque sabía que era imposible, me quedé sin aliento.
Te arrodillaste finalmente sobre el borde del almohadón del sillón.
Bajaste de a poco… hasta poner tu cara pegada a la mía.
Me miraste…
Nos miramos y sentí que ya no podía pedirle más a la vida…
Había re encontrado el amor.
Me diste un beso tierno…
Yo te abracé y te sentí acercar más tu vientre al mío.
Luego…
El placer extremo.
Sin agarrarte…
Sin ayudarte ni guiarte, me metiste de a poco la verga.
Entró con una facilidad pasmosa y estaba muy pero muy caliente y dura.
Los besos se convirtieron de repente en una batalla de lenguas, mientras empujabas bien adentro de mío.
La sentía gruesa y que me abría como nunca antes lo habías echo.
Estaba gozando como una bestia, mientras vos me besabas, cortándome le aire.
Te alejaba la cara porque no podía respirara del placer que sentía.
Tu verga me entraba y me ensanchaba…
Se me metía y me llenaba…
Por dios, que sensación más linda.
Me la metías despacio… bien despacio disfrutando del momento, mientras que yo ya no daba más.
Si te digo que apenas me la metiste ya estaba por acabar… no te miento.
Me estabas abriendo, porque en serio, era increíble la sensación que me daba tu verga bien parada y te fuiste más allá cuando bajaste las manos, con las que te apoyabas a los costados, para poder besarme y me abriste los labios vaginales…
Me empujaste un poco más fuerte, mientras me metías los dedos, abriéndome más todavía y arrastrándome al orgasmo.
Empujabas y empujabas…
Abrías y estirabas, sin llegar a lastimarme, mi conchita hinchada.
Ibas y venías dentro de mi, besándome…
Besándonos desaforadamente, hasta que intentas cumplir tu palabra.
Tenía toda tu verga adentro y siento como me refregás un huevo en los labios.
Dejé de besarte, para mirarte sorprendida…
Me los vas a meter?.- te pregunté.
Si.-
Tu determinación fue lo que necesitaba.
Apenas comenzaste intentar meterme un testículo en mi vulva…
Sentí esa agradable sensación de que me estaba orinando.
Para… para…- dije y te aparté.
Fue cuestión de que me la sacaras…
De que yo la mirara gorda, ruda y lubricada con mis jugos… para acabar bañándote como una bestia.
De mi saltó un chorro que parecía orin… Pero no olía como tal.
El placer de verte sorprendido solo alargaba la escupida de lo que era mi eyaculación.
No podía parar…
Te miraba a la cara y era cuestión de que, a cada segundo que pasaba, mi concha escupiera.
El chorro te pegaba en el vientre y vos estabas maravillado.
Me la volviste a meter y te quise alejar…
Estaba recontra sensible, pero igual me la enterraste y me la sacaste…
Y otra vez el chorro…
Y otra vez entraste en mi, para originar la misma reacción.
Yo no sabía si me iba a volver loca o que…
Pero aunque me lastimabas, el placer que sentía era increíble y el momento cumbre llegó cuando te saqué el laso.
Ese pedazo de látex era lo que había separado una cogida normal, quizá, de la sesión de sexo que tuvimos.
Al zafarlo con la mano, te acaricié la cabeza, pretendiendo hacerte acabar…
Y casi lo logro.
Así como yo había abusado de vos… vos te desquitaste con algo que me asustó en un principio… pero luego me dí cuenta que era lo que necesitaba.
Agarraste la media y le metiste la verga adentro y sin esperar mucho… me la metiste en la concha.
Ahí fue donde realmente experimenté tanto dolor como placer.
Estaba tan sensibilizada que en el primer momento tenía miedo de que me lastimaras y me infectaras, ya que eso era algo peligroso…
Y si bien durante los primeros segundos me raspó de una manera que me hizo ver las estrellas… cuando se lubricó bien el nylon de la media, las sensaciones fueron asombrosas.
Bombeaste y bombeaste por algunos segundos y cuando estabas por acabar, me la sacaste y te sacaste la media, para continuar pajeando sobre mi vientre.
Ahí largué otro chorro que se extendió y que te hizo escupir tanta leche de una manera tan fuerte… que algunas gotas me dieron en la boca en el mentòn y el grueso… quedó sobre mi camisa blanca.
No se que pasó…pero sentir tu leche caliente…
Tu cuerpo estremecerse y mi vulva con contracciones involuntarias… me mató.
Lo próximo que recuerdo es estar los dos abrazados, vos arriba mío y durmiendo.
Creo, sin temor a equivocarme… que nos desmayamos del placer.
No se si fue eso o no, pero prefiero tenerlo así, porque siento unas cosquillas muy particulares en mi estómago al recordar esa primera parte e la tarde de ese sábado en casa, cuando cumplíamos nuestro primer mes juntos.
Saber que podíamos disfrutar hasta desmayarnos, sin que nos importara esto, me fascinaba.
Bueno… como verás hice lo que me pediste y escribí los que sentí las dos primeras veces que hicimos algo nuevo para nosotros.
Me lo pediste la semana pasada y te lo mando por correo, para que lo leas y puedas entender, si no es que no lo haces ya, todo lo que significas para mi.
Sos lo mejor que me está pasando y no te voy a dejar así nomás.
Tengo otras cosa preparadas para vos, entre ellas… bueno, estoy esperando que me hagás la cola, porque yo tela quiero hacer a vos.
Te espero esta noche en casa, para acurrucarnos en la cama y dormirnos haciendo cucharita.
Hoy bebé… coger no, porque estoy con al regla y me baja mucho, pero apenas se me retire… me la vas a chupar y me vas a hacer acabar en tu carita, sabés?.
Te mando un beso y espero que esto te sirva.
Te amo, Melina.
Te estaba esperando en casa.
— relatos eroticos (@sexycuentos) April 28, 2022
Excitada…
Estimulada…
Caliente!
Desde que nos habíamos re encontrado, me fije en vos como el siguiente hombre de mi vida.
Es cierto… antes no te tenía en cuenta, pero el tiempo siempre macera los gustos y los... https://t.co/jy0BhCqb6T
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