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Mostrando las entradas etiquetadas como enemas

Mi segundo encuentro con Alionka

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 Hola amigos de sexycuentos, me complace sobremanera relatarles mi segunda experiencia con los enemas, con Alionka, aquella mujer atractiva, que le aplique dos enemas, semanas atrás en la clínica donde trabajo. Resulta que nos encontramos en un centro comercial y tomamos un café, charlamos de muchas cosas, de los hombres, de la ropa, del trabajo y por supuesto de los dos enemas de la otra noche, me conversó que lo que sintió la otra noche, la había dejado un poco aturdida, que nunca antes había sentido una experiencia así y eso la tenia un poco confundida. Yo también le confesé que su trasero me había atraído, me había erotizado, a vez que ella me escuchaba y me miraba profundamente a los ojos, debo aclarar que Alionka y yo nunca hemos tenido un experiencia lésbica, pero esta vez nos habíamos erotizado, sentíamos ambas algo raro, una atracción sexual. Ella me dijo que sintió una sensación placentera cuando la penetré con la cánula del enema, y después cuando sintió el chorro de agu...

Aquel extraño

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  Convivo desde hace algún tiempo, en el mismo departamento con dos amigos llamados Matías y Román. Queda en la zona de facultades de mi ciudad por lo que nos conviene a los tres ya que compartimos alquiler y comidas. Esa noche, los chicos me habían dicho que no vendrían hasta muy tarde porque tenían una cena y luego irían a bailar. Mi cuerpo es muy atractivo según me dicen, con senos no muy desarrollados, una fina cintura y un culete muy apetecible que hace suspirar a varios. Soy rubia y mis labios carnosos y muy sensuales son motivo frecuente de piropos y groserías. Esa noche estaba sentada en la mesa de la cocina estudiando, pero notaba que no podía concentrarme porque estaba muy tensa; por eso decidí dejar para el día siguiente mi tarea. Me di una reconfortante ducha y ya lista, decidí tomar un calmante para poder descansar. Cuando sentí mis párpados pesados por el sueño, me dirigí a mi dormitorio, entrecerré apenas como todas las noches la puerta, me tendí en la cama boca abaj...

Los placeres del enema

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 Desde la edad de nueve años, ahora soy viudo y tengo treinta y siete, soy de la opinión que una lavativa es una experiencia agradable. Cuando era un colegial pasé una semana en un hospital tras sufrir una operación, en el transcurso de aquella semana se me aplicaron varias lavativas, aunque me sentí turbado y humillado gocé de aquellas experiencias de una manera que ahora me resulta imposible recordar. La impresión fue tan duradera que nunca la he podido olvidar, y desde entonces he intentado volver a vivirla muchas veces. Entre los nueve y los diecinueve años solía recordar todos los detalles que constituían las esencias de mis imaginaciones en el momento que me masturbaba. La simple contemplación de una ” pera ” lavativa en una farmacia bastaba para excitarme. Me compré un equipo completo cuando iba a la universidad pero la autoaplicación no resultaba demasiado satisfactoria, tenía una amiga enfermera que fue la primera persona a quién confié mi secreto, cuando ella se ofreció p...

Mi primer enema

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  Era yo un joven de unos 14 años cuando un amigo me invitó a su casa para mostrarme algo importante. Se trataba de una bolsa roja con un tubo blanco y una canula larga y blanca. Al ver eso yo esto me excite, tal vez porque habia recordado cuando me tomaron la temperatura rectal en el colsultorio de un medico ya mayor acostumbrado a tratamientos de antigua usansa, o cuando me habian aplicado un supositorio a los 9 años. Mi amigo me pidio que me bajara los pantalones y los calzoncillos para aplicarme una lavativa profunda, pero sin liquido? pregunte yo algo extrañado, porque tenia entendido que se aplicaba un liquido. Entonces el fue a la cocina y trajo mas o menos dos litros de agua hervida y tibia que puso en la bolsa.Despues fue al cuarto de sus padres y trajo un pote de vaselina para lubricar la canula. Mis manos temblaban de miedo y mis piernas flaqueaban un poco. Despues me decidí a entregarme a este extraño placer. Mi verga estaba gigante y no parecia querer bajarse ni un poc...

Mi pasión por los enemas

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  Todo empezo a la edad de 18 años cuando cuando un dia me voy a dormir a casa de mi novia llamada Julia. Ella era una chica muy linda de unos ojos azules de mi misma edad, nos conociamos de chicos. Un año mis padres se fueron de vacasiones y como ellos eran muy amigos de la madre de Julia, Mabel, me dejaron en su casa. Su madre es una mujer de unos treita y picos de años muy linda con lindos pechos y lindas nalgas y estaba separada del padre de Julia, ellas 2 vivian solitas. Pasados ya unos dias en su casa, en confiasa le digo a Julia que desde que estaba ahi no habia ido de cuerpo, vieron que uno cuando no esta en su baño no en lo mismo, y le pedi por favor que no le cuente a su madre porque me daria mucha verguenza. Al dia siguiente la madre de Julia me dice, -Bruno July me dijo que hace desde que estas aca no has ido de cuerpo. Eso es verdad? -SI Mabel. respondi yo con verguenza todo sonrojado -Bueno si para esta noche no vas tendremos que hacer algo.Yo ahora me voy atrabajar. ...

Una chica llamada Betty

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  En el último año de la secundaria empecé a salir con una chica llamada Betty. Ella vivía en la misma calle que yo y juntos ibamos caminando a la escuela, yo la pasaba a buscar por la mañana y luego cuando volvíamos nos despediamos en la puerta de su casa. Cada día nos tomabamos nuestro tiempo para volver después de clases, aprovechando para besarnos, y a veces tocarnos un poco si encontrabamos algún rincón protegido de las miradas indiscretas. Luego nos juntabamos muchas veces en las tardes para estudiar, casi siempre en su casa, y entonces la cosa se ponía un poco mejor, ya que sus padres trabajaban hasta tarde y podíamos estar solos. Si bien no follabamos, porque Betty quería llegar virgen al matrimonio, ella me la chupaba casi todos los días, haciéndome eyacular en su boca y tragándolo todo. Una tarde, durante una de estas sesiones, Betty levantó repentinamente la cabeza al escuchar un ruido en la planta baja (su habitación estaba en el primer piso). —¡Lo había olvidado! ¡Mi m...