Trío en el Balcón de Palermo
Trío en el Balcón de Palermo (Versión con Diálogos Sucios Intensificados) El departamento en Palermo era un nido de intimidad caótica y sudorosa, un tercer piso con balcón que daba a la avenida Santa Fe, donde el bullicio de Buenos Aires se colaba como un amante indiscreto: bocinas lejanas que parecían gemidos ahogados, risas de bares que sonaban a orgasmos compartidos, y el aroma a choripán quemado de la calle mezclándose con el humo dulzón de los porros que Mateo y Sofía fumaban en las noches de insomnio, cuando el deseo los dejaba con coños y pollas palpitantes. Mateo, veintinueve años, era un arquitecto freelance con el cuerpo de un tipo que corre por el Rosedal los domingos para quemar la frustración de no follarte el culo cada hora: alto, hombros anchos que tensaban las camisetas hasta rasgarlas en el calor del momento, y una polla que medía veinte centímetros cuando se ponía cachondo como un animal, venosa y gruesa como una tubería de plomo, con un glande morado y bulboso...