Hace un par de semanas sucedió la historia que voy a contarles, y desde entonces la vida sexual con mi pareja ha experimentado una notable mejora.
Mi pareja se llama Elena y llevamos juntos cuatro años. Ambos tenemos 27 años y desde que nos conocimos, nos confesamos mutuamente que éramos bisexuales. La gran complicidad que compartimos nos permitió hablar abiertamente sobre todas nuestras preocupaciones, motivaciones, sueños y fantasías. Aunque personalmente nunca he explorado mi sexualidad con alguien del mismo género, ella me ha animado en ocasiones a hacerlo, ofreciéndome libertad para hacerlo. Sin embargo, mi deseo es que si alguna vez decido probar con un chico, ella participe también, ya que esa es una de mis condiciones.
A partir de estos dos párrafos, se puede entender que somos una pareja que valora la mentalidad abierta y no nos gusta limitarnos. En cuanto al sexo, siempre intentamos experimentar cosas nuevas juntos y a menudo utilizamos el porno para inspirarnos y fantasear con los actores y actrices que aparecen en él.
Mi pareja tiene mi misma estatura, alrededor de 1,80 cm, cabello negro azabache y un cuerpo esculpido en el gimnasio. Para mí, tiene un cuerpo perfecto, con unos pechos magníficos y un trasero suave y redondeado.
Mi nombre es Alex, soy delgado y moreno, también atlético como ella, con un ligero vello en el cuerpo.
Esta historia ocurrió hace dos semanas, justo cuando acabábamos de independizarnos y comenzamos a vivir juntos. Ahora, finalmente, disfrutamos de la ansiada libertad y privacidad que ambos hemos deseado durante años. Esta privacidad nos ha permitido explorar muchas de nuestras fantasías que antes no podíamos realizar en casa de nuestros padres, debido a la falta de espacio para guardar nuestros juguetes y su lencería, entre otras cosas.
La fantasía que voy a contarles es una que tenía muchas ganas de hacer realidad. Aunque Elena ya me había proporcionado un placer impresionante e incluso había explorado mi ano con sus dedos en ocasiones anteriores, sentía que eso no era suficiente para mí. Así, en mi mente comenzó a tomar forma la idea de que quería que fuera ella quien estrenara mi trasero, y por supuesto, quería que lo hiciera en grande.
Decidí que quería sorprender a Elena y satisfacer mi fantasía sin que ella lo supiera. Así que comencé a buscar juguetes sexuales en internet, y encontré una amplia variedad: de todos los tamaños, formas, colores, texturas y materiales posibles.
Después de revisar muchos juguetes sexuales, ninguno me convencía hasta que vi uno que me dejó impresionado. Costaba 150€ y era un dildo muy realista de 18cm de largo y un grosor adecuado, ni demasiado grande ni demasiado delgado. Tenía venas bien definidas, unos testículos prominentes y una ventosa para fijarlo a superficies planas. Lo que realmente me sorprendió y justificó su precio fue que tenía un depósito interno para almacenar semen falso, el cual podía ser expulsado a demanda mientras se mantenía presionado un botón ubicado en la parte superior del dildo, justo en la dirección opuesta a los testículos.
Descubrí que este dildo se podía cargar a través de un puerto USB, y que el botón que controlaba la expulsión de semen activaba una pequeña bomba dentro del juguete, lo que hacía que el semen de mentira saliera del dildo como si fuera una eyaculación real. Después de ver este juguete, ninguno de los demás me interesaba, era evidente que este era el elegido y el protagonista de mi fantasía.
Entre los tres colores disponibles: carne, azul y negro, el que más me atraía era el negro. Creía que a mi pareja también le gustaría, así podríamos cumplir algunas de nuestras fantasías relacionadas con hombres de ébano que nos excitaban al ver vídeos juntos. No lo pensé mucho y elegí el dildo de color negro.
Para completar mi fantasía, necesitaba comprar dos cosas más: un cinturón compatible con el dildo y, lo más emocionante, semen falso. No tuve que buscar mucho, ya que la página web me recomendó estos productos adicionales. Me ofrecieron dos opciones para el semen falso: un lubricante normal y uno especial que no era tóxico si se ingería. Aunque la diferencia de precio era significativa, no quería quedarme con las ganas, así que opté por la versión más emocionante. El costo total de los tres productos fue de unos 200€, pero valía la pena para cumplir mi fantasía.
El paquete llegó en un par de días y lo guardé cuidadosamente para que mi pareja no lo encontrara. Sin embargo, no podía esperar para ver el contenido y estaba ansioso por abrirlo, pero decidí aguantar y mantener la sorpresa hasta el fin de semana. Tuve que esperar hasta que mi pareja se fuera al trabajo, ya que yo trabajaba desde casa, para poder finalmente abrir el paquete y ver lo que había dentro.
Cuando mi chica se marchó, no pude resistir la tentación de abrir el paquete con el dildo. En persona, era incluso más intimidante que en las fotos, y me asaltaron dudas sobre cómo iba a hacer para insertarlo entre mis pechos y mi espalda, aunque también me produjo mucho morbo. Lo dejé cargando todo el día, ya que quería guardarlo como una sorpresa para el fin de semana. Aunque me costó mucho contenerme, decidí no usarlo en la noche del viernes, ya que ambos solíamos estar muy cansados después de una larga jornada laboral. En lugar de ello, esperé pacientemente para el sábado por la noche.
Después de cargar el dildo y antes de esconderlo, decidí probar si funcionaba el sistema de semen de mentira. Así que cogí el bote y llené el depósito del dildo, que estaba en los huevos. Al tocar el dildo, pude sentir lo suave que era, de un material flexible pero de calidad. No pude resistirme a poner un poco de lubricante en mi mano y empezar a masturbarme con él. Se sentía realmente bien y me excitó fácilmente. No podía sacar de mi cabeza la imagen de mi pareja con el arnés puesto y yo allí, pero necesitaba concentrarme en probar el dildo. Bajé la mano y presioné el botón. Silenciosamente, dos chorros de semen grisáceo salieron de la cabeza del dildo. Me excitó aún más porque era tan realista que podría pensarse que era una polla de verdad. Los primeros chorros fueron grandes, y a medida que el depósito se vaciaba, salía menos cantidad y menos lejos. Esperar hasta el sábado iba a ser una tarea difícil.
El sábado finalmente llegó, y desde temprano Elena estaba muy juguetona. Pero le dije:
"Espera hasta esta noche, que tengo una sorpresa preparada para ti."
"Oh, vamos... no seas malo", insistía ella mientras me tocaba.
"Esta noche", le dije apartando su mano y dándole un beso en los labios. "Estoy seguro de que te gustará."
"¿Me lo vas a decir?"
"No", respondí con una sonrisa. "Si te lo dijera, ya no sería una sorpresa."
Elena insistió un par de veces más, y aunque estaba muy caliente desde el jueves que guardé el juguete, pude mantenerme firme y resistir la tentación.
Pasamos el resto del día entretenidos. Empezamos haciendo ejercicio, luego nos duchamos y salimos de compras. Después de eso, nos comimos unas hamburguesas con queso que estaban llenas de ingredientes y difíciles de comer. Para terminar, tomamos un café antes de volver a casa para continuar con nuestras actividades. A Elena le gustaba dibujar y pintar, mientras que a mí me gustaba jugar videojuegos con mis amigos.
Y finalmente llegó la noche que tanto habíamos estado esperando. Preparé una cena ligera, ya que la hamburguesa del almuerzo había sido bastante contundente y no queríamos sentirnos demasiado llenos para lo que estaba por venir en la cama...
En un momento en que ella estaba viendo la televisión, me dirigí al baño diciendo que iba a ducharme. Una vez allí, cogí los juguetes y llené el depósito del dildo con el semen de mentira que estaba ansioso por probar. Coloqué el dildo en el cinturón que ella usaría y también me limpié analmente para estar cómodo y sin preocupaciones durante la experiencia. Después, tomé una ducha para asegurarme de estar limpio y me vestí con unas bermudas y una camiseta blanca.
Fui al dormitorio y coloqué el juguete en el centro de la cama junto con un bote de lubricante que ya teníamos. Pero de repente, se me ocurrió añadir algunos detalles extra. Así que revisé sus cajones y encontré la parte superior de una lencería negra que me encantaba y unos tacones negros que combinarían perfectamente con su cabello y el color del juguete. Quería que mi chica se viera espectacular.
Bajé la intensidad de las luces del cuarto para crear un ambiente más íntimo y me dirigí al salón:
Tengo una sorpresa para ti en el cuarto - le dije a Elena - en cinco minutos, cuando termines de ponértelo, vendré.
¿Me compraste lencería? - preguntó Elena con una sonrisa de felicidad en su rostro mientras se levantaba rápidamente.
Sí, lencería... -pensé para mí mismo mientras Elena se dirigía al cuarto. Mientras tanto, apagué la televisión y recogí un par de cosas para matar el tiempo. Después de los 5 minutos, entré en la habitación.
Al abrir la puerta, la encontré de pie al lado de la cama, con el cinturón colocado alrededor de su cintura, su mano izquierda en su cadera y su mano derecha agarrando el dildo negro. Llevaba puesto la parte de arriba de la lencería y los tacones negros. Debo admitir que se veía espectacular, la tonalidad de su piel morena contrastaba maravillosamente con toda la vestimenta.
Me dejó sin aliento, especialmente con los tacones que hacían que sus piernas se vieran más largas y esbeltas. Era una imagen de determinación y dominación que me encantaba. La lencería y el juguete negro le daban un toque de morbo y el cuerpo de Elena era simplemente perfecto: sus pechos eran tiernos y del tamaño adecuado, su piel morena era suave y su culo estaba firme y redondo, lo cual me volvía loco.
Después de observarme durante un rato, ella me hizo señas con su mano para que me acercara. Yo podía notar como mi polla ya estaba durísima solo de pensar que ella iba a controlar y dominar la situación. Cerré la puerta de la habitación y me acerqué lentamente hacia ella, esperando sus intenciones.
Cuando me acerqué a ella, lo primero que hizo fue agarrarme por la camiseta y jalarme hacia ella, besándome con pasión y apretándome la cadera contra su cuerpo. Fue un beso salvaje y apasionado, y pude sentir cómo la polla negra del cinturón se interponía entre nosotros, presionando contra mi abdomen.
Reescribe: Yo también he fantaseado mucho con esto y me encanta que seas tú la que me haga realidad esta fantasía -le confesé con el deseo ardiente en mis ojos mientras nos besábamos.
Eso lo tengo muy presente, y si algo no te gusta, solo dímelo y lo paramos -respondió ella mientras seguía besándome con pasión y jugando con su polla entre nosotros.
De repente, sin previo aviso, me dio una pequeña bofetada que me dejó sin habla. La intensidad del momento hizo que mi cuerpo temblara de excitación y no pude evitar gemir ante la sorpresa y el placer.
Recuperé rápidamente la compostura y le devolví la sonrisa, sabía que esto era solo el comienzo de lo que sería una noche increíble. El morbo y la excitación que sentía en ese momento eran indescriptibles. Nos besamos de nuevo con pasión, dejando que nuestras lenguas se mezclaran y nuestros cuerpos se rozaran con deseo. Estaba seguro de que esta sería una experiencia que nunca olvidaría.
Mientras nos besábamos, no pude resistir la tentación de acariciar y masturbar su polla con mis manos. Ella dirigió su mirada hacia abajo y sonrió pícaramente, sabiendo lo que me gustaba hacer.
"Por supuesto", respondí con una sonrisa, mientras dejaba de masturbarla y me arrodillaba frente a ella. Tomé esa polla negra con ambas manos y comencé a lamerla desde la base hasta la punta, saboreando cada centímetro de ella. Pude sentir cómo ella gemía y su respiración se volvía más agitada, lo que me excitó aún más.
Ella colocó una mano en mi hombro y la otra en mi cabeza, y me hizo arrodillarme delante de ella sin dejar de masturbar el dildo. Miré hacia arriba y vi su expresión de morbo, la misma que ponemos todos cuando estamos a punto de recibir sexo oral. Si mi pareja tuviera una polla real, sabía que la mamada que le daría a continuación la llevaría al cielo del placer.
No dudé en empezar a lamer el capullo negro del dildo. Tenía una sensación extraña, obviamente artificial, pero al menos no sabía a plástico.
Comencé a meterme el capullo en la boca y a jugar con mi lengua alrededor de él. Cada segundo que pasaba me hacía sentir más caliente y me llevaba a un estado de excitación que me hacía sentir como una verdadera puta. No pude resistir la tentación y empecé a chupar esa polla de forma salvaje y lujuriosa, disfrutando cada movimiento y cada sensación que me transmitía. La sensación extraña se desvaneció y dejó paso al puro placer y al deseo.
La excitación que sentía era incontrolable, mientras que yo seguía recibiendo cada embestida con más intensidad. Me gustaba sentir su fuerza y su dominancia, pero a la vez me preocupaba no atragantarme. Aun así, no pude evitar gemir de placer y sentir como la saliva se acumulaba en mi boca mientras ella seguía follándome la boca con su dildo. Era una sensación extraña, pero al mismo tiempo extremadamente excitante.
Cada vez que ella empujaba hacia delante, me obligaba a tomar más de esa polla de ébano en mi boca. Sentía cómo el capullo golpeaba mi campanilla y sabía que si seguía así, pronto comenzaría a penetrar mi garganta. Desesperadamente, intenté agarrarme a sus muslos para liberarme, pero sus manos agarraron mi cabeza con fuerza, empujándola hacia abajo en un ritmo frenético y brutal. Nunca había sentido una mamada así antes, y mi boca y garganta luchaban por adaptarse a esa polla descomunal. Con cada embestida, gemidos y gruñidos escapaban de mi boca, mientras las lágrimas se me acumulaban en los ojos y la saliva se derramaba por mis labios.
En lugar de enfadarme o molestarme por lo que estaba sucediendo, la situación me provocaba mucha excitación. Además, tenía la intención de devolverle el favor a mi chica cuando terminara, y ella no podría hacer nada para evitarlo. Pero volviendo a lo que realmente importaba en ese momento, ella continuaba con una follada de boca que se volvía cada vez más brutal. Sabía que no iba a poder aguantar mucho más, y mi boca estaba bien abierta, cuando ella apretó mi nuca con fuerza hacia ella, metiéndome casi por completo esa polla negra.
Y sí, todo lo tenía estudiado ella. Había dejado el espacio suficiente para poder pulsar el botón que hacía expulsar el semen mientras lo mantenía pulsado. Sentí una contracción en esa polla, producto de la bomba que comenzó a expulsar semen dentro de mí. Pude sentir dos fuertes trallazos golpeando mi garganta. Luego, ella quitó la mano de mi nuca para liberarme y mientras sacaba su polla de mi boca, recibí un nuevo trallazo en el fondo de mi boca, otro en mi lengua y unos tres más en mi cara. A pesar de la sorpresa inicial, no pude evitar sentirme excitada y satisfecha por haber logrado satisfacerla de esa manera.
Elena detuvo la pulsación del botón y el dildo dejó de expulsar semen.
Tosí violentamente, expulsando la mayor parte de la corrida que había acumulado en mi garganta y boca. Sentía el sabor amargo y la textura viscosa de aquel semen que había sido bombeado directamente en mi boca. A pesar de mi incomodidad, notaba cómo mi excitación seguía en aumento, imaginando que era su polla real la que había estado en mi boca.
Ella estaba asombrada y la escena que tenía ante sus ojos la excitaba muchísimo: yo, con lágrimas y semen en la cara, tosiendo para expulsar el resto del semen que aún tenía en la boca. Hilos de saliva y semen unían mi boca con su enorme polla.
A pesar de la breve incomodidad, yo estaba tan excitado como ella, había disfrutado mucho recibiendo esa brutal follada de boca. Por supuesto, también quise probar ese semen falso. No tenía un sabor realista, parecía artificial, pero estaba seguro de que era mucho mejor que probar el semen de alguien que no le sabe bien. Aunque nunca había probado semen antes, no me importó y terminé tragando lo poco que quedaba en mi boca.
Mi pareja, sin dilación, me alzó de la silla, me desvistió completamente y me llevó hasta la cama, colocándome en posición de perrito, dejando expuesto mi trasero para ella. Con ambas manos, tomó mis nalgas y las separó, comenzando a lamerlas. Sentir su lengua húmeda explorando mi ano era una sensación increíblemente placentera, y de vez en cuando intentaba introducir la punta de su lengua.
En esa ocasión, en lugar de un dedo, ella tenía en mente meterme una buena polla. Al notar mi excitación, al ver mi pene erecto y mis testículos colgando, utilizó ambas manos para masturbarme mientras me daba placer oral en mi ano. La sensación de su saliva que descendía desde mi culo hacia mis testículos y hacia la punta de mi pene, junto con la paja que me estaba haciendo, me llevó a un estado de placer intenso, tanto que sabía que no tardaría en correrme en la cama.
Pero ella paro de masturbarme para agarrar el bote de lubricante que había preparado. Se echó un poco en la mano y otro poco lo echó sobre mi trasero. Lo distribuyó con sus finos dedos, los cuales comenzaron a jugar con la piel alrededor de mi ano. Luego, su dedo índice empezó a introducirse dentro de mí muy lentamente. Me relajé y tranquilicé, porque sabía que no iba a manchar, y eso facilitó que su dedo fuera introduciéndose poco a poco hasta el final.
"Te voy a dar una buena sesión de sexo, mi putita. Estoy ansioso por tener tu hermoso culito para mí", me dijo mientras me mordía el culo. "¿Vas a ser mi putita esta noche?".
"Sí", gemí. "Soy tu putita, tengo muchas ganas de que me hagas el amor".
Con la mano libre, me propinó un fuerte azote en el culo que me hizo gemir aún más. Luego, con sumo cuidado, comenzó a introducir el segundo dedo en mi ano, sacándolo y metiéndolo repetidamente, dándome un gran placer cada vez. De vez en cuando, me daba un azote en el trasero que me hacía sentir aún más excitado. Continuó así hasta que decidió que cuatro dedos eran suficientes. Me dio un par de azotes más en cada nalga y tomó el lubricante, aplicándolo en su polla y repartiéndolo por toda ella con su mano. Después, echó más lubricante sobre mi culo ya dilatado.
Dejó el bote de lubricante a un lado, agarró mi cadera con una mano y con la otra guio su polla negra, cuya cabeza comenzó a entrar lentamente en mi culo dilatado. Una mezcla de emociones recorría mi cuerpo: vergüenza, miedo, pero sobre todo, excitación y un placer increíble a medida que esa verga se adentraba cada vez más en mi interior, sintiendo el relieve de las venas que recorrían esa polla.
Y de repente, ella se detuvo, habiendo metido todo su miembro dentro de mí.
¿Te gusta? -me preguntó mientras me daba un fuerte azote en el trasero.
Uf... no tienes idea de lo que es tener ese pedazo de polla dentro de mí...
Mmm... me estás dando envidia... pero prepárate porque la follada que te voy a dar no se te olvidará jamás.
Y sin previo aviso, empezó a retirar su polla de mi interior lentamente. Sentí una extraña sensación de vacío, pero al mismo tiempo, el placer me recorría todo el cuerpo. No quería que terminara. Y justo cuando pensaba que se detendría, la introdujo de nuevo. El placer me tenía aturdido y apenas me di cuenta de que, sin previo aviso, había empezado a follarme con más intensidad.
La embestida de esa polla negra hacía que mi cuerpo se llenara de sensaciones placenteras y de lujuria. Mis dedos de los pies se retorcían y mis manos no sabían qué agarrar. Era un torbellino de emociones que me envolvían por completo mientras esa enorme verga seguía entrando y saliendo de mí sin descanso.
Ella me sujetaba fuertemente de las caderas mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas. Mi polla estaba al límite, y aunque quería correrme, también anhelaba seguir siendo follado por mi novia.
De repente, me empujó hacia delante y se echó encima de mí sin sacar su polla de mi interior. De estar en posición de cuatro patas pasé a estar boca abajo, con mi polla tensa apuntando hacia mis pies en lugar de estar presionada contra mi cuerpo y la cama.
Las piernas de mi pareja bloquearon las mías y sus manos se apoyaron en mi espalda, iniciando una follada brutal que me hacía perder la razón. Y mientras me embestía con fuerza, comenzó a hablar:
¿Te está gustando putita?
El placer que estaba sintiendo era tal que me resultaba imposible articular palabra alguna.
Veo que sí… que no puedes ni hablar… parece que se te da bien recibir una polla… ¿te gusta?
Mis sentidos se desvanecían ante la intensidad de la follada que estaba recibiendo. En un momento dado, ella me agarró del pelo y tiró de mi cabeza hacia atrás, obligándome a mirar hacia el techo.
¡Que si te gusta te he preguntado! ¡Contesta maricón!
¡Siii! ¡me… uff… me encanta…! ah…! uhmmm!
Eso quiero, que me contestes… Buff a mi también me está encantando dominarte… follarte el culo… No va a ser la única vez que hagamos esto…
Pero allí estaba ella, dominándome y follando mi culo, no solo por el hecho físico, sino también por sus palabras y actitud. Era algo que me encantaba y hacía que esta experiencia fuera aún mejor.
Siguió follándome en esa posición, mientras me decía cosas obscenas como: puta, guarra y maricón.
Finalmente, pareció cansarse de esa posición y me susurró al oído:
Levántate que ahora vas a cabalgar encima mía maricón.
Con cierta incomodidad, me levanté de la cama y ella se recostó boca arriba, con su mano guiando su polla hacia arriba. Me coloqué a horcajadas sobre su vientre y coloqué cada pierna a un lado de su cuerpo. Giré para agarrar su polla y dirigirla hacia mi culo, que la recibió sin dificultad. Ella agarró mis nalgas y me presionó hacia ella, haciendo que su polla de 18 cm se clavara completamente en mi interior. La miré con asombro y ella me devolvió una expresión de deseo difícil de describir.
Liberó sus manos y me dijo:
Venga, cabalga putita mía… que se vea que te gustan las pollas…
¿Así...? -preguntaba yo mientras agarraba sus pechos y comenzaba a mover mis caderas, liberando y engullendo esa polla con mi culo.
Si… uff así… lo que daría por tener una polla de verdad y sentir tu culo…
Me encantaría… -decía yo mientras incrementaba el ritmo de mis movimientos.
Mientras tanto, aproveché para liberar esas tetas y agarrarlas con fuerza, amasándolas y pellizcando sus pezones. Pero cuando me acerqué a su pecho para comérmelo, ella detuvo mi avance con sus manos.
Tú sigue cabalgando mi polla maricón -se jactaba riéndose- que ya me pongo yo a darme placer.
De nuevo, sintiéndome excitado por los insultos, seguí esforzándome por hacer disfrutar a mi pareja. En ese momento, ella se quitó la parte de arriba de la lencería, dejando sus tetas libres. Observé cómo sus pezones estaban durísimos y sus tetas se bamboleaban con cada embestida que recibía en mi culo.
Mientras ella se entretenía con sus pezones, decidí cambiar de postura. Me eché hacia atrás y me apoyé en sus tobillos, flexionando un poco las piernas para mantener esa polla dentro de mí.
Comencé otra cabalgata sobre mi chica, sacando y metiendo esa polla hasta lo más profundo de mi ser. Mientras tanto, mi polla, llena de excitación y bien dura, chocaba en seco contra mi vientre cada vez que subía mi cuerpo, y se quedaba en tensión mirando a mi chica cada vez que bajaba.
Producía un efecto hipnótico en mi chica, la cual se quedó mirándola embobada mientras se le caía la baba. Estaba deseando chupármela, y no se cortó en decírmelo:
Date la vuelta, vamos a hacer un 69 que estoy deseando comerte la polla.
Me giré para quedar boca abajo, sintiendo la polla de mi chica apuntando hacia mi espalda. Ella rápidamente agarró mi polla y comenzó a chuparla, lubricándola con su saliva. Fue un alivio para mi cuerpo, especialmente para mi culo que necesitaba un breve descanso después de la intensa follada que había recibido.
Los dos disfrutábamos del 69, devorándonos las pollas con ansia. A pesar de haber sentido el dildo en mi culo, éste ya no tenía el sabor sintético o plástico que tenía al principio. Ahora se asemejaba más a la piel humana, y en lugar de asquearme, me excitaba aún más, aumentando mi deseo de saborear esa polla con más pasión.
Mientras mi chica me hacía una buena mamada, cogiendo mi polla con sus manos y marcando el ritmo, yo decidí vengarme por lo sucedido anteriormente. Empecé a mover mis caderas lentamente, follándome la boca de mi chica mientras ella seguía mamando la polla negra con pasión.
No tuve reparos en ser duro con ella, penetrando su boca con mi polla hasta la garganta. A pesar de que ella no se quejaba, sabía que estaba pagando por lo que me había hecho antes. Sin embargo, parecía estar disfrutando de ello, ya que agarraba mis nalgas y clavaba sus uñas en ellas.
Mi polla salía y entraba en su boca, lubricada con su saliva, adentrándose en su garganta. Con cada embestida emitía los mismos sonidos que yo emití antes: ¡GG! ¡GA! ¡GAH!
Quería correrme tanto como lo hizo ella antes conmigo, pero preferí aguantar y eyacular con esa polla negra dentro de mí. Entonces, me levanté de encima de ella y le pedí que me penetrara.
Me puse boca arriba en la cama y ella se acercó a mí, colocando mi culo en el borde. Levanté mis piernas para que pudiera insertar de nuevo el dildo. Con fuerza, me sujetó por detrás de mis tobillos y comenzó a follarme el culo con gran intensidad, tanto que me hizo arquear más la espalda. Sus manos se apoyaron en la cama a ambos lados de mi cabeza y nuestros labios se rozaron llenos de deseo. Mientras tanto, mi polla se encontraba atrapada entre mi vientre y el suyo.
Nos miramos intensamente a los ojos mientras ella continuaba penetrándome con fuerza. Empezamos a besarnos de manera apasionada, entrelazando nuestras lenguas y saboreándonos mutuamente. La excitación estaba en su punto más alto y el deseo nos consumía a ambos.
De repente, ella se elevó un poco y me agarró del cuello con su mano derecha mientras seguía penetrándome. Me miraba con una expresión de dominación y satisfacción que me resultaba familiar, como la que yo ponía cuando la sometía a ella. Sabía lo que venía después: una bofetada. Y así fue, me abofeteó la cara antes de volver a agarrarme del cuello. Yo le sonreí, sabiendo que ella estaba actuando como yo y disfrutando de la situación.
Sobretodo que me agarrara fuerte el cuello, que me dejara sin apenas respiración. Es una sensación muy difícil de explicar, pero que todos deberíamos probar, pues es muy placentera.
Me volvió a dar una bofetada y apretó sus dedos como si fuera una pinza debajo de mis mejillas, moviendo mi cabeza para decirme:
¿Te está gustando eh puta?
Si… mmmm… -dije como pude, pues entre la poca respiración que me quedaba y sus dedos apretando mi boca no podía hablar mucho, solo gemir.
Me dio otra cachetada y me tapó la boca con su mano para evitar que gemiera, mientras seguía moviéndose más rápido sobre mi cuerpo desnudo. Sus senos estaban apoyados en mi pecho y podía sentir el calor de su cuerpo. Con su mano aún en mi boca, mi cuerpo se tensó, sabía que estaba a punto de correrme. Mis ojos se pusieron en blanco y no tardé en llegar al orgasmo.
Finalmente, ella retiró su mano de mi boca y, como pude, le avisé que estaba a punto de correrme.
Con ella acomodada detrás de mí, agarrando mi tobillo derecho con una mano y sujetando mi pene con la otra, comenzó a hacerme una paja después de escupir sobre mi miembro erecto.
Estaba muy cerca del orgasmo, y estaba en la puta gloria. Creo que no hay nada más placentero en esta vida que tener un orgasmo mientras te están follando el culo.
Y le avisé:
¡Me vengo!¡Acabo mi amor! UFFF ¡Me voy a correr!
Ella siguió con su bombeo sobre mi culo y masturbandome la polla. Cuando sintió la contracción de mi cuerpo, de que me iba a correr. Siguió masturbandome pero soltó la mano que me sujetaba el tobillo.
La dirigió a la base del dildo y dejó pulsado el botón.
Creo que aquello podría denominarse el festival de la lefa. Mi polla soltando trallazos de semen que caían con fuerza sobre mi barriga y la mano de ella, mientras esa polla negra me llenaba el culo de semen de mentira. Llegué a sentir los primeros trallazos de esa polla dentro de mi.
El orgasmo fue tan intenso que por un momento perdí el control de mi cuerpo y me quedé tirado en la cama, jadeando y temblando de placer. Mientras tanto, notaba como el lubricante de mentira se esparcía por mi culo y por la polla que seguía moviéndose dentro de mí, facilitando el vaivén de su penetración.
Aunque estaba completamente extasiado, mi chica parecía estar lista para seguir. Sacó su polla de mi cuerpo lentamente y mi culo expulsó el exceso de semen que había adentro. Había demasiado, lo que me hizo preguntarme cuánto tiempo habría estado dentro de mí.
Después de salir de mi cuerpo, mi chica se deshizo del cinturón y los tacones, quedando totalmente desnuda.
Con su mano cogió el exceso de semen que salía de mi culo, el cual os recuerdo que realmente era lubricante. Y lo echó sobre mi polla. Después recogió mi semen, el que había echado sobre mi barriga y también lo echó sobre mi polla.
La pajeo lentamente, mezclando ambos semen, el de mentira y el de verdad, lubricando mi polla al máximo.
Después de que todo estuviera mezclado, ella se levantó y se colocó sobre mí, apuntando mi polla lubricada hacia su coño chorreante. Sabía que ella tomaba la píldora, de lo contrario no habríamos podido hacerlo de esa manera.
Mi polla entró sin problemas en su coño mojado y caliente. Podía sentir el calor de su cuerpo por dentro mientras ambos fluidos se mezclaban. Ella se movía encima de mí, sus tetas rebotando y rozándose contra mi piel. Era un espectáculo excitante y placentero.
Si hace unos momentos había tenido un orgasmo brutal, ahora no estaba lejos de volver a sentir otro igual de intenso.
Parecía poseída por el placer y se movía como nunca antes lo había hecho. Era comprensible después de haber estado recibiendo toda la noche. Siguió así, moviendo su cuerpo y sus caderas, cabalgando mi polla con fuerza como si no hubiera un mañana.
No pasó mucho tiempo antes de que llegáramos al clímax. Primero ella se desplomó sobre mí, y luego yo moví un poco mi dolorido cuerpo para alcanzar otro orgasmo y llenar su delicioso coño con mi semen.
Ambos nos quedamos exhaustos sobre la cama. Después de un rato, nos miramos, reímos y nos besamos. Luego, juntos, nos fuimos a la ducha para limpiarnos.
Quiero compartir con vosotros una experiencia que nunca olvidaré. Decidimos cambiar de roles con mi pareja y fue una experiencia increíble que quiero contaros.
Fue emocionante descubrir nuevas sensaciones y experiencias, lo que nos permitió entender mejor a nuestra pareja. Desde ese día, hemos repetido la experiencia varias veces y incluso he usado el cinturón para penetrar a mi chica, pero esa es otra historia.
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